Cuba enfrenta una de sus peores crisis energéticas en años debido al impacto del huracán Oscar, que ha provocado un apagón generalizado. Desde el colapso del sistema eléctrico el viernes, el suministro es limitado e intermitente, lo que ha llevado al gobierno a suspender las clases y actividades no esenciales. Aunque servicios básicos como hospitales y el bombeo de agua se mantienen operativos, la población de La Habana, en gran parte sin electricidad, enfrenta serias dificultades.
En las madrugadas, algunos barrios de La Habana, como Centro Habana y Santos Suárez, han visto protestas por la falta de luz, con vecinos golpeando cacerolas desde sus balcones. A medida que Oscar, degradado a tormenta tropical, avanzaba lentamente por el oriente de la isla, dejó inundaciones y lluvias intensas, pero sin reportes de víctimas mortales. Las autoridades advirtieron que la recuperación energética será lenta, afectada por la ruta del huracán que amenaza instalaciones energéticas clave.
El colapso energético se agravó con la avería de la central termoeléctrica Antonio Guiteras, que dejó al 50% del país en la oscuridad. El ministro de Energía, Vicente de la O, espera que para el martes el sistema logre una reconexión parcial, aunque con apagones frecuentes. El país enfrenta además dificultades para obtener combustible y repuestos, en parte debido a las sanciones de Estados Unidos, que afectan las operaciones de sus viejas plantas generadoras.
Esta crisis energética es parte de una situación económica más amplia marcada por el desabastecimiento, la inflación y la tensión social. Las protestas por los apagones en los últimos años reflejan el malestar de la población. El presidente Miguel Díaz-Canel reconoció el descontento de los cubanos, pero advirtió que no se permitirán actos de vandalismo ni alteraciones del orden público.