Una “máquina de tiempo”

Una “máquina de tiempo”

poemario bello y original, en sentido inverso a la chanza de Shaw.

20 Octubre 2024

POESÍA
DEAMBULAR LA INQUIETUD
PATRICIA MERCADO
(Lo Grupal - Buenos Aires)

Patricia Mercado (Buenos Aires, 1962) acaba de alumbrar un libro que invita a ser asociado con una de las zumbonas anécdotas de la fascinante biografía de George Bernard Shaw. Dicen que en cierta ocasión un poeta joven e infatuado acercó a Shaw el borrador de un poemario y quedó a la espera de la evaluación del prestigioso pensador nacido en Dublin. A los pocos días coincidieron en una fiesta y el joven, cual moscardón, se pasó varias horas en el ansioso abordaje a Shaw, quien, ya incordiado, espetó al novel escriba:

-Vea, joven. Sepa que he leído celosamente sus escritos. Créame que sus poemas son bellos y originales.

El joven esbozó una sonrisa entre satisfecha y pedante, como quien dice “ya lo sabía yo”, pero sin hesitar, Shaw añadió:

-Sin embargo, en sus poemas encontré un problema cuya solución desconozco. Los poemas bellos, no son originales. Y los que son originales, no son bellos.

Pues bien: la historieta viene a cuento de Deambular la inquietud, un libro, el de Mercado, superador del sarcasmo de Shaw: es bello y original.

Bello por una impronta poética capaz de salir indemne de las tentadoras trampas de las cursilerías, los lugares comunes y los automatismos, que no son otra cosa que ropajes que nos ponen a salvo de un papelón, mas no de la severa vara de la mediocridad.

Y original porque aborda los temas más presentes y candentes de la condición humana munida de una lupa sostenida por un coraje intelectual a prueba de las más crueles y andanadas y, sobremanera, por un compromiso vital y existencial que más de cuatro vacas sagradas de las tribus argentas ya quisieran disponer. Dicho de otro modo, Mercado es observadora y observada. Objeto de estudio y estudiosa ella, aguda, metódica y dueña de una suerte de don ajedrecístico: puede ver, y de hecho, ve, tres o cuatro jugadas delante de lo que a primera vista deja deducir la partida.    

Desconocida como escritora para lo que se da en llamar “el gran público”, el que connota masividad, Mercado ha dedicado gran parte de su vida a poner en acto su condición de psicóloga social, grupalista, investigadora, coordinadora de talleres de creatividad y arteterapia, en fin, de esto y aquello en el contexto de una mixtura de saberes de compleja localización y a la vez de notable fecundidad.

Autora de cientos de ensayos en revistas del universo psi, Mercado había publicado dos libros de poemas, ambos a través de Alción Editora: en 2004, Diccionario de Equívocos (con Walter Vargas) y en 2011 Carne sin luz, una travesía sin desperdicios que la crítica ignoró olímpicamente. Allí destacan gemas del tipo de “tengo la prudencia de morir una vez al día”, “si fuera Dios/siete días hubieran transcurrido/y todo estaría por hacerse” y “dolor/este cuerpo inmenso como patria”, entre otros.

En flamante Deambular la inquietud, Mercado desanda unos cuantos caminos, ofrece tributos (por caso: a uno de sus maestros, el ya desaparecido filósofo argentino Juan Carlos De Brasi, de obra copiosa y más valorada en España que en su tierra natal), postula que un libro es “una máquina de tiempo” y en un arrebato de optimismo místico deja abierta una puerta que más vale nos valdría considerar: ¿Todo vuelve a nacer, mientras la muerte come, lenta?

© LA GACETA

Walter Vargas

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