Qué difícil que le resulta a los peronistas conmemorar el Día de la Lealtad. Los justicialistas están menos unidos por los ideales del creador del partido y más dominados por la coyuntura. Lo mismo que les achacaban a los radicales, hoy es una realidad en el PJ. Donde hay dos referentes, hay una interna. Nada es como ayer. Las tensiones afloran en la víspera de este 17 de Octubre, con actos que mostrarán que aquella unidad no es precisamente el signo de los nuevos tiempos de la dirigencia que intenta reflotar tras la derrota ante un economista libertario que le ganó más desde las plataformas tecnológicas que de las electorales.
Para Cristina Fernández de Kirchner, “Primero la patria”, tal como dice el lema que eligió para competir en las internas partidarias del 17 de noviembre. Para el gobernador riojano Ricardo Quintela la consigna es “Federales, un grito de corazón”. El cierre de las listas será este sábado. Las conversaciones se suceden pero, tal como está la cosa, es imposible que haya una lista de unidad. En medio de esta disputa, Osvaldo Jaldo no ha definido qué hacer en el distrito. Si acompañará a Cristina o si, por el contrario, se inclinará por su par de La Rioja. En ambos lados lo miran con desconfianza. El acercamiento del tucumano, por más institucionales que sean sus intenciones, lo ha puesto bajo la lupa peronista. Al mandatario provincial eso no lo inquieta. Más bien piensa que si el ministro de Economía, Luis Caputo, cumple la palabra empeñada, otra vez, ayer respecto del financiamiento de las obras prioritarias en territorio tucumano, la lealtad pasará por allí, por acompañar las decisiones de la Casa Rosada en la medidas que éstas sean convenientes para la provincia. Ese es el discurso de Jaldo. El tranqueño recorrió varios despachos del edificio de Balcarce 50. Mantuvo un encuentro formal con el jefe de Gabinete, Guillermo Francos. Se encontró nuevamente con el vicejefe de Gabinete del Interior, Lisandro Catalán, con quien el lunes recorrió las obras en la cárcel del Benjamín Paz. Y estuvo muy cerca de los operadores del presidente Javier Milei, esos que difunden las acciones del libertario. Quienes lo frecuentan señalan que “ni en la gestión kirchnerista, mucho menos en la albertista, Jaldo tuvo tan abiertas las puertas de la Casa Rosada como en estos últimos tiempos”. La frase muestra la sintonía fina cosechada a lo largo de los últimos 10 meses.
La realidad y los hechos juegan contrarreloj. El gobernador quiere terminar el año cortando cintas y, además, garantizar que su administración de gobierno lo hará al menos durante el primer trimestre del año electoral. En ese período, el titular del Poder Ejecutivo cree que podrá consolidar su imagen y trascender en el primer test electoral que se le avecina. Se siente cómodo en la ancha avenida del medio. Hoy no avizora más oposición que la propia. Jaldo no reniega de aquella sintonía fina con la gestión de Milei. “Haré lo que sea conveniente para todos los tucumanos, no para un sector político”, responde cuando se le consulta sobre las consecuencias políticas del acercamiento con el libertario.
Falta casi un mes para la interna nacional y en Tucumán se preguntan qué hará Jaldo y cómo jugará en ese proceso de normalización de autoridades. Cristina Fernández de Kirchner no comulga con el gobernador tucumano, más aún con las veladas críticas que lanzó tras la votación en la Cámara de Diputados que mantuvo el veto de la ley de Financiamiento Universitario, con los tres votos del bloque Independencia, entre otros. Las diferencias entre el tranqueño y el kirchnerismo son más antiguas. La más visible fue en los primeros días de septiembre de 2021 cuando la entonces vicepresidenta envió al senador y principal colaborador Oscar Parrilli a Tucumán para que lo convenza de aceptar un cargo de director del Banco Nación cuando Juan Manzur fue convocado como jefe de Gabinete de Ministros de la administración de Alberto Fernández. Jaldo interpretó que lo querían sacar por encima. No aceptó y, en definitiva, quedó interinamente al frente del Ejecutivo durante 513 días en ausencia de Manzur. “Si quiere estar en el PJ, que lo defina él. Nosotros seguiremos adelante”, dijo una referente muy cercana a Cristina respecto de Jaldo.
El distanciamiento con Quintela es más reciente. El riojano fue uno de los que despotricó contra Jaldo cuando el tucumano decidió apoyar la Ley Bases y las diferencias fueron in crescendo cuando el gobernador decidió apartar, en la Cámara Baja, a Agustín Fernández, Elia Fernández de Mansilla y a Gladys Medina del bloque Unión por la Patria. “Hay gobernadores que no hicieron autocrítica en sus distritos; algunos ganaron con poco; otros perdieron, y ahora me vienen a apuntar con el dedo”, señala Jaldo respecto de las diferencias internas en lo que fue la liga de gobernadores justicialistas.
Mañana, en Bella Vista, Jaldo volverá a subirse a un escenario. Esta vez en el Día de la Lealtad, en el que, durante su discurso, explicará a la militancia cuál es la estrategia de su gestión y por qué ser dialoguista no significa arriar las banderas peronistas. “A mí nadie me puede venir a medir con el peronómetro; desde 1983 vengo militando, siendo un peronista en tiempos de gestión de un radical como Raúl Alfonsín. Soy leal a la causa: primero la patria (Tucumán); luego el movimiento (los militantes) y, finalmente, los hombres (las cuestiones personales)”, indica el gobernador.
Posibles ausencias
Es poco probable que a la convocatoria, que arrancará a las 17 en el Club Sportivo Bella Vista, asistan Manzur y su par en la Cámara Alta, Sandra Mendoza, que exteriorizó sus diferencias con la actual gestión provincial. Todavía queda en la retina aquella imagen de vacío que, en Famaillá, sintió el ex mandatario provincial, durante la Fiesta de la Empanada, a la que también iban a asistir Jaldo y sus colaboradores.
Tras su incursión por Buenos Aires, Jaldo regresará con la sensación de que el Gobierno nacional cumplirá con la palabra empeñada. Tiene autonomía de vuelo financiero hasta fines de año. La gran pregunta que flota en la nebulosa política es: ¿la lealtad, con lealtad se paga? El peronismo está, otra vez, frente a una encrucijada política.