Elon Musk nos jugó una broma, pero no estamos tan lejos del futuro

Elon Musk nos jugó una broma, pero no estamos tan lejos del futuro

Elon Musk nos jugó una broma, pero no estamos tan lejos del futuro

La expectativa viene creciendo desde hace dos años, cuando Tesla presentó por primera vez a Optimus, el robot humanoide que parece extraído de una película de Star Wars o de un capítulo de Los Supersónicos. Se trata de una estructura con forma humana que no solo camina y se mueve como una persona, sino que está programada para realizar tareas sencillas, como levantar objetos y saludar al público. En ese momento, Optimus era solo un prototipo, pensado para realizar acciones repetitivas y algunas peligrosas para los humanos, con el objeto de ser una solución accesible para la automatización en el hogar y en entornos industriales. Su nombre recuerda al líder de los Transformers, la franquicia creada a mediados de los ochenta cuando se hicieron populares dibujos animados de autos-robots, que hasta hoy siguen generando películas y merchandising de superhéroes de acero, sintientes y con habilidades humanas.

Ese futuro pareció casi palpable hace solo una semana, cuando Elon Musk, el CEO de Tesla, mostró al nuevo Optimus en un gran evento. En realidad se trataba de la presentación de Cybercab, un taxi autónomo con el que Musk promete revolucionar el servicio de transporte público, pero todas las miradas se desviaron a estos robots que bailaban, paseaban entre la gente y servían tragos. Eran mozos, bailarines y asistentes de una fiesta en la que Musk se animaba a mostrar cómo conviviremos con “el producto grande jamás creado”, según sus propias palabras. El robot mide 1,75 metros de altura y pesa 57 kilos, todavía parece un poco torpe en sus movimientos pero en todos los videos rescatados en el evento, se veía a un objeto ágil, capaz de moverse sin dificultad en su entorno, con asistencia de inteligencia artificial.

“Optimus puede hacer lo que tu digas. Ser un maestro, cuidar a tus hijos, pasear al perro, podar el césped, ser tu amigo y preparar cócteles. Cualquier cosa que se te ocurra lo hará. Será maravilloso”, aseguró el magnate, orgulloso de su nueva creación que pronto podrá producirse en masa y tendría un costo inferior a los 20.000 dólares, según sus propias estimaciones.

Sin embargo, la ilusión duró poco. Horas después, se supo que los robots estaban siendo asistidos por humanos. Dicha confesión provino de uno de las máquinas y la agencia Bloomberg confirmó la sospecha. Los asistentes no eran autónomos, gran parte de su movimiento estaba manejado por control remoto y eso había provocado la sorpresa de los invitados a la fiesta “We, Robot”. Según la publicación internacional, había empleados de Tesla ubicados en otros lugares que se encargaron de supervisar las interacciones del robot. Esta información no fue confirmada por Tesla, pero el medio aseguró que la revelación provino de fuentes que hablaron desde el anonimato. Aún no está claro qué nivel de asistencia y de autonomía tenían las máquinas. Eso ahora será un misterio.

Deseada autonomía

A pesar de la decepción, Musk aseguró en varias ocasiones que está cerca de lograr la deseada autonomía. Los avances en automatización e inteligencia artificial que estamos presenciando en otros ámbitos están acelerando estos productos que no solo Tesla posee. Las empresas más avanzadas en robótica hoy tienen gran participación de otros pesos pesados de la industria, como 1X Technologies (apoyada por Open AI) o Figure (apoyada por Jeff Bezos y Nvidia). Según la mayoría de los directivos, la parte mecánica de los robots ya está resuelta. Se pueden mover casi como una persona, pero todavía falta resolver justamente las capacidades autónomas y el costo de producción, para ilusionarse con un producto masivo.

La confusión, de tan solo unos pocos días, también es una confirmación. Estamos viviendo épocas en la que creemos que es posible tener un robot capaz de reemplazar cualquier actividad humana. Épocas en las que la autonomía de las cosas está avanzando a pasos que nunca imaginamos y que hasta hace poco creíamos que solo le pertenecían a la ficción. Por eso, y antes que Optimus pueda de verdad bailar por cuenta propia, es mejor que comencemos a pensar qué pasará cuando de verdad estos robots tengan capacidades autónomas y estén entre nosotros. ¿Qué cosas les permitiremos hacer y qué cosas no? ¿Cuáles serán los trabajos que podrán realizar y qué haremos cuando estemos desplazados de esas tareas? Cualquier visión utópica, seguramente distorsionará una reflexión profunda del asunto, que tarde o temprano, será un problema.

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