La psicología detrás del riesgo: ¿por qué algunas personas disfrutan poner en peligro su vida?

La psicología detrás del riesgo: ¿por qué algunas personas disfrutan poner en peligro su vida?

Las posibilidades de muerte se hacen cada vez más inminentes en las actividades de alto riesgo, sin embargo hay quienes las eligen con satisfacción ¿a qué se debe este fenómeno?

¿Por qué algunas personas disfrutan de poner en riesgo su vida? ¿Por qué algunas personas disfrutan de poner en riesgo su vida?
08 Octubre 2024

Montañas inmensas, submarinos experimentales, caídas libres o viajes sin seguridad, son algunas de las aventuras que resultan ser rutina en el itinerario de algunas personas. Poner en riesgo la vida puede no ser un plan atractivo para muchos pero para otros supone una experiencia casi obsesiva. ¿Qué sucede por las mentes de quienes eligen el peligro?

Hay quienes les llamarán valientes y otros que los tildarán de imprudentes, pero existen personas que eligen poner en riesgo su vida, consintiendo incluso papeles que avisan que las posibilidades de muerte son bastante altos. No son pocas las personas que eligen actividades o deportes de riesgo como saltos en paracaídas, viajes en submarino o escaladas por rocas empinadas.

“Adicción a la adrenalina”: aquellas personas que aman el peligro son incansables “buscadores de sensaciones”

De acuerdo con el profesor en psicología, el Dr Ken Carter de la Universidad de Emory existe un fenómeno que puede explicar aquellas decisiones, descabelladas para algunos. “Adicción a la adrenalina” es el nombre con el que a veces es mecionada aquella actitud, pero que el especialista describe de otra manera.

Cuando hablamos de adicción nos referimos a la búsqueda compulsiva de ‘algo’ que provoque placer, muchas veces a pesar de sus consecuencias negativas. Con frecuencia lo relacionamos al consumo de estupefacientes y sustancias como la bebida en un sentido clínico, pero lo cierto es que según Carter, “puede no ser necesariamente la adrenalina lo que se estén buscando”.

“Hablamos y pensamos en ellos como 'adictos a la adrenalina', pero en realidad lo que buscan son sensaciones. Buscan sensaciones inusuales de la mente, de los sentidos, de sensaciones físicas también, y lo hacen a pesar de los riesgos que eso puede conllevar”, revela Carter.

A la vez el especialista destaca que estas personas van más allá de los riesgos que pueda implicar aquella búsqueda. “Sabemos que todos somos buscadores de sensaciones de algún tipo, pero los buscadores de sensaciones intensas buscan a pesar de los riesgos. Y hay algunas características psicológicas y fisiológicas interesantes que pueden hacer que no necesariamente perciban esas cosas como riesgosas”.

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Un cerebro que funciona diferente: ¿por qué estas personas disfrutan de ponerse en riesgo?

Carter señala que el cerebro de las personas que buscan sensaciones intensas muchas veces funciona diferente de las que no simpatizan con aquellas experiencias. “Una de las sustancias químicas que hay en nuestro cuerpo y que nos prepara para la reacción de lucha, huida o parálisis se llama cortisol. Organiza los sistemas de nuestro cuerpo para ayudarnos a luchar contra una amenaza percibida. Por eso, las personas que no buscan sensaciones, tenemos mucho cortisol cuando nos rodean cosas que podrían generar algún peligro o incluso curiosidad. De modo que nuestro cuerpo las percibe como peligrosas.”

Así destaca Carter que en la mente de los amantes del peligro, este proceso químico es diferente, lo que les permite disfrutar de poner en riesgo su vida. “Los buscadores de sensaciones intensas pueden estar en entornos realmente caóticos, pero no emiten las mismas alarmas químicas, por lo que no segregan tanto cortisol y sus cuerpos no perciben esas situaciones como estresantes. Pero al mismo tiempo, tienen otra sustancia química que todos tenemos llamada dopamina, que está asociada con el placer. Durante esas experiencias altamente caóticas, segregan más dopamina y menos cortisol. Por lo tanto, esas cosas que parecen realmente peligrosas para el resto de nosotros les parecen más emocionantes y menos aterradoras”, concluye el psicólogo.  

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