Piano, piano, si va lontano

Piano, piano, si va lontano

Piano, piano, si va lontano

Poco a poco se llega lejos, reza el viejo adagio. Un llamado a la perseverancia. Con todo lo atendible del sufrimiento de muchos en el país, recuérdese que no hay soluciones mágicas y que del abismo no se sale con rapidez si las causas de la decadencia son de fondo. Claro que es justificado pedir señales para sostener alguna esperanza, y las hay. Tal vez el día a día personal muestre más golpes que alivios pero hay que prestar atención a los datos fuera del entorno más estrecho.

Puede comenzarse con una de las variables básicas, la actividad económica general. Medida por el Indec a través del Estimador Mensual de Actividad Económica, agosto 2024, el último dato disponible, mostró una caída de 3,8 por ciento con respecto a agosto 2023. Pero en marzo la baja fue de 8,3 por ciento… y mayo dio 1,5 por ciento superior. Muy inestable, aunque comparando acumulados mensuales de este año contra los mismos períodos del año pasado, desde mayo la pérdida se estabilizó alrededor del tres por ciento. La economía no parece levantar, pero tampoco hundirse más. En parte, porque hay meses cuando el Emae limpio de la influencia de estaciones, duración del mes y otras (desestacionalizado) sube con respecto al mes anterior y otros en los que baja o apenas cambia. Y el año pasado (otro gobierno) tampoco fue bueno: ocho caídas interanuales sobre doce meses. Además, hay mucha heterogeneidad. En una clasificación de 16 sectores, cinco tienen valores mayores que hace un año, cinco menores aunque casi iguales y seis claramente más bajos.

El caso del Índice de Producción Industrial Manufacturero es parecido. Como antes, desestacionalizando hay meses con mejoras y otros sin ellas. Por ejemplo, en abril hubo un alza de 0,1 por ciento contra marzo seguida de una caída de 0,2 por ciento durante mayo. Y si en julio subió 7,2 por ciento comparado con junio, en marzo había caído tres por ciento con respecto a febrero. El acumulado del año contrastado con igual acumulado del año anterior promedia, desde marzo, una caída de 14 por ciento. No mejora pero tampoco empeora, aunque de 16 divisiones medidas sólo cuatro levantaron en la cuenta interanual. Y con mucha heterogeneidad interna a ellas.

Por otra parte, la Utilización de Capacidad Instalada en la Industria muestra un panorama más claro. Sí, en agosto 2024 llegó a 61,3 por ciento en general contra 67,9 por ciento de agosto 2023. Pero en diciembre 2023 era de 54,9 por ciento y desde entonces, con subas y bajas, está en tendencia alcista. Y de doce sectores medidos, en nueve aumentó la capacidad usada comparando con diciembre 2023. No lo suficiente para que la producción total supere la de hace un año, pero allí va.

A su vez, la Confederación Argentina de la Mediana Empresa informó que las ventas minoristas a precios constantes cayeron 5,2 por ciento en septiembre 2024 contra septiembre 2023. Pero también que es el tercer mes consecutivo en que la caída interanual disminuye: fue de 21,9 por ciento en junio, 15,7 en julio y 10,5 en agosto. Y desde junio el Índice de Ventas Minoristas pasó de 77,6 a 81,5, 85 y 88,7. No es que las cosas estén bien. Entre enero y abril de 2024 también hubo alzas de ese índice y una brusca baja en junio; no hay por qué pensar que se entró en crecimiento sostenido. De hecho, los testimonios de los comerciantes relevados expresan claramente sus dificultades. Pero el comercio no está en proceso de destrucción. Similar es el caso del Índice de Producción Industrial PyME, también de CAME: caída de 6,6 por ciento interanual, pero es la menor en diez meses, y viene de 20,4 por ciento en junio, 17,8 en julio y 8,7 en agosto. Un índice que tocó un piso este año, de 79,2 en junio para pasar a 79,6, 86,7 y 87,4. Frágil, pero en alza.

Otra variable con similar comportamiento es el salario: según el Indec, en el sector privado formal creció mensualmente desde febrero más que el IPC; en el informal ocurre lo mismo desde mayo, y en el sector público, desde abril. Todavía en el total detrás de la inflación, pero la diferencia se reduce.

No son sólo números. Las cifras resumen el esfuerzo, sufrimiento y éxito de personas concretas. En particular, los expuestos resultan en parte de la astringencia monetaria y la consecuente menor tasa de inflación. Macro y microeconomía se relacionan. Y esto es sólo un fragmento. Queda mucho por desarrollar, como la tarea esencial de la desregulación, pero será en otra ocasión.

Al margen, valga colar otro número. Tras el cierre de la AFIP se difundió que sus empleados suman a sus sueldos el 0,65 por ciento de la recaudación. Un profesor tucumano notó que ella representó en 2023 un 22,9 por ciento del PIB. Por lo tanto, aquel adicional significó un 0,15 por ciento del PIB. Es decir, los empleados de la Afip reciben como agregado justo lo necesario para recomponer los salarios del sistema universitario nacional. No quiere decir que no lo merezcan, pero saberlo sirve para tener una idea del orden de magnitud de los desafíos.

Todo esto no olvida puntos oscuros. Entre ellos destaca la pobreza. Pero si se quiere una solución debe recordarse que requiere más que nada creación de empleo formal y ésta mayor actividad, un marco legal moderno y un buen nivel educativo; la actividad necesita inversión; ésta surge de la estabilidad de precios, la seguridad jurídica y los impuestos moderados. Lo contrario de lo que sostiene la oposición.

Para cerrar, apelando a las diversas figuras usadas para resumir la evolución económica general, la actualidad no es una “L” ni parece un “rebote del gato muerto”. Pero tampoco es la “V” que decían algunos oficialistas hace pocos meses ni la “U” a la que se resignaron luego. ¿La “pipa de Nike”? Puede ser. Piano, piano.

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