Hoy y mañana, en la sala Orestes Caviglia (San Martín 251) se realizará la tercera edición del Encuentro Intercolegial de Teatro RevelArte, con entrada libre y gratuita y la participación de elencos vocacionales de 21 escuelas y la intervención directa de unos 500 alumnos en las dos jornadas. Entre las instituciones intervinientes figuran las escuelas Especial para Sordos Próspero García, Manantiales Sur, Mercedes Sosa, Eudoro Aráoz, Colegio del Sol, Secundaria Lomas de Tafí, Colegio María del Rosario, Centro de Sía El Taller y el Instituto John Kennedy, entre otras. Está declarado de Interés Cultural y Educativo.
“Este evento surgió desde la necesidad de generar un espacio presencial luego de la pandemia para las y los adolescentes, que había sido el grupo etario más afectado por el aislamiento preventivo. De hecho, hoy seguimos viendo y viviendo situaciones de extrema angustia en ellos. Brindar la posibilidad del compartir por medio del arte tan completa y compleja como es el teatro nos impulsó a seguir adelante. Desde lo estrictamente artístico, aporta experiencia, vivencias nuevas, abre la mirada desde lo humano, es un alimento al alma, una posibilidad de expresar sensaciones y emociones”, le dijo a LA GACETA la organizadora, Jackie Anastasio Salas, quien remarcó que este año habrá una extensión a Lules, el viernes 25.
- ¿Cuáles obras se presentarán?
- Tenemos obras de autor como “Bellos cabellos, el reglamento es el reglamento”, de Adela Basch; “Yo, adolescente”, de Esther Trozzo; “Un e-mail para la abuela”, de María Inés Falconi, adaptaciones de “La casa de Bernarda Alba” (foto) y “Mariana Pineda”, de Federico García Lorca; “Leyenda”, de Libertablas y creaciones colectivas basadas en textos de Eduardo Galeano, entre otras. Este año, desde el Kennedy hicimos una experiencia interinstitucional riquísima con una producción junto a la Escuela para Sordos; como era de esperarse, se superaron los obstáculos y los prejuicios los tenemos los adultos, y crearon vínculos sin tener en cuenta que manejaban distintas lenguas. El teatro fue el puente para verlos jugar, compartir y finalmente abordar una producción teatral.
- ¿Cómo es trabajar teatro en las escuelas?
- Es un trabajo que va muy de a poquito: primero tenemos que sembrar esta semillita maravillosa que es la mostrarse, perder el miedo al ridículo, activar la creatividad maravillosa que tienen y que a veces se ve opacada por el uso continuo de las pantallas. La diferencia con un grupo de teatro independiente se da más que nada en la primera parte, porque los chicos y las chicas, sobre todo quienes no van a instituciones con orientación artística, no se imaginan al principio mostrando su trabajo; después el proceso es similar con la intensificación de ensayos, búsqueda de espacios y finalmente en lo que más se parece es que terminamos vaciando la casa, llevándonos muebles o utensilios para la obra, tanto docentes como alumnos.
- ¿Cómo se articula la expresión artística con la educación formal?
- El teatro es fundamental en los trayectos escolares porque brinda herramientas técnicas desde lo vocal y lo corporal para desenvolverse más fácilmente en situaciones de exposición. Además, potencia la sensibilidad, la capacidad de autoría, la mirada crítica, la posibilidad de ver las cosas y la vida desde otros lugares posibles. Más allá que desde los contenidos curriculares específicos, te permite trabajar transversalmente con cualquier materia y te posibilita pasar el conocimiento por el cuerpo.
- ¿Sirve para diagnosticar lo que les interesa?
- Es una herramienta indispensable para poder ver con claridad las necesidades de un grupo en un ambiente cuidado donde exponen sus inquietudes, y te das cuenta de las problemáticas. En sus trabajos salen temas muy positivos y otros como el suicidio, el bullying, la inseguridad, la violencia... Lo importante es poder escuchar y proponer alternativas. En lo personal hago uso del Teatro del Oprimido de Augusto Boal. Lo importante es instrumentarlos para que vean otras realidades y no dejarlos con más angustia. Paulo Freire habla de la pedagogía de la esperanza como herramienta para romper la opresión y sacarnos de la pasividad y el conformismo, para desarrollar una conciencia crítica y construir la capacidad para cambiar. Me gusta pensar en esta actividad como posibilidad de cambio, proponer otra mirada, pensar el teatro como refugio y como resistencia, un lugar privilegiado donde podemos volver a jugar, a reír, a llorar sin ser juzgados o censurados, donde el hecho artístico nos posibilita y habilita a construir pequeñas nuevas realidades en un mundo más justo, más equitativo y más feliz.
- ¿Estas experiencia son la puerta de entrada a una carrera artística, aunque no sea ese el objetivo?
- Me encanta pensarlo desde ese lugar, esa semillita de la que hablaba antes, en muchos casos prende, crece y se multiplica. Cuando nos pica el bichito maravilloso del escenario, es muy difícil dejarlo de lado. Por eso también es muy importante que la experiencia pase por una sala, con público, con luces con sonido, con la magia única del ritual que solo se puede construir con el otro en comunión.