La cruda declaración de Lucas Ambrogio: "No somos máquinas"

La cruda declaración de Lucas Ambrogio: "No somos máquinas"

El volante ya pasó la etapa de aprendizaje más importante; ahora tiene la misión de volver a divertirse dentro de las canchas.

PILAR FUNDAMENTAL. Ambrogio encontró, en su novia Agostina, el sostén necesario para hacerle frente a una etapa dura. PILAR FUNDAMENTAL. Ambrogio encontró, en su novia Agostina, el sostén necesario para hacerle frente a una etapa dura.

Lucas Ambrogio está a punto de dar uno de los pasos más importantes en su joven carrera futbolística: regresar a las canchas después de una larga y dolorosa recuperación tras la rotura de ligamentos cruzados de su rodilla izquierda.

Pasaron nueve meses desde aquella noche fatídica en Córdoba, cuando sufrió la lesión que lo dejó fuera de casi todo 2024; un tiempo que, más allá de lo físico, para Lucas fue un viaje emocional y mental, marcado por el dolor, el aprendizaje y la introspección.

El fútbol es una pasión que consume y para muchos jugadores jóvenes, como Ambrogio, su vida gira en torno a ello. La lesión fue un golpe devastador.

En su caso, se trata de la segunda lesión de ese tipo en apenas 25 años, algo que lo llevó a retrasar más de la cuenta su explosión en Primera y que lo obligó a replantearse muchas cosas. “Al principio es muy difícil. Lo primero que te pasa por la cabeza es ‘¿por qué a mí?’ Pensás en todo lo que vas a perder, en los meses sin jugar, sin entrenar, sin competir. Pero con el tiempo aprendés que esto no se trata sólo de lo físico”, explica Lucas, con la madurez de alguien que pasó por un proceso que lo cambió en más de un sentido.

La rotura de ligamentos es una de las peores lesiones que un futbolista puede sufrir. No sólo por el tiempo de recuperación, que generalmente oscila entre seis y nueve meses, sino también porque afecta aspectos esenciales del juego como la confianza, la velocidad, la fuerza y la agilidad. Ambrogio lo sabe bien: “No es sólo la rodilla lo que tenés que recuperar. Es la cabeza. Tenés que aprender a manejar esa situación”, detalla.

El fútbol no le es ajeno a estos momentos duros y él con 25 años, ya había vivido una experiencia similar en el pasado. Una lesión en su otra rodilla le había dado algunas lecciones que esta vez le sirvieron para afrontar el proceso de recuperación con mayor serenidad.

En este proceso, su familia fue un pilar fundamental. Su novia Agostina, sus padres y sus amigos estuvieron a su lado en cada paso, brindándole el apoyo que necesitaba; no solo en lo cotidiano, sino también en los momentos más oscuros. “Tener a mi familia cerca me ayudó muchísimo. Mi novia fue una compañera constante. Aprendí a disfrutarlos, a estar más cerca de la gente que te aprecia”, expresó con gratitud.

Pero no todo fue cuestión de apoyo familiar. Ambrogio decidió dar un paso más y acentuar su trabajo de manera más profunda en pos de su bienestar emocional. En un deporte en el que el rendimiento físico parece serlo todo, él encontró en el trabajo psicológico una herramienta invaluable para su recuperación. “Empecé a trabajar con un coach incluso antes de la lesión, y eso me ayudó muchísimo cuando me pasó. Aprender a manejar las emociones, a controlar la ansiedad y sobre todo a ser más paciente, fue fundamental”, comenta.

La importancia de la salud mental es un tema que, aunque en el fútbol aún no recibe la atención que merece, está comenzando a ganar terreno. Para Lucas, hablar sobre este aspecto no es sólo una cuestión personal, sino también un mensaje para otros jóvenes futbolistas que pueden estar pasando por situaciones similares. “Muchos piensan que los futbolistas somos máquinas, que no podemos mostrar debilidad, que no podemos llorar o mostrar nuestras emociones. Pero la realidad es que somos personas, y tenemos que aprender a lidiar con nuestras emociones tanto como con lo físico”, señala Ambrogio, quien no duda en destacar lo difícil que puede ser enfrentarse a los mandatos sociales que pesan sobre los hombres, particularmente en el deporte.

El joven puntano hizo hincapié en algo que pocos se animan a mencionar: el mandato cultural que dice que los hombres no deben mostrar emociones, que deben ser siempre fuertes y no ceder ante la presión. “Nos enseñan que no podemos mostrar debilidad, pero eso no es real. Somos seres humanos y las emociones están. El fútbol es un deporte de mucha presión y creo que es importante aprender a gestionar lo que sentís”, asegura.

Durante el tiempo de inactividad, Ambrogio tuvo la oportunidad de reflexionar sobre muchos aspectos de su vida. La pausa obligada le permitió ver el fútbol desde otra perspectiva y valorar otras áreas de su vida que a menudo quedaban relegadas debido a la exigencia del deporte. “Cuando no podés jugar, empezás a darle importancia a cosas que antes pasabas por alto: la familia, los amigos, el tiempo libre. Empecé a leer, a tocar la guitarra, a disfrutar de esos momentos”, cuenta.

A pesar de estar alejado del campo de juego, nunca dejó de ser parte de Atlético. Aunque no pudo competir, asistió a todos los partidos del equipo, ya sea como espectador o acompañando a sus compañeros en el vestuario. “Me considero un hincha más de Atlético, estar en la tribuna para nosotros es complicado, pero la verdad que se ve de otra manera al fútbol ”, cuenta con entusiasmo.

Ambrogio destaca especialmente el apoyo de sus compañeros de equipo y del cuerpo técnico. “Mis compañeros siempre me mantuvieron cerca, nunca me hicieron sentir fuera del grupo”, explica. El entrenador también fue clave en este proceso, brindándole la confianza necesaria para que, cuando esté listo, vuelva al campo en las mejores condiciones posibles.

Ahora, con la posibilidad de volver a jugar más cerca que nunca, Lucas tiene claros sus objetivos: “quiero volver a sentirme bien dentro de la cancha; demostrar que todo este esfuerzo valió la pena. Espero sumar minutos en los próximos partidos de Reserva y ver si el técnico me tiene en cuenta para la parte final del torneo. Para mí sin dudas volver a jugar en Atlético será una revancha porque prácticamente no pude demostrar todo lo que puedo darle al equipo”, remarca.

El fútbol es una parte fundamental de su vida, pero Ambrogio sabe que su experiencia durante estos meses lo hizo más fuerte y le enseñó lecciones que van más allá de lo deportivo. “Depende de cómo te tomés estos momentos difíciles. Eso va a marcar cómo seguís adelante. Para mí fue un aprendizaje, no un límite”, finaliza con completa seguridad el volante, que está de pie; listo para volver a dar batalla.

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