“No puedo más. Así no tiene sentido que siga jugando. Prefiero retirarme ahora y no pagar con la vida de mi viejo por los rumores de algunos inconscientes que tienen un micrófono”. Así comenzó Diego Armando Maradona su última conferencia de prensa como futbolista profesional. Fue el 30 de octubre de 1997, el día de su cumpleaños número 37.
Aunque ese día se anunció oficialmente, la decisión la tomó el miércoles 29, luego de una reunión con Don Diego en Villa Devoto. Esa tarde hablaron largo y tendido ante la mirada de doña Tota, la mamá del “Diez”. Después de esa charla, llegó el anuncio de que se retiraba del fútbol. “Me voy. Ya no aguanto más. Y este retiro es definitivo. Me lo pidió mi viejo llorando. No puede ser que mi familia sufra tanto con cada control, que la ola de rumores nos envuelva. Me voy, no aguanto más...”, dijo Maradona. Fue su octavo anuncio de retiro, pero a fin de cuentas el definitivo.
Así vivió Maradona su carrera, con los vaivenes propios de un jugador de excelencia, pero que era atormentado por los demonios internos. Su retiro parecía algo inalcanzable, pero llegó y a una edad acorde a esas épocas. Hoy, sin ir más lejos, cracks como lo fue Diego logran estirar un poco más su vigencia gracias a la evolución que mostró el fútbol; por ejemplo, Lionel Messi si llega en actividad al 2026 jugaría el Mundial con 39 años. En fin, Maradona con todos sus problemas a cuestas, estiró la carrera hasta que su papá dijo basta.
Pero nos pongamos en contexto: dos meses antes, el 28 de agosto de ese año, el hombre nacido en Villa Fiorito había vuelto a ser noticia por doping. La mala nueva se conoció tras un partido entre Boca y Argentinos, que el “Xeneize” ganó por 4-2. El golpe parecía durísimo y terminó siendo el de nocaut para él, aunque se mantuvo en cancha un rato más.
La última vez que se puso los cortos oficialmente fue el 25 de octubre en 1997, a días de cumplir los 37 y en Monumental frente a River. ¿El resultado? Ganó Boca 2-1. Una despedida a su medida, aunque empañada por ese contexto personal. La AFA lo había suspendido provisionalmente y fuentes de la FIFA aseguraban: “Este es un caso de reincidencia, lo cual agrava las cosas. Maradona no va más”.
Sin embargo, Maradona –fiel a sus costumbres- había ido por más: sus abogados se presentaron ante la Justicia y lograron una medida cautelar de no innovar aprobada por el juez Claudio Bonadío, algo inédito hasta el momento en situaciones de esa naturaleza. De esta manera el futbolista volvió a quedar habilitado para jugar.
Lejos de su mejor forma física, Maradona en esas semanas era noticia por cuestiones extra futbolísticas o por llegar a los entrenamientos todos los días en vehículos diferentes, desde autos lujosos hasta en un camión. El último encuentro antes de ese clásico con River había sido ante Colo Colo, por la ya desaparecida Supercopa. En ese lapso, un mes para ser exactos, sólo había entrenado un par de horas.
¿Cómo fueron los últimos días de Maradona como profesional?
La semana la arrancó con su sello: el lunes arribó al entrenamiento en un Scania. Dijo que lo había comprado para “recorrer el país y hablar con los argentinos”, aunque a los pocos días lo vendió. El martes se había tatuado al “Che” Guevara, cuyos restos habían sido descubiertos en Bolivia y devuelto a Cuba en los días previos al clásico.
En los entrenamientos de esa semana, particularmente se lo veía falto de fútbol; la inactividad se sentía. Él, durante una entrevista, repitió una frase que se le escuchó varias veces durante su carrera: “No pienso en el retiro, ya pasé muchas feas. Vamos a festejar los 40 años acá, en esta cancha (la de Boca), pensando en un nuevo clásico”, declaraba en conferencia de prensa un día antes del partido.
Ramón Díaz, técnico de River, está vez en la previa al clásico dejó las chicanas de lado para emitir un sincero mensaje para el “10”. “Le deseo lo mejor, lo importante es recuperar al hombre”, en un claro mensaje de solidaridad hacia Diego. Por supuesto que el mensaje fue recibido por Maradona, que el día del clásico se acercó al banco de River y le dio la mano en muestra de respeto. Díaz, esta vez se mostró distante y le dio la mano casi con desprecio. “Estuve mal, si me lo cruzo de nuevo le doy un abrazo”, dijo el riojano al tiempo.
Ya en el día del partido, Diego salió al campo de juego con un panfleto en homenaje a José Luis Cabezas, fotógrafo que había sido asesinado nueve meses antes. El partido de Maradona no fue bueno. No tuvo movilidad y se lo notó falto de estado físico; luego se conoció que jugó con un desgarro en el aductor. No estaba para jugar, pero quería estar presente por el rival. “Los muchachos me necesitaban”, dijo, a la vez que aclaró qué le dijo a su DT: “Meté al pibe que salgo”. Esas fueron las palabras para Héctor Veira antes del final del primer tiempo. Ese pibe era nada más y nada menos que Juan Román Riquelme, que ingresó muy bien al partido y junto con Diego Latorre fueron claves para que el “Xeneize” diera vuelta el resultado.
Para darle un marco aún más épico, en el segundo tiempo hubo un diluvio en Buenos Aires, justo en el momento en que llegó el gol de Martín Palermo para el 2-1 final, en lo que significó el primer gol de “Titán” a River con la camiseta azul y oro. Vale aclarar que en ese momento, el “Millonario”, con su presidente Alfredo Davicce a la cabeza, se encolumnó detrás de Argentinos (solicitaba los puntos del partido en el que Maradona había dado positivo), y juntos buscaban la suspensión del campeonato. “Davicce pidió que se resolviera mi caso y a mí me toca el control antidoping -afirmaba-. No puedo con la cruz que me hacen cargar por mi adicción. Lo que Davicce hizo me pareció asqueroso”, recriminó Diego en su momento.
Por este motivo, ese juego también fue especial para Diego. “Boca jugó a lo Boca y River fue River: jugó un gran primer tiempo y en el segundo se le cayó la bombacha”, dijo en los vestuarios. Y con su lengua filosa continuó pegándole a River por la noche. Después del control antidoping, Maradona llegó a su casa en Segurola y Habana cantando: “ésta es la banda de los bosteros, la que se co… a las gallinas”, ante las cámaras de televisión que le hacían la guardia. Sin dudas que el retiro ya daba vuelta en su cabeza y por eso lo festejó de esa manera.
“A mi último partido en Boca lo llevo en el corazón. Jugué desgarrado y aunque siempre digo que nunca me retiré, pienso que mi carrera no podía terminar mejor”, dijo en 2016, casi 20 años después de aquella tarde que había comenzado con un sol a pleno, pero terminó con una tormenta infernal.
La historia marca que Maradona tuvo varios amagues de retiro, pero finalmente dos despedidas. La del 10 de noviembre de 2001 en La Bombonera. Y la otra, la de un partido que duró semanas, que se jugó con sol, lluvia y en los escritorios. Ese 2-1 de Boca del 25 de octubre en el Monumental, con un Maradona apagado desde lo futbolístico, pero con su amor propio a flor de piel y dejando frases célebres.
El viernes se cumplieron 27 años de su retiro y éste miércoles se cumplirán 64 años del nacimiento de uno de los futbolistas más grande de todos los tiempos, amado y odiado casi por igual. Que siempre se mostró tal cual era y que a pesar del paso de los años y los cambios de épocas siempre estuvo vigente.