Como una especie de reflejo o una suerte de conexión inesperada, en el momento en que una persona comienza a bostezar sentimos una urgencia de hacer lo mismo. La acción de inspirar profundamente parece resultar contagiosa, pero ¿es el bostezo capaz de propagarse de una persona a la otra? Algunos científicos proporcionaron algunas respuestas.
Como la gripe, los bostezos resultan igual de infecciosos. De acuerdo con las estadísticas, un adulto promedio bosteza nada menos que 20 veces por día y cuando el sentimiento se hace presente, no existe manera de suprimirlo. A la vez esto desencadena una serie de bostezos entre quienes se encuentran cercanos.
¿Por qué bostezamos? algunas teorías sobre esta particular acción
Respecto a la razón por la cual bostezamos, aún no se ha hallado evidencia clara. Sin embargo, existe una teoría bastante difundida que puede resultar convincente. Resulta que cuando los humanos estamos cansados, vemos reducida nuestra capacidad de respirar profundamente, lo que causa una acumulación de dióxido de carbono en el cuerpo, según el científico del habla, Douglas Parham de la Universidad Estatal de Wichita, en Kansas. Se trata de una particular forma de inspirar que consigue el oxígeno de manera instantánea mientras elimina el dióxido de carbono de manera más eficiente que una respiración profunda.
Otras teorías destacan que el exceso de dióxido de carbono y otros cambios químicos, como una disminución del oxígeno o un aumento de un compuesto llamado adenosina, también podrían actuar como "puertas del bostezo", explicó James Giordano, neurocientífico de la Universidad de Georgetown. Estas sustancias químicas envían una señal que desencadena el bostezo. Al bostezar, comprimimos los músculos de la cara, lo que transporta sangre enriquecida con oxígeno al cerebro, destacó el especialista.
Lo infeccioso de los bostezos: ¿por qué resultan tan contagiosos?
Sabiendo que es una necesidad de los cerebros más cansados y la urgencia de llevar oxígeno a los mismos, ¿por qué el bostezo puede transmitirse a personas que no sufren de agotamiento? Entre las claridades sobre este fenómeno, resulta que es el comportamiento el que puede contagiarse. Así, la probabilidad de bostezar se multiplica hasta seis veces cuando vemos a otra persona bostezar.
En cuanto al contagio del bostezo, Giordano dijo que podría estar relacionado con un fenómeno llamado reflejo social, en el que los organismos imitan las acciones de otros. Otras conductas entran en esta categoría, como rascarse, cruzar las piernas y reírse. El especialista reveló que este comportamiento podría estar relacionado con las llamadas neuronas espejo en el cerebro. "Estas neuronas se encargan de hacer coincidir lo que sentimos y percibimos con la forma en que nos movemos", explicó Giordano. "Por eso, si alguien me ve rascarme la cara, sabrá qué se siente y puede que también se sienta obligado a hacerlo".