Marcelo Stolkiner: “Debemos estar orgullosos de nuestro teatro”

Marcelo Stolkiner: “Debemos estar orgullosos de nuestro teatro”

El director ejecutivo del Instituto Nacional de Teatro detalla los cambios internos que está implementando desde que asumió en abril. Un replanteo que tenga en cuenta las heterogeneidades y el público. Confirma la realización de la Fiesta Nacional en 2025 y el mantenimiento de la Editorial.

Marcelo Stolkiner: “Debemos estar orgullosos de nuestro teatro”

“Vivimos tiempos que nos obligan y nos exigen a revisar muchas de las cuestiones que se venían haciendo desde el Estado, para generar mejoras que redunden en un Instituto Nacional de Teatro (INT) cada vez más saludable, con mayor capacidad de impactar en las ciudadanías y con más herramientas efectivas para seguir fomentando la actividad artística”.

Mariano Stolkiner mezcla entusiasmo y cautela cuando habla con LA GACETA de su labor como Director Ejecutivo del INT, cargo que ocupa desde abril. El organismo viene implementando cambios internos, mientras reformula su futuro respondiendo a un sello distintivo pensado por su conductor y que resume su objetivo: “Teatro Argentina: potencia a nivel mundial”.

- ¿Cuál es tu balance del INT, abarcando desde su nacimiento?

- El INT cambió el mapa teatral del país. La realidad argentina, con grandes concentraciones de actividad en diferente orden, se registra también en el teatro, pero hoy se ha dinamizado y llega a zonas rurales. El instituto cumplió recientemente 25 años y los tiempos han cambiado desde el origen de la ley; por ejemplo, prácticamente no existían las computadoras y hoy las llevamos en el bolsillo las 24 horas. Se reconfiguró todo el panorama social, se tiene que estar a la altura de la circunstancia y empezar a pensar qué es lo que necesita la sociedad en su conjunto a través del teatro, adecuándose a la actualidad y pensando nuevas lógicas posibles. Necesitamos ver qué y cómo hacer frente a los cambios, a las heterogeneidades que fueron surgiendo.

- ¿Cómo se concretaría?

- Las políticas internas del INT no han variado en mucho tiempo. Hay que revisarlas a través de una mirada que se apoya en lo que ya existía en el inicio, en esa articulación homogénea y transversal en el modo de ponerlas en práctica. Se necesitan generar acciones acordes a cada sector en términos de disciplinas, territorialidades y experiencias. Hay quienes tienen enorme trayectoria y están las nuevas generaciones con gran cantidad de gente que se va incorporando. Conocer las realidades de cada sector, de los que vienen desde hace años y los emergentes, es un desafío. El campo independiente hasta los 90 tenía una identidad mucho más uniforme. Ahora han crecido enormemente el tipo de propuestas en términos estéticos. El INT acoge a una gran cantidad de disciplinas (teatro de texto, danza, circo, musical, teatro para infancias y muchas más). Se debe hacer un mapeo territorial al respecto. Tener en cuenta las diferencias entre un espectador de zona centro y el de una rural, leer cuáles con las necesidades y las maneras de llegar a cada audiencia.

- ¿Qué busca este replanteo?

- El teatro lleva consigo una responsabilidad social. Hay algo fundamental que está en el origen del INT, pero a lo que no se le prestó demasiada atención. El beneficiario principal de cualquier aporte tiene que ser la ciudadanía. Con el tiempo el organismo, de alguna manera, se fue deslindando de este hecho fundante: sin público no existe el teatro. El teatro no es un grupo ensayando en una sala, esa es la previa; el teatro es aquello que sucede a partir del encuentro entre la escena y los espectadores. Siempre debemos tenerlo en cuenta los hacedores. Somos un medio, una herramienta de la cual se puede valer el Estado para llegar con un beneficio a la ciudadanía, destinatario principal de toda propuesta. Cuando el teatrista sólo piensa en su obra como un fin en sí mismo, hay algo que conspira contra la propia existencia del arte y sus razones.

- Habrás escuchado la frase “a mí no me importa el público...”

- Quien dice eso, no toma en cuenta el elemento fundante del hacer. No sólo lo escuché sino que lo profesé en algún momento de juventud. Pensé que era el centro de la obra; al crecer me dí cuenta de que no. Ante mi propia creación teatral, si no tengo audiencia, no encuentro sentido. Obviamente experimento placer en los ensayos, pero es algo del orden personal para mi beneficio. El destino y el hacia dónde debo dirigirme apunta al momento del encuentro con el espectador; si no asiste, me deprimo y prefiero no presentar más la obra. No se fomenta el teatro para darnos trabajo a nosotros como artistas, sino como forma de que la población tenga acceso a los bienes culturales fundamentales para nuestra existencia, cosa que en la Argentina tiene un valor difícil de comparar con otras partes del mundo.

- ¿En qué sentido?

- La Argentina tiene algo fabuloso, una ventaja enorme respecto de otros países: la enorme cantidad de público teatral. La gente se sorprende cuando viene y registra la cantidad de circulación de público, salas y oferta, es un fenómeno único a nivel global. Somos reconocidos por nuestro arte en forma muy particular, es identidad, marca con enorme valor de exportación. No tengo estadísticas, pero tampoco dudas; la Argentina es el país que tiene mayor cantidad de teatro y de hacedores a nivel mundial, también audiencias, y, si se hiciera una medición, debe ser el país con mayor cantidad de artistas de artes escénicas en gira. Desde el exterior me escriben para hacer funciones en mi sala sólo por el hecho de decir que estuvieron acá, les da curriculum. El teatro es un motor productivo, no un hecho romántico del quehacer cultural. No podemos dejar de tener en cuenta los ingresos económicos que mueve para, incluso, otras actividades. Tengo el proyecto de que se declare al país como “capital mundial del teatro” ante la Unesco. Como argentinos debemos estar orgullosos de nuestro teatro.

- ¿Lo cuantitativo de la respuesta del público a un proyecto debe ser determinante?

- Lo cuantitativo siempre es un valor que hay que atender, pero entre otras variables. El problema es si pasa a ser un valor de orden exclusivo. Restarle importancia también sería limitar el análisis. Insisto en mirar las heterogeneidades: no es lo mismo el teatro que se desarrolla en una zona céntrica, con una gran densidad poblacional, al de una periférica donde ésta es mucho menor. Hay que observar y trazar objetivos diferenciados, no todo puede observarse con la misma vara. El modelo actual de evaluación en el INT sólo tiende a valorar la propuesta. Estaría mal hacer lo inverso, me refiero a sólo observar las posibles resultantes. En todo caso, hay que pensar en el modo de desarrollar nuevas audiencias dónde no las hay y sostener aquellas que ya existen.

- Lo independiente es clave...

- La independencia se genera cuando logramos sostener nuestras propuestas más allá del apoyo del Estado, que pasa a ser una herramienta más pero no la determinante o exclusiva; el Estado debe estar presente ofreciendo un servicio de orden ciudadano pero no hay que caer en un sistema de dependencia exclusiva. Cuando empecé a hacer teatro no existía el INT, nos juntábamos y cada uno ponía algo, el teatro igual aparecía. Esto mismo, hoy, con la expansión que se ha dado, en muchos casos, parece una posibilidad un poco más lejana.

- ¿El INT propondrá líneas temáticas para otorgar subsidios?

- Nunca tuve una bajada de línea sobre ejes temáticos hacia dónde debía apuntar mi propuesta para recibir apoyo, censura ni nada por el estilo. Hay subjetividades que existen y están presentes; los jurados definen y allí pueden surgir inclinaciones. En mi caso evalúo el espectáculo desde su concepción para la puesta en escena y en cómo se relaciona con el público al que es dirigido. Si existe una mirada sesgada, no es algo que se profese desde la gestión; serán posiciones particulares. La libertad de creación se mantiene intacta. Reprimir la posibilidad de hablar con la propia voz es pedirle al artista que deje de serlo.

- ¿Qué va a pasar con la Fiesta Nacional a futuro?

- La Fiesta Nacional se mantendrá, celebrándose en este caso durante 2025, es un hecho fundamental, está en la agenda y ya estamos trabajando en definir fecha y lugar, pero hay que pensar en qué tipo de evento se quiere hacer, revisarlo. Son eventos fantásticos y maravillosos, pero no si resultan endogámicos, encerrándose en la propia comunidad teatral. Deben ser los ciudadanos de los lugares donde se realiza quienes estén presentes. Y es importante articular con otros organismos y con el sector privado que se ven beneficiados con la celebración de la Fiesta, que derrama ingresos a sectores como el hotelero y el gastronómico, entre otros.

- Entonces, ¿qué pasó en este año que no se lo hizo?

- Lamentablemente no se pudo hacer, los tiempos se comprimieron. Mi designación oficial salió en abril, el INT comenzó a funcionar entonces. Las fiestas provinciales no estaban hechas porque tampoco se tenía claro cuál iba a ser el presupuesto real con el que íbamos a contar. El INT se financia a partir de asignaciones específicas que vienen de Lotería Nacional y del Enacom. En 1997, cuando se sanciona la ley, la gente jugaba al Prode, a la quiniela, a todo, y teníamos medios de comunicación muy fuertes en lo televisivo, que vendían mucha pauta. Eso fue cambiando, aparecieron las plataformas, la gente tiende a apostar en soportes que no tributan, hubo años de inflación muy alta y un decrecimiento en la recaudación real del Instituto, el consumo cambió, la actividad creció, vivimos en tiempos de una inflación desmedida... todo eso junto fue afectando al presupuesto del organismo.

- El INT concretó ajustes...

- Cuando me tocó asumir, el sostenimiento del aparato interno del INT se consumía casi el 65% de los recursos y sólo el 35% quedaban para fomento, algo lejano de lo que plantea la ley, que fija hasta el 10% para lo interno y el 90% a fomento. Es una realidad que inquieta y sobre la cual hay que trabajar. No puedo comprender, mucho menos avalar, que para llegar con tres o cuatro pesos a una acción que beneficie a la población, para motorizar ese aporte, antes tenga que haber gastado seis o siete pesos en mi propio funcionamiento. Estamos trabajando en una reducción del gasto interno. Hubieron renuncias, se regularizó la planta de personal, se ajustaron costos de alquileres, se revisaron contratos con distintas empresas prestadoras de servicios, entre muchas otras acciones. Tuvimos que tomar precauciones y ver dónde estaban los focos de mayor preocupación. Mantuvimos tres líneas tradicionales de fomento y creamos tres nuevas con lógicas que piensan en la sinergia con las comunidades: proyecto teatral con impacto comunitario (el hacedor debe dar cuenta de la comunidad con la que trabajará); cogestión para gestión de obra entre salas y elenco (con políticas de orden asociativo y no de individualidades); e internacionalización tendiente a aprovechar el potencial a la hora de exportar Marca Argentina. Con un aporte del Centro Cultural de España en Buenos Aires, pudimos articular un programa de formación a nivel federal con docentes de primer nivel que contó con más de 600 inscriptos. Se piensa en qué se invierte la plata y en cómo utilizarla. Debemos ser cuidadosos en el manejo de los recursos porque es la mejor forma de beneficiar a quienes les serán otorgados.

- ¿Se va a cerrar la Editorial?

- En ningún momento se pensó en cerrarla. Este año se está editando de manera digital, no pudimos hacerlo en papel por el costo. Hay lógicas que se vienen instrumentando y que merecen una reflexión: históricamente se han impreso una gran cantidad de títulos y de ejemplares, pero sin tener en cuenta las capacidades distributivas. El fin de toda impresión es que llegue a manos de los lectores, pero si eso no pasa, algo hay que revisar. Me encontré con cajas enteras de libros esperando que alguien los venga a buscar. Siempre hubo buenas intenciones tras las decisiones adoptadas, pero no se puede dejar de ver la realidad. A futuro seguiremos imprimiendo, pero en función de la capacidad real de distribución. También nos fijaremos en qué es lo que se imprime, atendiendo a las heterogeneidades que ya he planteado.

- Está la versión de que se cerrarán representaciones provinciales para pasar a regionales.

- No tengo esa información, ni la escuché. Se dejaron de alquilar locales para cuidar los recursos. El INT está dividido por regiones, más allá de la oficina provincial. Entiendo importante tener miradas de orden provincial y regional, las que deben articularse del modo más efectivo posible. Hay potencialidades que se pierden, y debería aprovecharse al máximo el trabajo en sinergia. En ese sentido, sigo pensando que es fundamental sumar apoyos del sector privado dentro de las políticas que lleva adelante el organismo.

- ¿Por qué no se está llamando a concursos de delegados provinciales con mandato por vencer, como el caso de Tucumán?

- Es algo que debería suceder en el corto plazo. Estamos esperando la intervención de la Oficina Nacional de Empleo Público (ONEP). Queremos modificar el reglamento de los concursos, porque hasta ahora el comité de selección estaba conformado sólo por personas designadas por el Consejo de Dirección, que es integrado por los mismos representantes regionales que son elegidos luego. No me parece la manera más sana respecto a lo que concierne a un concurso público. Por eso, hemos propuesto que el tribunal sea más equilibrado, con presencia de dos personas elegidas por el propio Consejo, uno por la Secretaría de Cultura de la Nación, otra por la Dirección Ejecutiva y la quinta por la ONEP.

- ¿Cómo estás trabajando con el Consejo?

- El trabajo se está articulando de un modo sano, con diálogo, aunque las posturas muchas veces no estén alineadas. Intentamos encontrar un equilibrio. Hay algo de la forma constitutiva del Consejo de Dirección y de la Dirección Ejecutiva que puede derivar en tensiones, como pasó en otras oportunidades, pero ahora no va más allá de algunas miradas dispares. El problema en los cuerpos colegiados es cuando no existen diferencias, redundando en un pensamiento de corte uniforme. El verdadero desafío y crecimiento surge a partir del intercambio entre diferentes formas de pensar.

- ¿Qué implica depender de la Secretaría General de Presidencia?

- Entiendo que esto debería jugar a favor de la Secretaría de Cultura, dándole una mayor celeridad a las tramitaciones que deba llevar adelante, cosa que hoy, dentro de un Ministerio tan grande y con tantas responsabilidades como lo es el de Capital Humano, pueden verse más dificultadas.

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