Llegaron apuradas. Se disculparon y aclararon: “Es el ritmo de vida de los trabajadores de la salud pero estamos a punto de entrar a otro mundo”. Las licenciadas en Psicología, Fátima Jerez y Lorena Pérez Reid, estaban a punto de presenciar el último ensayo de la obra “La pasión de decir”, y ver cómo el fruto de su trabajo junto al de la profesora de teatro Alejandra Muntaner, cobraba vida.
Las nueve actrices que encendieron el escenario con cada una de sus llegadas son usuarias de la Unidad de Salud Mental del hospital Avellaneda, que desde 2015 realizan actividades relacionadas al arte como el teatro, la escritura, música, entre otras.
La obra lleva como título el nombre de un cuento de Eduardo Galeano, con el que ellas trabajaron para, a partir de allí, contar alguna experiencia que las marcó.
Así crearon, interpretaron e incluso se encargaron del vestuario y la escenografía.
“El escenario está lleno de objetos que son recuerdos, amores y desamores. Que son infancia, juegos, miedos e historias sonrojadas”, dijeron mientras invitaban a escuchar.
¡A jugar!
“Esa mujer de Oslo vestía una falda enorme, toda llena de bolsillos, y de los muchos bolsillos iba sacando papelitos, uno por uno, y en cada papelito había una buena historia para contar”, se lee en un fragmento del relato del escritor uruguayo que inspiró a Amalia, Elena, Mily, Vilma, Olga, Beatríz, Susana, María Rosa y Silvia, las pacientes.
“Lo que nos permite lograr este dispositivo es la expresión del padecimiento subjetivo a través de distintas estrategias o propuestas artísticas, en las que se generan nuevos escenarios, nuevos textos, nuevas narrativas”, explicó la licenciada Jerez.
Y ahondó: “Justamente lo que trabajamos en la obra es la narración de historias que en algún momento tal vez fueron situaciones traumáticas. Pero que puestas en el escenario, en otro contexto, con otra compañía y con la coordinación del equipo de salud mental de la profesara Muntaner, cobran otro sentido”.
Así, cada una encontró un significado distinto que llevó a escena a su manera. Con crudeza; con dulzura; con inocencia; con tristeza; con nostalgia.
“Tenía siete años, recuerdo ese mediodía”, relataba una de ellas para abrir las puertas a un relato que le recordaba la primera vez que se sintió avergonzada y cómo hoy lo puede mirar de otra manera.
Pedazos de historia
“El padecimiento subjetivo por el que estas pacientes se apoyaron en el hospital Avellaneda tiene que ver con el sufrimiento, con aquellas cosas que nos aquejan y que a veces tienen una larga data”, detalló la psicóloga.
En este caso, para algunas de ellas, esos padecimientos representaban una jaula, lo que quedó reflejado en una de las escenas donde la protagonista se retrotrajo a su juventud y mencionó: “En mi mente podía reír, podía jugar pero quería salir de allí”.
“Las personas sufren de mucho dolor, angustia o inhibiciones. Distintos síntomas que son los que llevan a la consulta en el servicio de salud mental”, agregó la profesional que forma parte de un área que decidió usar una herramienta más a las terapias que ya ofrecían.
Crear lazos
Cada relato puede tocar una fibra particular en los espectadores y a pesar de que abiertamente, ninguna de las pacientes llama a la reflexión directamente, sus historias sí lo hacen.
Según las especialistas, esa conexión que logran puede estar relacionada con los lazos que crearon en este proyecto.
“¡Lo hiciste tan bien!”; “¡ya casi te sabes todo el texto!”; “se te ve tan linda en escena”, se decían entre ellas al finalizar su último ensayo antes de su presentación ante familiares e invitados en el Centro Cultural Virla.
Es que además del sostén del Ministerio de Salud, las mujeres también recibieron el apoyo de la Secretaría de Extensión Universitaria de la Universidad Nacional de Tucumán que les prestó este lugar para la obra de mañana.
“Este espacio que es complementario a la psicoterapia individual abre otros caminos de vínculos saludables gracias a estos encuentros con el otro”, destacó Pérez Reid, a la vez que puntualizó: “allí comparten experiencias de vida, escuchan a su par y a sí mismas. Es riquísimo todo lo que se puede lograr desde lo colectivo”.
No obstante, ellas no son las únicas que ven los efectos positivos, sino también los profesionales que las acompañan. “Hoy en día estamos bastante desbordados no solamente en demanda, sino también en la complejidad de las presentaciones de los padecimientos por lo que contar con un espacio tan creativo y lúdico, también nos ayuda a repensar nuestra práctica y modos de intervención”, reflexionó Jerez.
Así, en esta iniciativa se responde al llamado de la Organización Mundial de la Salud a reinventar las estrategias del cuidado en la salud mental, a la vez que se canalizan emociones con un enfoque diferente.