Festival del Teatro: una obra hablada en español y mapudungun

Festival del Teatro: una obra hablada en español y mapudungun

Desde Chile llegó “Buscando a Kay Kay y Xeng Xeng Vilu”, sobre la lucha entre dos serpientes.

Festival del Teatro: una obra hablada en español y mapudungun

Los pueblos originarios ganaron la escena mediante la propuesta “Buscando a Kay Kay y Xeng Xeng Vilu”, a cargo de Tryo Teatro Banda, llegado a Córdoba desde Santiago de Chile para intervenir en el 12° Festival Internacional Córdoba Teatro para la Infancia y la Juventud. En este caso, la reivindicación se enfoca en los mapuches, planteados en el comienzo de la obra como los verdaderos habitantes iniciales del sur chileno y argentino según los dúctiles actores-músicos Francisco Sánchez (director además de la puesta) y Martín Feuerhake.

La obra comienza con los protagonistas presentando con detenimiento los instrumentos que forman parte de la sonoridad mapuche, tanto en su sonido, su origen, su utilidad y su nombre original (kultrún, trutruka y ñolkil, entre otros). De este modo, introduce al público en el planteo bilingüe de la propuesta hablada en mapudungun y castellano. También intervienen instrumentos occidentales (guitarrón chileno de 14 cuerdas, acordeón y guitarra española clásica), y títeres de lana confeccionados por una artesana mapuche con elementos tradicionales, lo que refuerza simbólicamente el mensaje.

Desplegado con recursos de la narración oral escénica y con una cuidada, aceitada y acertada complementaridad entre los dos artistas, la historia remite a un viaje del dúo para conocer los relatos de los ancianos de esa etnia, que obviamente hablan en su lengua natural para desconcierto inicial de los visitantes.

Canciones, onomatopeyas y voces se intercalan luego para describir -según los recuerdos de un abuelo- la lucha entre dos serpientes (culebras, al decir de los chilenos) para castigar o salvar a un pueblo que ha descuidado la naturaleza, la dañó fuertemente por la explotación capitalista, se olvidó de sus raíces por el impacto de la tecnología con celulares invadiendo la vida cotidiada y avaló la megaminería extractivista.

Y al plantear este hecho, se remite al mito de los animales cuyos nombres están en el título: dice la leyenda que, para castigar a los hombres, la enorme serpiente marina Kay Kay provocó un diluvio que inundó la tierra que habitaban los mapuches hasta que comenzaron a morir ahogados, hasta que Xeng Xeng logró la autorización de hacer crecer las montañas para que un puñado de ellos sobreviviesen y repoblasen ese suelo, en una segunda oportunidad para hacer las cosas como corresponde, con el cuidado del ambiente como objetivo principal. Aprender a vivir de nuevo y de una forma colaborativa para a ser lo fundamental, con elementos simbólicos como un cántaro contra el egoísmo.

La eterna batalla entre ambas serpientes se mantiene en la actualidad y son los hombres de hoy quienes deben resolver qué nos pasará. Sánchez y Feuerhake cumplieron con su parte con gran eficiencia y prestancia, en una atractiva presentación que satisfizo al público que estaba presente, con más adultos que niños.

Una voz cerrada

Lo que primeramente la obra “Buscando...” rescata es la lengua de los mapuches, que contiene en sí misma una musicalidad especial. Es que hay preguntas que se disparan a continuación: ¿qué y cuánto se calla cuando la voz huye? ¿Cómo hacer para que quien quedó mudo recupere la posibilidad de hablar? ¿Se podrá soportar lo que hay por decir?

“El Niño Sirena”, de la Comedia Infanto Juvenil del Teatro Real, se centra en Adrián, quien llega al mar por primera vez y conoce a Greta, con quien habla, canta y juega. Al verano siguiente, vuelve con su familia, pero su amiga descubre que él perdió su voz y sus ganas de jugar. Una tarde, una enorme ola lo arrastra al fondo del mar y Greta lo ayudará a salir de allí, donde es acechado por diversas criaturas, incluyendo a un temible monstruo.

Un musical planteado con simpleza (con un trío de juglares que hablan y cantan en rima) pero que encierra el mensaje más profundo de todos los que se vieron en el festival, encarado como un llamado de atención a los padres y maestros y para la identificación de los jóvenes. En su desarrollo cumple con creces ambos propósitos desde la claridad de un planteo que enuncia estrictamente lo necesario para que se comprenda de que se está hablando, sin caer en estridencia o escándalo.

El acertado uso del humor y de la ironía (centrada en el comportamiento de los adultos y no en la conducta de los niños), sin que ello se aleje del objetivo de la puesta, refuerza los giros dramáticos en la parte medular sobre las consecuencias del abuso infantil (con la carga de la culpa y la vergüenza, que silencia a las víctimas y de la falta de comprensión de parte de quienes deberían protegerlos), donde con frases simples y sobreentendidos queda todo expresado. Ni siquiera los problemas técnicos que afectaron la función perjudicaron la experiencia.

Encontrar las palabras adecuadas y poder decirlas será clave para salvarse, en la obra representada por el elenco joven integrado por Matías Etchezar, Eugenia Hadandoniou, Diana Lerma, Lautaro Metral, Pedro Parolini, Eric Venzon, Florencia Boasso, Carolina Godoy y Xavier del Barco, con voz en off de Oscar Mercado, dirección de Guillermo Baldo, responsable de la dramaturgia junto a Ricardo Ryser. Una obra emotiva, que invita a una vista en familia para luego poder charlar, práctica que exige principalmente la escucha activa.

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