Primero peleaba con uno, después con otro. Y a esas peleas siempre las ganaba él. Después de eso, la vida lo llevó derechito al gimnasio. Nahuel Maldonado hace memoria y las imágenes se le vienen a la cabeza. Para el boxeador, con un récord actual de ocho victorias y ninguna derrota en el campo rentado, ese fue el origen de “La Nutria Asesina”, el apodo con el que se lo conoce en el ambiente boxístico. “Estábamos machados (sic). No me acuerdo muy bien, pero el estado de todos era malo. Peleamos por alguna tontera”, admite.
Esa pelea en una esquina de su barrio cuando Maldonado tenía 15 años lo llevó a que hoy, con 24, pueda afirmar que el boxeo cambió todo de la mejor manera posible. “Fue salir de la calle y de la mala vida. Estábamos cerca de mi casa; yo vivo en un barrio humilde, hay mucha droga y delicuencia. Mi abuelo me hizo la propuesta de boxear. Yo estaba muy perdido, muy mal”, recuerda con una sonrisa bien particular, que combinaba felicidad y tristeza en el gesto.
Lo que sucede es que la pasó mal y ahora, con seguridad, siente que la pasa bien. La pena que invade el relato viene porque esos rivales de la esquina con los que se cruzó hace casi una década atrás la siguen pasando mal. Y hasta peor.
“Uno de los chicos está preso hace como cuatro años. La otra vez me mandaba mensajes pidiéndome plata desde la cárcel. El otro es mi primo y está ahí, componiéndose”, relata con algo de esperanza. “Es poca la comunicación que tengo con ellos porque si quiero cambiar hay que dejar las malas juntas y no es lo mejor que nos volvamos a buscar. Si les tengo que dar una mano, siempre se la brindaré porque fueron en algún momento mis amigos de la infancia y no los voy a dejar de lado”, asegura.
Con ese episodio empezó su carrera de peleador, no así la de boxeador para ser más específicos. Golpearse en una esquina dista mucho de lo que es ser un boxeador. Por suerte, y por la intervención de su abuelo José Antonio Montiglio, esa condición de “ilegalidad deportiva” fue brevísima.
“Él no se acuerda, pero yo le vi condiciones en un asado familiar”, afirma “Pepe”. La situación ya estaba complicada en la familia tanto con Nahuel como con su primo. Triste desde luego, pero los Montiglio podían conservar un núcleo sólido de unión aunque la droga hizo su estrago atenuado por el deporte.
Ahora es Nahuel, el referente deportivo de la familia. Antes fue César, su tío, ídolo en Atlético; además de ser un disciplinado dentro y fuera de la cancha, por mérito propio, apuntalado por lo que siempre transmitió Montiglio padre que no fue profesional en ningún deporte, pero la vida lo convirtió en experto.
En algunos casos su experiencia fue asimilada, lo hizo el ex mediocampista que brilló en el “Decano” y Maldonado sigue por ese camino actualmente. El tío, que a los 40 años juega en Atlético Concepción, tiene un rol especial en la carrera de Maldonado. “César ya estaba jugando en Atlético; podía comprarse cosas para entrenar en su casa y tenía una bolsa de boxeo y los guantes”, comenta “Pepe”. Para entretenerse Maldonado y otro primo empezaron a guantear y el abuelo notó que Nahuel se paraba bien para ser la primera vez boxeando.
Eso sí, la versión “made in Pepe” de por qué llevó a su nieto con su amigo Pedro Soria (formador de boxeadores en la zona de Yerba Buena) cambia un poco. Albañil de oficio, trabajo que sigue ejerciendo (menos que antes, eso sí), Montiglio de 71 años recuerda que lo llevó con Soria al gimnasio de Natalia Alderete, especialista en kick boxing que luego se dedicó al boxeo. A ese gimnasio del barrio yerbabuenense Trece hay que acompañarlo con una barra y otra palabra: gimnasio/escuela. Ahí empezó Maldonado a trabajar con Soria. “Ese día hizo un trato con Pedro que era su amigo. ‘Si el chango sirve se queda y si no sirve lo llevo a la casa de nuevo”, relata el boxeador la propuesta entre los amigos.
La prueba que Soria le hizo dejó el pulgar para arriba y ahora sí, el peleador callejero se transformó en boxeador amateur. La rutina que implica practicar seriamente un deporte generó la disciplina justa para alejarse del consumo de sustancias nocivas, reconoce Montiglio juntando sus manos como señal de agradecimiento vaya uno a saber si pensando en el mismo Soria o en Dios.
Actualmente “La Nutria Asesina” tiene su locación de entrenamiento en San Luis y La Plata. En Mono Box, el gimnasio de Raúl Molina que entrena a Maldonado en la actualidad. El equilibrio fue perfecto para que el boxeador abandonase la “mala vida”, como él califica su pasado. La percepción del abuelo es la que da cuenta de que hay un Maldonado antes y otro después de comenzar a entrenarse en ese lugar donde conoció a su pareja. “Es el puntal de él, es muy buena chica. Lo controla mucho. No para mal, sino para bien”, destaca Montiglio sobre Carolina Maité Díaz, que hace 10 años está a la par de Nahuel y por eso en el gimnasio es “La Nutria Mujer”, según los dichos del boxeador.
La dama también es boxeadora y está dando sus últimos pasos como amateur. Con Maldonado construyeron su vida en base al boxeo. Practican juntos, dan clases también y no hay diferencias en las tareas cotidianas que puede tener cualquier pareja. Aunque hay un aspecto de la relación en la que Carolina marcó diferencia: ella pegó primero. “Yo le dije a él si quería ser mi novio y bueno, él dijo que sí”, relata la boxeadora. “Había dos o tres chicas entrenándose; ella era una de las mejores. Yo, en ese tiempo, estaba medio rebelde. Recién estaba saliendo de la mala vida y no quería nada yo. Ella me enganchó”, reconoce Nahuel.
Maldonado, junto a su coequiper de vida busca, y eso que apenas lleva un tiempo corto como boxeador profesional, saldar la deuda que tempranamente tiene con el deporte. Por eso es que le pone la misma pasión a toda actividad deportiva que haga. “Quiero brindar algo que a mí nunca me brindaron. Yo puedo ahora dar una mano y, más que nada, seguir cambiando mi vida”, deseó Maldonado. Si brindarse le hace bien, debe hacerlo porque se planteó una meta altísima en su carrera deportiva y necesita todo lo bueno que pueda tener. “Quiero ser campeón mundial”, no dudó en responder. Vale y sirve todo para convertirse en un rey en el reino del boxeo. ¿Es temprano para el vaticinio? Sí, pero hay signos positivos incluso más allá del invicto que mantiene Maldonado. Uno de ellos quedó registrado cuando hizo su debut profesional. “Pelear afuera… el rival tiene mucha ventaja”, analizó el yerbabuenense. Y reconoció entre risas nerviosas: “Fui al Matadero”.
Mostrar que sabe lidiar con una de las situaciones menos recomendables en el boxeo como lo es debutar frente a otro público es fundamental en el boxeo porque ser local le pesa al rival desde las tribunas, pero también en los escritorios por los cientos de fallos polémicos que hay constantemente orientados a favorecer al púgil local.
“No tenía promotor en esa época. Viajé a Carlos Paz a pelear para que me vieran, nada más. Gracias a Dios me fue muy bien”, celebra. Su rival, también debutante, tenía todo a su favor para ganar, pero fue “La Nutria Asesina” la que pulverizó los pronósticos. Le hizo frente al público cordobés que apoyó al riocuartense, Jonathan Gatto, y clink caja: boxeador que debuta gana.
“Cuándo la pelea es afuera, hay que sacar mucha ventaja a tu rival. Hay que ganar por nocaut porque sino no te la dan la pelea”, asegura Maldonado que como amateur peleó 34 veces. Quienes lo ven combatir y no se pierden ninguna de sus peleas, son el abuelo José y Carla. Destilan confianza en que Maldonado será titular mundial en algún momento en la categoría pluma como él desea. Por ser personas que lo aman podría suponerse que hay parcialidad en la opinión, pero los que aman bien de verdad, saben que el ser querido no debe ilusionarse falsamente. Carla y el abuelo tienen plena confianza en Nahuel. “Yo pienso que si va a llegar”, es la declaración contundente de Montiglio. “Así será”, es igual de segura Carolina, que en “La Nutria Asesina” ve a un potencial campeón del mundo.