Truman Capote cumple cien años

Truman Capote cumple cien años

“Soy alcohólico. Soy drogadicto. Soy homosexual. Soy un genio”. Así se definía uno de los más talentosos y controvertidos escritores del siglo XX, uno de los padres de la novela de no-ficción. Publicó libros que lo catapultaron a la fama y otros que le valieron el repudio de buena parte del Jet set norteamericano. “Yo soy un escritor. ¿Qué pensaban, que yo era el bufón de la corte?”, replicó. Mañana se cumple un siglo de su nacimiento.

ESTILO SINGULAR. Capote prefería escribir de modo llano: “sencilla, claramente, como un arroyo del campo”. ESTILO SINGULAR. Capote prefería escribir de modo llano: “sencilla, claramente, como un arroyo del campo”.
29 Septiembre 2024

Por César Chelala para LA GACETA

Truman Streckfus Persons, más conocido como Truman Capote, nació en New Orleans el 30 de septiembre de 1924 y murió a los 59 años, el 25 de agosto de 1984. Esas dos fechas enmarcan a una de los personalidades literarias más atractivas y escandalosas de su época. Ya desde los ocho años sintió la atracción de ser escritor, y a los 15 comenzó a enviar sus escritos a revistas literarias.

La aceptación de sus relatos cortos comenzó en su juventud. Como declaró en una entrevista en The Paris Review: “Ningún escritor olvida su primera aceptación; pero un lindo día cuando tenía 17 años tuve mi primera, segunda y tercera aceptación, todas ellas en el mismo correo de la mañana. ¡Oh, le puedo decir que estar mareado de excitación no es simplemente una frase sin significado!”

Curiosamente, ese gran triunfo literario ocurrió después de un hecho ocurrido cuando tenía doce años. El director de su escuela llamó a su familia y le dijo que, tanto en su opinión como en la de sus colegas, Capote era “subnormal” y que, por consiguiente, deberían mandarlo a una escuela para chicos retardados. Sus padres, en cambio, decidieron enviarlo a una clínica psiquiátrica, donde el resultado de los estudios demostró que su nivel intelectual era casi el de un genio.

La reacción de Capote fue típica: “Eso me hizo increíblemente feliz –me paseaba por la casa mirándome a los espejos mientras pensaba ‘muchacho, tú y Flaubert –o Maupassant, o Mansfield, o Proust, o Chejov, o Wolfe, cualquiera fuera el ídolo literario en ese momento-”.

Impacto de sus libros

Capote tenía un estilo de escribir sencillo, pero extremadamente ameno, que hacía que el lector tuviera avidez por seguir leyendo sus relatos. En la introducción de Música para camaleones escribió: “Por empezar, creo que la mayoría de los escritores son recargados. Yo prefiero escribir menos. Sencilla, claramente, como un arroyo del campo”.

En la entrevista con The Paris Review contó su técnica para escribir un relato corto: “Dado que cada historia presenta sus propios problemas técnicos, obviamente no se puede generalizar sobre ellos a partir de la base de dos veces dos es igual a cuatro. Encontrar la forma correcta para tu relato es simplemente darse cuenta de la forma más natural de contarlo. La prueba de si un escritor ha adivinado o no la forma natural de su relato es solo esto: después de leerlo, ¿puedes imaginarlo de otra manera, o el relato acalla tu imaginación y te parece absoluto y definitivo? Como una naranja es definitiva. Como una naranja es algo que la naturaleza ha hecho justo”.

Aunque todos sus libros fueron en general bien recibidos por la crítica, dos de ellos tuvieron un impacto especial, y por diferentes razones: Plegarias atendidas y A sangre fría. En el primero de esos libros, Capote desgrana una serie de anécdotas sobre personalidades de los altos círculos sociales de Nueva York. Tenía un talento especial para relacionarse con los ricos y famosos. Mientras desarrollaba una activísima vida social, coleccionaba observaciones sobre sus amistades. En el libro desfilan numerosas personalidades conocidas, entre ellas Jacqueline Kennedy Onassis y su hermana Lee Radzwill, Gloria Vanderbilt y Carol Matthau. Capote introduce una serie de anécdotas devastadoras que le ganaron más de una permanente enemistad.

En el segundo libro, A sangre fría, Capote relata el asesinato de la familia Clutter de Kansas. El texto, al que llamó novela de no-ficción, se convirtió en un best-seller internacional. Capote pasó varios años en Kansas haciendo la investigación para el libro. “Mucha gente pensó que yo estaba loco por pasarme seis años vagando a través de las llanuras de Kansas; otros rechazaron de lleno mi concepción de la ‘novela real’ declarándola indigna de un escritor ‘serio’; Norman Mailer la definió como un ‘fracaso de la imaginación’, queriendo decir, supongo, que un novelista debería escribir acerca de algo imaginario en vez de algo real”, declararía luego Capote.

Después de este libro, Capote nunca escribió otra novela.

Desenlace

Para muchos, Plegarias atendidas marca el suicidio social de Capote y probablemente haya acelerado su muerte, abrumado por las drogas y el alcohol. Nunca se repuso de la violenta reacción a su libro y en más de una oportunidad dijo: “Yo soy un escritor. ¿Qué pensaban, que yo era el bufón de la corte?”

Capote murió en Bel Air, Los Angeles, acompañado solo por su fiel amiga, Joanne Carson, ex-esposa de la legendaria figura de la televisión norteamericana Johnny Carson. Al enterarse de su muerte, Gore Vidal -el conocido escritor norteamericano con quien Capote tuvo una larga enemistad- comentó secamente: “Fue una buena movida profesional”.

© LA GACETA

César Chelala – Médico y periodista, ganador del Overseas Press Club por un artículo publicado en The New York Times. Este artículo es una versión reducida de un texto publicado en estas páginas en 2019.

PERFIL

Truman Capote nació en Nueva Orleans (Luisiana). Estudió en el Trinity School y en la St John’s Academy de Nueva York. A los 23 años publicó su primera novela, Otras voces, otros ámbitos (1948), en la que relata la búsqueda de identidad de un joven sureño. Es autor de Un árbol de la noche y otros cuentos (1949), El arpa de hierba (1951), Se oyen las musas (1956), Desayuno en Tiffany (1958) y A sangre fría (1966), su novela más famosa, llevada al cine por Richard Brooks en 1967, y Música para camaleones (1980).

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