Con Truman Capote gran parte del periodismo y de la comunicación comprendió que detrás de cada noticia hay historia/s que contar. Que no es suficiente contar los hechos, sino, igualmente, sus interpretaciones. Los hechos son o fueron, pero también existen sus interpretaciones, miradas distintas que le dicen, porque no es igual ver que mirar.
El foco de una cámara es desde ya, una mirada. Se ha cumplido el Día Mundial de las Noticias y la figura de Truman Capote se engrandece, porque expuso que el periodismo es mucho más que las cinco preguntas básicas “¿Quién?, ¿Qué?, ¿Cuándo?, ¿Dónde? y ¿Por qué?”, que aún hoy se enseñan en algunas universidades.
El asesinato de la familia Clutter en su granja de Kansas en 1959 lo llevó a realizar una investigación, con giros, relatos y una narración encargada por The New Yorker, que luego se trasformó en la novela “A sangre fría” (1966).
Hace 100 años nació este aplaudido novelista, dramaturgo, periodista, guionista y escritor, sobre quien que se han escrito centenares de ponencias en congreso académicos, se han dictado cursos y conferencias alrededor del mundo y se lo ha citado en innumerables textos.
Su vida entre celebridades y amantes, sus disputas con amigos y un sector de alta sociedad han sido llevados a la pantalla grande y a series como “Feud: Capote vs. the Swans”. Su novela “Desayuno en Tifany’s”, fue protagonizada por Audrey Hepburn en 1961.
Lo que importa
1.- Con Truman Capote se visibiliza un género literario distinto: la novela de no ficción, como él la llama “A sangre fría” (1966), precisamente.
Tom Wolfe lo menciona como el inventor de “un nuevo periodismo”. Se trataba, en pocas palabras, de acercar el lenguaje literario al periodismo y, simultáneamente, llevar la precisión léxica y la claridad lingüística del periodismo a la literatura.
2.- Pero, ¿qué es lo que hizo? Utilizó técnicas periodísticas y elementos narrativos y literarios para informar, pero al mismo tiempo involucrar emocionalmente al lector en los hechos aludidos. Esa fusión de narrativa literaria e investigación periodística brinda herramientas para contar historias, lo cual siempre es un desafío del periodismo, con esa búsqueda de la verdad, difusa en este tiempo de fake-news (lo dijo Aristóteles: la única verdad es la realidad, pero digamos todo, esa realidad es distinta para un burgués que para un proletario). La obra plantea, además, preguntas éticas relacionadas con la cobertura de crímenes y la privacidad de las personas.
Que la ficción se mezcle con la realidad y ésta con aquella, es el resultado de un proceso de investigación, la búsqueda de fuentes, entrevistas y anotaciones directas con los acusados (Capote las hizo en la misma cárcel). Tom Wolfe (“La hoguera de las vanidades”), otro de los autores que adoptaron este “estilo”, subrayó: “tomar contacto con completos desconocidos, meterse en sus vidas de alguna manera, debían sumergirse donde pasaban las cosas, hacer preguntas a las que no tenías derecho natural a tener respuesta, pretender ver cosas que no se tenían por qué ver”.
3.- Truman Capote viajó como corresponsal a Kansas, acompañado por Harper Lee, conoció todos los detalles del crimen, el ambiente, los policías, los vecinos, los testigos. Y cuando los asesinos, Dick Hickock y Perry Smith, fueron detenidos, centró todo su interés en estudiar a fondo su psicología, sus motivaciones, sus frustraciones. Capote visitó la prisión de Lansing, donde cumplían condena los asesinos, para entrevistarse con ellos (también compraría las transcripciones del juicio).
Para el lector interesado, existe otra historia de este relato, que se puede consultar en (https://historia.nationalgeographic.com.es/a/a-sangre-fria-obra-maestra-truman-capote_15718)
En Argentina
4.- Los estudiosos esta narrativa periodística recuerdan que esa relación, enlace, link, entre literatura y periodismo están presentes en este país en Rodolfo Walsh con “Operación Masacre” (1957) y “¿Quién mató a Rosendo?” (1969), años anteriores y con similares características a la obra de Capote. Y, posteriormente, en importantes escritores-periodistas como Tomás Eloy Martínez o Martín Caparrós. O el mismo (más reciente) Diego Rojas con “¿Quién mató a Mariano Ferreyra?”. Pero si uno quisiera reflexionar sobre unas décadas anteriores, las aguafuertes de Roberto Arlt no deberían soslayarse (Sylvia Saítta en su biografía “El escritor en el bosque de ladrillos” cuenta que Arlt ingresó a las publicaciones periodísticas a partir de sus cuentos o artículos de ficción y que tiene más de 1500 relatos periodísticos).
5.- Truman Capote publicó su primera novela, “Otras voces, otros ámbitos”, en 1948, a los 23 años. En esta historia aborda abiertamente el tema de la homosexualidad, un aspecto de su vida que nunca ocultó. Por esta razón, es considerado una figura significativa del movimiento LGBT. Algunas de sus obras fueron adaptadas al cine. En 1975, publicó un adelanto de su novela “Plegarias atendidas” (que sería publicada póstumamente en 1986), donde revelaba secretos de la alta sociedad neoyorquina. Esto le valió una enorme pérdida de popularidad y fue excluido de su círculo social, que lo acusó de traidor. Lo mismo ocurrió con el artículo “La Côte Basque, 1965” en el que con 13.000 palabras retrató a damas de gran poder.
Su material
Mucho debate en la década del 70 se produjo en relación a esa situación. ¿Un periodista puede ser un infiltrado entre sus amigos? Cuando se le recriminó su escrito se defendió, como un profesional: “No sé qué esperaban. Soy escritor. Ellos son mi material”.
Aún hoy, en el mundo de la comunicación se recuerda que “los periodistas no tenemos amigos”.