BEIRUT, Líbano.- El ejército israelí lanzó una nueva andanada de bombardeos en Líbano, que dejaron casi 60 muertos, dos días después de haber asesinado al líder del movimiento islamista libanés Hezbollah, Hasán Nasralá, junto con decenas de otros miembros del grupo.
Además, Israel golpeó objetivos de los rebeldes hutíes en el oeste de Yemen, después de que estos insurgentes proiraníes reivindicaran el lanzamiento de un misil contra el aeropuerto de Tel Aviv. Estos bombardeos provocaron cuatro muertos, según medios de los rebeldes yemenitas. “Ningún lugar está demasiado lejos” para Israel, advirtió el ministro israelí de Defensa, Yoav Gallant, tras los bombardeos.
Corresponsales de AFP escucharon una fuerte explosión y vieron columnas de humo brotando de los suburbios del sur de Beirut, bastión de Hezbollah, donde el viernes falleció Nasralá en un bombardeo israelí que arrasó edificios enteros.
El cuerpo del líder del movimiento libanés “fue encontrado el sábado y envuelto en un sudario”, indicó una fuente cercana a la organización. Todavía no se fijó la fecha del funeral.
Quién será el heredero
La muerte de Nasralá, que era considerado el hombre más poderoso de Líbano, constituye una gran victoria de Israel frente a su archienemigo Irán y sus aliados, pero empuja a la región a un terreno desconocido.
Su primo Hashem Safieddine, figura destacada del poderoso movimiento proiraní, se perfila como su posible sucesor.
En el sur de Líbano, 32 personas murieron en ataques cerca de Sidón, y en el este del país al menos 25 fallecieron. En las últimas 48 horas, 14 rescatistas murieron en ataques israelíes, según la misma fuente.
El ejército israelí afirmó haber matado, junto con Nasralá, a más de 20 miembros de Hezbollah, que estaban en el cuartel general subterráneo.
Irán informó que un importante comandante de los Guardianes de la Revolución, el ejército ideológico de la República Islámica, también murió en el ataque del viernes. Su muerte “no quedará sin respuesta”, advirtieron las autoridades iraníes.
Hezbollah, financiado y armado por Irán, fue creado en 1982 durante la guerra civil en Líbano, a iniciativa de los Guardianes de la Revolución de Irán.
El líder, de 64 años, era venerado entre la comunidad chiita en Líbano. Conductor de Hezbollah desde 1992, vivía en la clandestinidad desde hacía años y aparecía pocas veces en público.
La escalada sin precedentes en la región tiene al mundo entero en estado de alarma.
Ayer, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, afirmó que “debe evitarse” una guerra total en Medio Oriente.
El ministro de Relaciones Exteriores de Francia, Jean-Noël Barrot, arribó al Líbano para entrevistarse con autoridades locales y proporcionar apoyo, “especialmente humanitario”.
Irán pidió una reunión de urgencia del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para evitar “una guerra total” en la región.
El Papa Francisco dijo, sobre las consecuencias para los civiles de los bombardeos israelíes en Gaza y Líbano: “Un país que utiliza la fuerza una manera tan excesiva, sea el país que sea, se presta a acciones inmorales”.
El asunto es que la violencia de los ataques incesantes de Israel no logra frenar la respuesta de Hezbollah, que continúa lanzando cohetes a territorio israelí. “Tenemos miedo de una escalada total”, afirmó Matan Sofer, habitante de la localidad israelí de Rosh Pina, a 30 kilómetros de la frontera con Líbano.
El primer ministro libanés, Najib Mikati, indicó que cerca de un millón de personas podrían haber sido desplazadas por los ataques israelíes en Líbano, quizás el mayor desplazamiento de población de la historia del país.
Según la ONU, los bombardeos israelíes obligaron a huir a 50.000 personas de Líbano hacia Siria y más de 200.000 están desplazadas dentro del país.