Es de suponer que las personas que acceden a los claustros están interesadas en el conocimiento y el desarrollo integral para comprender el crecimiento de la sociedad en la que viven no solo ellos sino sus congéneres. Al menos en Argentina esos accesos no requieren exámenes de ingreso sino simplemente la presentación de certificados de estudios secundarios concluidos. Al mismo tiempo significa que los estudios superiores dependen económicamente del dinero de sus padres, demás familiares y amigos por medio de los impuestos que abonan para el sostenimiento de los centros académicos donde estudian y que más adelante los avalarán para ejercer una profesión con la que definirán su sostenimiento. En consecuencia, la única finalidad en cinco o siete años debiera ser estudiar y comprender el avance científico y tecnológico. No obstante, se observa que los estudiantes de algunas facultades, no todas, se preocupan y dedican a sesiones, asambleas, marchas, reclamos y exigencias descuidando evidentemente la esencia de sus objetivos. Pero, al mismo tiempo, orientan sus reclamos a otros niveles y no a los que están más cerca, como son sus decanos, directores de programas y rectores, quienes directa o indirectamente administran los dineros aportados por la sociedad mediante tributos que cada vez son más onerosos. Al menos en la UNT, por versión periodística escrita, tiene en su haber varios temas económicos sin resolver relacionados con la “ciudad universitaria” y la Facultad de Educación Física; sin embargo han pasado cuatro rectores y tampoco el Gobierno nacional ha reclamado tales informes. De igual manera la dirigencia estudiantil gasta ingentes sumas de dinero en publicidad partidaria sin conocerse las fuentes de financiamiento. En instituciones particulares de estudios superiores, cuando los alumnos, luego de varios semestres denotan poca capacidad de estudio, son invitados a retirarse, devolviéndoles sus expedientes, pese al pago de sus mensualidades. La razón es clara: cuando hay mucha afluencia, se requiere más personal académico, sobre todo para las prácticas, amén de espacios para teoría y práctica. Además, en todo sistema económico todo gasto implica una factura con la que se justifique la inversión realizada; de esa manera se realiza el equilibrio entre el ingreso y egreso, evitando la corrupción. Pocas veces se observa en los reclamos de aumento del presupuesto la exposición de los motivos y la presentación de los documentos justificativos. Empero, se claman aumentos.
Fernando Sotomayor
J. B. Alberdi 139 – S. M. de Tucumán