Paula Salto tenía 20 años cuando dio a luz a su hijo Sebastián pero, víctima de violencia de género, tuvo que darlo en adopción. Desde ese momento, su vida se convirtió en un sufrimiento constante pero encontró en el running un escape que la salvó y también la ayudó a encontrar a su hijo, 36 años después.
Paula Liliana Salto nació en Quimilí, Santiago del Estero, en medio de una situación complicada. Perdió a su mamá cuando tenía seis años, y quedó bajo el cuidado de su papá, quien tenía problemas de alcohol, y de su abuela.
Según detalla TN, fue víctima de abuso sexual y también vivió en la calle. A los 19 años conoció a Luis, con quien formó una pareja, pero tras quedar embarazada, él le pidió que abortara y ante el rechazo de esa opción, terminó por darlo en adopción.
Lo que vino después fue una serie de hechos que la hicieron caer en una dura depresión. Poco a poco empezó a sanar. “Tuve que aprender a perdonar, aceptar que no tuve opción, para poder sanar mi alma”, recuerda.
El running le salvó la vida y la ayudó a encontrar a su hijo
Con el tiempo, Paula comenzó a correr y a anotarse en carreras. Encontró en el deporte una herramienta clave para valorarse. “El atletismo es lo que me sacó de eso. No me imagino sin correr. Cuando corro paso por muchos estados, de tristeza, alegría, esperanza, euforia, pero es lo mejor que encontré”, manifestó en compañía de su otro hijo, Leonel, que la acompaña en muchas de las carreras.
Así fue como participó en más de 40 competencias de running en diferentes puntos del país, y cada vez más gente trató de ayudarla sacándole fotos y visibilizando mediante redes sociales su historia.
“Sebastián nació el 18 de octubre de 1988 a las 13:35 en el Hospital Durand, a metros del Parque Centenario”, se podía leer en las remeras que exhibía la runner en cada una de las carreras que participaba. Los amigos de su hijo la vieron y les llamó la atención las coincidencias de ciertos detalles de su historia, por lo que le recomendaron que hiciera contacto.
El día del maratón de Buenos Aires, Sebastián llamó a Paula y le confesó que tenía la certeza de que “era su hijo”, enviándole el acta de nacimiento. Después de una semana, se encontraron en una plaza de Belgrano y charlaron durante toda una tarde.
“Charlamos de todo, me contó todo de su vida, sus gustos musicales, su vocación de scout, dejamos que fluya la relación... soy feliz”, expresa en diálogo con TN Running, al tiempo que agrega: “Sebastián me dijo que no le tengo que pedir perdón, ni tiene resentimientos y quería que supiera que está bien”.