Botines desparramados, camisetas por doquier, canilleras y miles de recuerdos. El camino de los Carrizo fue larguísimo y exhaustivo. Pero también cansador. Hubo más de un bache que lo obligó a desviar la trayectoria ideada. No siempre se llegó al destino “soñado”. Pero los “Bambinos” no se lamentan por nada. Por el contrario, Oscar y Alfredo continúan recolectando recuerdos en ese pequeño baúl instalado en Arcadia.
¿El más valioso? La pregunta es difícil, pero ambos coinciden en un hecho: el Anual de la Liga Tucumana que ganaron con la camiseta de Ñuñorco en 2018. “Una conquista familiar”, definieron.
El desafío actual es con los colores de Deportivo Llorens, aunque mantienen vivo el mismo objetivo: volver a salir campeones.
Alfredo, el dueño del apodo que los caracterizó dentro del “mundillo liguista”, es el mayor. Por ende, él fue el primero en apostar por el fútbol, un deporte volátil sin certezas sobre si hay o no futuro en Primera. Es cierto, los potreros fueron los primeros campos en los que puso a prueba sus habilidades, aunque la constancia y la disciplina del entrenamiento lo ganó en las inferiores de La Providencia.
¿Cómo recorría los cinco kilómetros que separaban Arcadia de Río Seco? Ante la ausencia de autos o motos, “Bambino” apostaba por la bicicleta. “Nos quedaba relativamente cerca y lo hacíamos porque no teníamos más nada que hacer. No había otro entretenimiento que el fútbol. Pero la condición era que me vaya bien en la escuela. Por eso me esforzaba para que me dieran permiso. Creo que eso me ayudó a forjar otra mentalidad”, dijo.
La presencia del fútbol argentino también fue fundamental para inspirarlo. Como muchos jóvenes, los Carrizo veían a sus ídolos por televisión y soñaban con jugar con aquellas canchas estalladas, con cánticos, con papelitos y con todos aquellos condimentos que componían el aura de los estadios nacionales. “Siempre veíamos los partidos de River juntos. Sobre todo los de la Copa Libertadores que jugaba Enzo Francescoli, que para nosotros fue un ídolo”, explicó Oscar, el “Bambino” menor.
El coraje, el valor y la adaptabilidad no faltaron a la hora de apostar, y los ejemplos sobran. Aunque los resultados no fueron los esperados.
Sí, la vida los obligó a pararse una y otra vez. A fines de 1999, Alfredo fue seleccionado con otro grupo de chicos para viajar a Italia y probarse en algunos clubes del Calcio. “Carlos Iramain, de Monteros, había generado una prueba para que gente de allá seleccione chicos de las categorías 85’ y 86’. Después de varias prácticas quedé seleccionado con otros compañeros y nos llevaron a Arezzo, una ciudad que queda a 200 kilómetros de Roma. Ahí estuvimos tres meses con un convenio. En el 2001, volvemos a Italia, pero a Milán. Nos probamos en dos clubes: en Arezzo y en Inter, pero no resultó”, contó sobre aquella experiencia que tuvo como compañeros a Luis Miguel Rodríguez, Mariano Campo y Oscar Álvarez, entre otros.
Apenas volvió, “Bambino” se unió a Unión Simoca y, en 2002, tuvo la oportunidad de debutar en la Primera B de la Liga Tucumana. Aunque la vida le presentaría una nueva oportunidad en el fútbol grande: las inferiores en Racing.
“Los reclutadores me vieron por primera vez en un partido que se jugó en Buenos Aires, y después me volvieron a ver en Córdoba. Después de eso me seleccionaron para sumarme a la Sexta en 2003. Ahí pasé cuatro años y llegué a debutar en Reserva, pero como no me hacían contrato decidí dejar”, describió, mientras reflexionaba sobre aquellas decepciones. “Con 21 años sos joven para la vida, pero grande para el fútbol. Es un golpe duro que sí o sí te mueve el piso porque te obliga a empezar de cero. Necesitás mucho apoyo de tus seres queridos para salir adelante; es complicado porque es como que fallás en tu apuesta. Después de eso llegué a Concepción FC en 2007”, agregó.
En la final del Anual 2011 entre Sportivo Guzmán y Deportivo Aguilares en La Ciudadela, Alfredo anotó uno de los goles que significó la victoria de los “Julianos”. “Es un recuerdo hermoso que marcó mucho mi carrera. Ese día me emocioné porque fue mi primer título. Hay que entender que no es nada fácil ganarla y me siento un privilegiado de vivir ese momento”, comentó.
Oscar se percató de que el fútbol era lo suyo en un torneo nocturno de Arcadia, antecedente suficiente para empezar a entrenarse de manera regular. “Me acuerdo que todos venían a saludarme y no sabía por qué. Cálculo que habré jugado bien”, bromeó.
Primero asistió a La Providencia, aunque después se sumó a las inferiores de Concepción FC, uno de los grandes representantes del sur. Lo más llamativo de su historia fue que no le costó para nada ascender a Primera. Tanto es así que con 14 años sumó sus primeros minutos en la Liga. “Un día me llamaron para jugar en Primera, un partido contra Marapa. Me acuerdo que ese día llegué tarde al colectivo pero lo bueno es que jugué”, contó.
Los “Cuervos” no lo pudieron disfrutar demasiado durante su juventud. Tiempo después del debut, Quilmes vio su potencial y decidió llevárselo a Buenos Aires. “Lo bueno es que compartimos seis meses con el “Bambi” porque él estaba en Racing; entonces ambos estábamos juntos. Pero después, él decidió venirse a Tucumán y yo me quedé hasta 2010. Fue una experiencia tremenda porque vivís con chicos de otras provincias y todos los fines de semanas te estás enfrentando a los equipos que veías por televisión: River, Boca, Independiente… Viajabas a Rosario, a Córdoba, a Santa Fe. Era otro nivel en comparación a lo que podía tener acá en Tucumán”, indicó.
¿Por qué no llegó a Primera? Si bien Oscar reconoce que había tenido buenas actuaciones en inferiores y estaba en la consideración. Pero el hecho de que el “Cervecero” estaba en la Primera Nacional lo complicó. “No había lugar para los chicos del club y no se le hacían contrato a nadie. Después me habló un representante que me llevó a la Candela, que era del CEFAR. Ahí jugábamos unos torneos, pero yo tenía la mente puesta en volver y probar suerte en Atlético o San Martín”, señaló.
La vuelta a la provincia no obtuvo los resultados esperados. “Bambino” menor se probó en el “Decano”, pero frente a las falta de respuestas decidió sumarse a San Ramón. ¿Por qué? “Lo único que quería era jugar. Entonces como me quedaba cerca, decidí sumarme. Después pasé a Newbery y un par de años después llegué a San Jorge, que jugaba el Argentino A”, expresó.
Ese no iba a ser el “palo” más duro del camino. En su estadía en el “Expreso” sufrió una lesión de tobillo que lo marginó de las canchas por un año y ocho meses. “Fue en un partido con Unión del Norte por la Liga. Me sentía con mucha bronca porque no había podido jugar el Argentino A y ya me habían anticipado que iba formar parte de ese equipo. Encima no me podía recuperar y el ‘Bambi’ hizo que me dieran una mano los médicos de Atlético porque él estaba jugando ahí. Recién volví a jugar en febrero de 2015”, detalló. “Después de un año en Amalia, llegué a Deportivo Aguilares. Esa fue la primera vez que llegué a una final, pero la perdimos con Atlético. Lo bueno es que después ascendimos al Argentino B”.
Todos esos condimentos hicieron que el campeonato con el “Tigre” monterizo fuera más que especial. Fue el premio después de muchísimas desazones. “Fue el torneo que más festejamos porque estábamos juntos. Después Atlético me llamó para jugar la Liga y salí campeón dos veces consecutivas”, indicó Oscar. “Creo que, a lo largo de nuestras carreras, compartimos cinco años. Dos en Ñuñorco y tres en Llorens. Eso hizo que nos conozcamos mucho más. Lo admiro mucho porque para mí juega muy bien; tenemos una mirada muy similar del fútbol”, añadió Alfredo.
Todo esto hace que el sueño de ambos sea volver a salir campeones, aunque reconocen que las posibilidades son difíciles. “Mi anhelo es lograrlo una vez más y después dar un paso al costado”, dijo Oscar. “Además estamos en el último año del curso de entrenador, así que creo que me dedicaré a eso”, comentó Alfredo.
Así, la historia de los “Bambinos” dentro del campo de juego parece estar cerca del fin, pero tienen en claro que ahora quieren lograr hitos del otro lado de la línea de cal.