No es la primera vez que sucede, pero es a lo que se exponen los museos que desean correrse un poco del espacio instituido, del centro, se podría decir. ¿Confundir el arte contemporáneo con basura? ¿Y por qué un trabajador de limpieza debería tener claro qué es eso que los artistas denominan arte? Se conoce que muchos críticos y no tanto, consideran a gran parte del arte conceptual y/o contemporáneo como una basura. Pero ese no es el tema de esta nota.
Hace menos de una semana en un museo neerlandés se encontró en la basura una de sus obras, que se parece a dos latas de cerveza vacías, después de que un empleado la tirara pensando que eran residuos. La obra del artista francés Alexandre Lavet, titulada “Todos los buenos momentos que pasamos juntos”, se asemeja a primera vista a dos latas de cerveza vacías, una de ellas aplastada.
Se trata de dos latas meticulosamente pintadas a mano en acrílico. “Se invirtió mucho tiempo y esfuerzo en crearlas”, aseguró el museo. Sin embargo, su valor artístico escapó a un técnico, que las tiró a la basura mientras estaban expuestas en el hueco de un ascensor de cristal. Froukje Budding, portavoz del museo LAM de la ciudad de Lisse, en el oeste de Países Bajos, explicó a AFP que las obras de arte se colocan a menudo en lugares insólitos, de ahí su exposición en un ascensor. “Intentamos sorprender al visitante en todo momento”, argumentó. La conservadora Elisah van den Bergh volvió de un breve descanso y se dio cuenta de que las latas habían desaparecido. Recuperó la obra de una bolsa de basura justo a tiempo, cuando estaba a punto de ser tirada. “Ahora hemos colocado la obra en un lugar más tradicional para que pueda descansar después de su aventura”, dijo Budding a AFP.
La noche anterior
En 2015, una empleada de la limpieza del Museo Bolzano de Milán tiró por error una obra de arte creada por el dúo de artistas vanguardistas Sara Goldschmied y Eleonora Chiari. La BBC dio cuenta que la obra denominada “¿Dónde vamos a bailar esta noche?” estaba formada por una serie de botellas de champán, confettis y desperdicios de una fiesta finalizada. Y la mujer lo confundió con restos reales de la noche anterior. La instalación de las creadoras pretendía representar el hedonismo y la corrupción política de los años 80. La empleada, por su parte, creía que su labor era limpiar “el desastre” que había en la sala y organizó toda la basura en bolsas para reciclar.
En una bolsa de residuos
En 2004 una situación similar se planteó en la Tate Britain: una empleada del servicio de limpieza tiró por error una bolsa de basura que formaba parte de una exposición de arte moderno en Londres. La obra fue recuperada a último momento en el contenedor de basuras del museo cuando el conservador se dio cuenta de su desaparición. Esa obra-bolsa de basura fue realizada por el artista alemán Gustav Metzger en 1960 y titulada sobriamente “Nueva creación de la presentación pública de un arte autodestructivo”. Y en 2001 el artista británico Demian Hirst sufrió una desventura similar, cuando una de sus composiciones, un cenicero lleno de colillas y de paquetes de cigarrillos vacíos, fue arrojada a la basura por una empleada de la limpieza.
“Accidentes” locales
La ex directora del Museo Casa de la Independencia, Cecilia Guerra, contó que no había tenido esa experiencia; “antes de cualquier instalación se realizaban reuniones para comunicar a todos los empleados qué se estaba por hacer”, precisó.
En junio de 2018 se inauguró la muestra “Visibilizar lo invisible” con la participación de 13 artistas en el Museo Timoteo Navarro. El curador no quedó conforme con una mancha de humedad en un inmenso cubo blanco (en el centro de la sala) e intentó taparla con una escalera. Minutos antes de la inauguración el personal de limpieza la retiró, pero el curador la repuso y quedó expuesta como otra obra (la escalera apareció citada en el mismo año, en el Salón del MUNT cuando el grupo El Bondi presenta “Duty Free”, una zona franca con una feria de copias).
A Pablo Guiot le ocurrió otro accidente. “En un salón en Buenos Aires participé con una obra muy pequeña 'Autorretrato sobre petardo”. A alguien se le “traspapeló“ durante el montaje y no pudo ser vista por el jurado de premiación”. El reconocido artista reflexionó: “es interesante ese espacio de confusión que genera el arte contemporáneo con el límite de lo que es arte y lo que no lo es dentro de las paredes de un museo o galería entre el personal y el público no especializado. A mí me ocurrió en una visita a la Bienal de San Pablo, que dudé de usar un mingitorio en un baño pensando que eso podía ser una obra”.
Pablo Ríos cuenta que le pasó con la obra de un amigo que creyeron que era ripio de demolición y tuvo que increpar a los empleados de limpieza y encima le discutían que entorpecía con la entidad. “Yo creo que la culpa es de la cabeza de la institución que no se toma el trabajo de formar a la gente que trabaja en el espacio. Eso, pienso, ocurre porque se subestima a las personas de acuerdo a su rango o condición. Si no tienen formación mínima, no son piezas que por supuesto van a la pregunta de qué es arte, que no parecen ‘obras’ porque juegan con ese límite. Esto ocurrió en el MUNT con unas obras minimalistas hace 20 años”, contó.
Bruno Juliano recuerda que en una edición del Salón Carlos Navarro, en la Facultad de Artes, un empleado olvidó devolver (y retirar) un trabajo que no había sido seleccionado ni premiado, en 2012. “Diez años después inauguramos un ciclo de muestras con obras de la colección que comenzó con la exposición de ‘Ingeniería de la necesidad’, (la obra en cuestión) de Gabriel Chaile. En ese momento Chaile exponía en la Bienal de Venecia.
También pasó en Hong Kong: la obra “Unhappy Meal”, una escultura de cartón, fue tirada a la basura por error
En 2018 la obra “Unhappy Meal” (“Cajita no feliz”, en español) creada por la artista Carol May terminó en un tacho de basura al ser confundida con una cajita feliz verdadera de Mc Donald’s. La escultura de cartón, en realidad, se parece al menú infantil, aunque tiene una carita triste impresa en lugar de una feliz, como hace la cadena de hamburguesas. El trabajo de la artista suiza fue confundido por el personal de limpieza del hotel Marco Polo de Hong Kong, que tiró la obra a la basura. Ante el error, se intentó salvar la “cajita infeliz”, pero estaba muy dañada. La pieza, valuada en U$S364, forma parte de una serie de 30 réplicas y era expuesta en una feria de arte de China en la que participaba la galería suiza de la que forma parte Carol May.