Con la imagen apabullante de cientos de dirigentes escudándolo en Monte Bello, Osvaldo Jaldo consiguió disimular el hormigueo que sienten desde hace varios meses –y cada vez con mayor frecuencia- muchos dirigentes del peronismo tucumano. Sin embargo, aunque el retrato y aquel documento del Partido Justicialista digan una cosa, la realidad es que el cosquilleo persigue cada vez a más oficialistas.
Por eso del verticalismo histórico del PJ casi nadie exterioriza la incomodidad que les genera la cercanía del gobernador con las políticas libertarias de Javier Milei. El látigo del mandatario y de su ministro del Interior, Darío Monteros, dan resultados. Tan férreo es el control y la supervisión política de la Casa de Gobierno que más de un legislador o concejal peronista llegó a pedirles esta semana a sus dirigentes que no hicieran públicas banderas de sus espacios durante la marcha en contra del veto a la ley de financiamiento universitario. Es tal el temor que, aunque avalaron la consigna de la masiva manifestación y muchas de estas agrupaciones peronistas estuvieron presentes en la plaza Independencia, optaron por cuidarse del patrullaje oficial en redes sociales. Aún así, varios parlamentarios del PJ dijeron presente en la movilización e incluso presentaron proyectos de resolución en defensa de la universidad pública, como Gerónimo Vargas Aignasse, Javier Noguera y Christian Rodríguez.
Ejemplos así se suceden todas las semanas. El titular del Poder Ejecutivo no quiere que nada interfiera en su relación con la Casa Rosada. Por eso ayer volvió a dar muestras de su férrea conducción: citó en su despacho a Agustín Fernández, Gladys Medina y Elia Fernández de Mansilla, los tres diputados del bloque Independencia. El miércoles, cuando probablemente se haga la sesión para tratar el veto del Presidente a la ley que garantizaba fondos para las universidades, los jaldistas tendrán que poner a regañadientes la cara para ayudar a los libertarios a reunir 87 voluntades y frenar cualquier intento opositor de insistir con la norma. El problema no es que deban tragarse uno o dos sapos (ya lo hicieron con el veto a la movilidad jubilatoria), sino que ya se preguntan con mayor frecuencia cuál es el beneficio de semejante exposición. El único salvoconducto que tendrían los jaldistas para evitar el costo es que la interna en el PRO explote antes y que La Libertad Avanza ya no tenga chances numéricas de frenar la avanzada opositora. Por eso, tras la reunión con Jaldo optaron por tomar una decisión sobre el filo de la sesión.
¿Jaldo es consciente del costo a pagar por esta exageración de su postura? Desde luego, pero entiende que haberse acercado a Milei le permitió de alguna manera domesticar a una mayoría manzurista que en un principio le podía hacer más difíciles las cosas en el primer tramo de la gestión. También, que le sirvió para posicionarse en la primera fila cuando comiencen a verse los beneficios del ajuste económico de las políticas libertarias, en caso de que los haya. Cumplidos ambos objetivos, el gobernador ya activó el rayo peronizador para llegar como el único conductor a los comicios legislativos de 2025. En esa línea se enmarcan las reuniones de cada estamento del PJ local de agosto y de septiembre. También, las versiones que comenzaron a dar vueltas respecto de nombres y de hipotéticos enroques.
Los seguros y las fantasías
Como el peronismo tucumano renueva dos bancas y al menos una es puramente jaldista (Agustín Fernández, la otra es la de Elia Fernández de Mansilla), en los cafés se arrojan tantos nombres como insultos en un discurso de Milei. Pero mayoritariamente, todos mencionan a Darío Monteros como el número puesto porque, además de ser el alter ego del gobernador, es uno de los nombres para 2027. Al menos, en el entorno del bandeño fantasean y presumen con esa chance en reuniones públicas). Si así fuera el caso, se facilitaría que la esposa de Sergio Mansilla busque su reelección, ya que además de representar a la otra sección electoral, el oeste, es de la simpatía de Juan Manzur. Precisamente, otros creen que “El Comisario” tendrá que consensuar una lista de unidad con su antecesor. Por eso, hay quienes creen que el repentino acercamiento del legislador manzurista Gerónimo Vargas Aignasse al gobernador, luego de una etapa de mucha distancia, obedece a esa necesidad de que haya una prenda de unidad entre ambos sectores. Los menos, por cierto, conjeturan que el nombre del candidato no jaldista surgirá de un acuerdo entre Manzur, el vicegobernador Miguel Acevedo y la intendenta Rossana Chahla.
Para que haya una eventual tregua interna entre Manzur y Jaldo puede resultar determinante también el resultado de la renovación de autoridades del PJ nacional. Esta semana se activó el operativo para que la propia Cristina Fernández de Kirchner asuma la presidencia. Detrás de esa movida aparece Eduardo “Wado” de Pedro, amigo y ex compañero de aquella fórmula presidencial fugaz de Manzur en 2023. Si la ex jefa de Estado llega a liderar la nueva etapa del justicialismo y de la oposición a Milei, difícilmente Jaldo pueda tener tantas libertades para coquetear con la Casa Rosada como las tiene ahora.
Además, muchos analistas advierten que el debut de la Boleta Única de Papel hará que la elección de 2025 no sea un simple trámite para el peronismo tucumano, ya que además muchos dirigentes no digieren el papel libertario de Jaldo y podrían aprovechar esa contienda –inofensiva en términos de gestión pero sumamente simbólica en lo político- para pasarle factura. Enfrente, además, los tucumanos sí tendrán una oferta de pura sangre mileísta: allí se anota la diputada de CREO Paula Omodeo, la más dura con el jaldismo, y se fantasea con el vicejefe de Gabinete de la Nación, Lisandro Catalán.
El tucumano, cada vez que puede, se esfuerza por ratificar que no piensa en eso, aunque aquí no quieran hacerle caso. Hace un par de semanas, cuando visitó la Expo, le preguntaron por esa posibilidad. Y dijo lo siguiente: “No hay ninguna posibilidad de que yo sea candidato y no lo estoy pensando… si yo estoy pensando hoy en la candidatura del año que viene les diría que no me voten porque soy un irresponsable”. En esta lógica de polarización, más desdibujado aparece el radicalismo. La UCR exhibe en Tucumán sus mayores contradicciones, con el mileísta Mariano Campero en soledad. Roberto Sánchez, que ansía ser reelecto, tendrá una tarea difícil para colarse entre el peronismo dialoguista de Jaldo y el espacio netamente libertario local.
¿Aliados y compañeros?
Desde luego, por ahora estas cuestiones no son más que habladurías de café. La realidad mantiene al oficialismo provincial ocupado en resolver asuntos de convivencia interna. Ayer, por ejemplo, hubo reproches cruzados en la reunión de la bancada justicialista en la Legislatura. Ocurre que en la última sesión se dieron situaciones poco felices para un bloque ligado al Gobierno. Por ejemplo, las modificaciones en plena sesión a la adhesión al régimen de inversiones foráneas (RIGI), las llamativas ausencias de firmas de legisladores oficialistas en los dictámenes o la presentación de sopetón de dos asuntos que la mayoría de los parlamentarios desconocían.
Una de las situaciones más insólitas se vivió con la modificación a una ley para que fiscales y defensores también queden exceptuados de acogerse obligadamente a la jubilación, a pesar de que cumplan con los requisitos previsionales exigidos. El proyecto de ley fue presentado por los legisladores Mansilla Alberto Olea y el alfarista Alfredo Toscano y al recinto llegaron dos dictámenes de la comisión de Legislación General, como habitualmente ocurre, pero con dos votos cada uno. Así, para determinar el despacho de mayoría debió computarse –como dice el reglamento interno- el voto del titular de ese comité, Gerónimo Vargas Aignasse. La pregunta que aún se hacen en el oficialismo es por qué, teniendo mayoría en todas las comisiones de trabajo, se expusieron así en pleno recinto. En Legislación General están también Carolina Vargas Aignasse, Sara Assán y Christian Rodríguez (no estuvo en la sesión), pero ninguno de ellos estampó su firma en el dictamen de mayoría.
Otro tanto ocurrió con el proyecto para prorrogar el plazo de competencia de los jueces subrogantes abocados en régimen conclusional (expira el 1 septiembre de 2026). El texto llegó al recinto sin siquiera estar cargado en el sistema de expedientes de la Cámara y sin que lo conocieran los propios oficialistas. Lo llamativo es que hace un año, cuando se extendió la prórroga, sólo bastó la firma de un decreto de quien estaba circunstancialmente al frente del Poder Ejecutivo, Jaldo; y la entonces ministra de Gobierno y Justicia, Carolina Vargas Aignasse, que había opinado en esa oportunidad que debía salir mediante una ley. ¿Por qué ahora fue necesario que se votara en el recinto? De manera formal, el cambio de criterio de Fiscalía de Estado de un año a otro llevó el debate al recinto. Pero hay legisladores molestos porque entienden que los hicieron levantar la mano de prepo y pagar un costo político innecesario.
También la reunión de bloque exteriorizó lo que muchos justicialistas hablan por lo bajo: cómo el Gobierno y otros miran de reojo los pasos de la intendenta Chahla en San Miguel de Tucumán. A la travesura de competir por el anuncio de quién compra más colectivos del lunes la sinceró el propio José “Mellizo” Orellana, quien en el mitin de casi cuatro horas dijo que el decreto de compra de 100 colectivos firmado por Jaldo era un asunto político, y que ellos debían resolverlo de manera legislativa.
El último episodio de la semana lo protagonizó el alfarismo legislativo, principal aliado opositor que tiene Jaldo en el recinto. En la Casa de Gobierno se sorprendieron porque los primeros en criticar el decreto para comprar de manera directa 100 ómnibus fueron dos ex funcionarios de Germán Alfaro: Claudio Viña y Walter Berarducci. Aunque este último ya no comulgue con el ex intendente, permanece dentro del bloque Compromiso Tucumán. Cuentan que hubo pedidos de explicaciones del propio ministro Monteros al legislador Toscano, como representante del alfarismo y vice segundo de la Cámara. Además, las diferencias quedaron expuestas: “Freddy” debió salir a aclarar que esa no era una postura de la bancada para limar asperezas con el Ejecutivo. Es que el hormigueo que provoca la dinámica jaldista no sólo causa efectos en el oficialismo.