La forma de su estructura aporta indicios de sus beneficios para la salud cerebral. No es casualidad que las nueces tengan una forma similar a este órgano ya que este tipo de frutos secos es un aliado de nuestro cerebro. Este alimento es reconocido por sus propiedades ventajosas a nivel cognitivo. Sin embargo, para aprovechar sus bondades es pertinente conocer con qué frecuencia y qué cantidad de ellas debemos consumir.
Las nueces son el componente de distintos preparaciones gastronómicas y es uno de los predilectos tanto en elaboraciones dulces comos saladas, en un menú que abarca ensaldas salsas, aderezos, "toppings" de postres y licuados . Sin embargo, no es solamente su versatilidad en la cocina lo que las hace un alimento distinguido, si no que las nueces son capaces de beneficiar ampliamente nuestra salud a nivel cerebral.
¿Con qué frecuencia y cuántas nueces debemos comer al día para aprovechar los beneficios a nivel cognitivo?
Las nueces son más que un alimento crujiente y delicioso, si no que además pueden aportar una serie de beneficios para nuestra salud. Estas son una fuente rica en ácidos grasos omega-3 , antioxidantes, vitaminas y minerales. Los omega-3, en particular el ácido alfa-linolénico (ALA), son cruciales para la salud cerebral, ya que ayudan a reducir la inflamación y apoyan la función cognitiva. Los antioxidantes como los polifenoles también juegan un papel importante en la protección de las células cerebrales del estrés oxidativo.
Mientras que las investigaciones sugieren que una mínima cantidad de este fruto seco puede aportar grandes beneficios a nivel cerebral. Los estudios han indicado que consumir alrededor de un puñado de nueces por día, generalmente alrededor de 28 gramos, puede ser suficiente para obtener beneficios cognitivos. Esta cantidad proporciona una dosis significativa de ácidos grasos omega-3, antioxidantes y otros nutrientes sin sobrecargar su ingesta calórica.
Un puñado de nueces equivale aproximadamente a cuatro o cinco nueces (nueces sin cáscara). Una estrategia para sacar provecho de este fruto seco es dejarlas en remojo durante la noche. De esta manera nuestro cuerpo podrá absorber con mayor eficiencia sus nutrientes. Podemos hidratarlas en agua o en leche durante toda la noche y al día siguiente pelar la fina capa que las envuelve y comerlas crudas para beneficiarnos de sus propiedades.