¿Cómo viajar al pasado? Con tan solo pisar Los Ralos y levantar la cabeza por un momento, se ven las tres chimeneas el ex ingenio Los Ralos, que funcionó entre 1876 y 1966. La prueba suficiente para recordar ese pasado azucarero de Tucumán; ese mismo que marcó el desarrollo de la provincia. Las calles también se refugian en aquellas décadas doradas en las que el azúcar era la materia prioritaria. Techos tejados, estructuras viejas, el chalet de la administración… Todo como si fuese una ficción de la década de 1940. Por un momento, la “máquina del tiempo” (el auto) frena en el club Eudoro Avellaneda, una insignia del poblado cruzalteño y que el miércoles pasado se preparó para festejar un centenario de existencia.
La ornamentación no faltó. En la sede central, ubicada en el corazón del pueblo, todavía permanece la vieja casona que funciona como edificio principal de la zona. La jornada empezó a las 9, con un pequeño desayuno de cortesía para los integrantes de la familia (y la historia) del “Celeste del Este”. A un costado de la construcción -que presenta varios desperfectos en las chapas y se ve demasiado desmejorada-, se ubica un pequeño escenario con un presentador que da inicio a la jornada. “Ahí cantó Atahualpa Yupanqui”, dice Leonardo Nieva, mientras señala el epicentro del acto al que asistieron alrededor de 50 personas. Claro: no todos los clubes cumplen 100 años, y la ocasión es más que especial.
“Siempre me gustó investigar la historia de Los Ralos, porque siempre tuve dudas acerca de lo qué pasó y cómo se fundó. Uno ve el club y las construcciones viejas… eso hizo que empiece un proyecto de investigación. Así fui armando un compendio de fuentes en homenaje a los 100 años del club. La idea era armar una ‘Crónica histórica’ de Eudoro, y la idea es fundar un museo en un par de años que se montaría en el club”, agrega Nieva. El protocolo fue el de cualquier otro homenaje: el Himno, las banderas nacional y de la provincia, y los reconocimientos a las personalidades destacadas de la historia del club.
Su creación
El centenario de Eudoro Avellaneda esconde una subtrama. Según las autoridades del club, siempre hubo confusión sobre el año de fundación, aunque la situación se aclaró el año pasado. “Mucha gente pensaba que el club se fundó en 1925. Incluso hay camisetas con esa fecha inscripta. Pero el año pasado encontramos la respuesta, al encontrar la carta de fundación del club”, dice Fabián Fernández, presidente del “Celeste”.
Al igual que la mayoría de los clubes del interior de la provincia, los trabajadores del ingenio fueron quienes fundaron esta institución. Tanto es así que el acta constitutiva estuvo suscrita por 49 trabajadores, mientras que Carlos Dahn, ingeniero mecánico de la azucarera, fue el primer presidente. “La Sociedad Avellaneda-Terán arrendó las tierras para la creación del club; es decir, no somos dueños, pero es a coste cero”, expresa Fernández. “El nombre es una conmemoración a uno de los padres fundadores del ingenio”, añade.
Es cierto que Eudoro Avellaneda es el máximo exponente del fútbol de Los Ralos, pero el fútbol llegó al poblado dos años antes de su fundación. “Encontré un antecedente en el diario El Orden que data de 1922 en el que un equipo llamado Los Ralos enfrentó a San Martín”, revela Nieva. El resultado de aquel partido fue 1-1. Según la crónica de la época, el club raleño invitó al “Santo” para disputar un amistoso en el poblado, que se desarrolló con total normalidad ante una gran presencia de público. “Los dos teams mostraron un juego excelente sin acciones bruscas ni peligros”, relata el artículo. Nieva, asimismo, asegura que durante aquellos años existían múltiples torneos entre los equipos de la zona. “Los trabajadores de los diferentes cercos, que era donde se cultivaban la caña de azúcar, se enfrentaban entre sí. Así había partidos entre el Cerco 1 contra el Cerco 2”, comenta el recopilador.
La ubicación tampoco es casualidad. Los centros deportivos eran parte esencial de la vida de los trabajadores; es decir, tenían un rol prioritario en el desarrollo del poblado. “Alrededor de la sede central están las principales instituciones del pueblo: la escuela Brigido Terán, la primera de Los Ralos; la iglesia y el Colegio de las Hermanas, donde funcionó el hospital”, detalla Nieva, quien reconoce que Eudoro se mudó en reiteradas ocasiones hasta asentarse en la calle Madre Savina Petrilli. “En un artículo escrito por un exdirigente llamado Alfieri Caro, publicado en la revista Zona Este, se menciona que la primera cancha se encontraba al frente de la represa de decantación y refrigeración. Después fue trasladada al norte del Colegio de las Hermanas, y luego se cambió al sitio actual. Es decir, tuvo tres traslados”, indica Nieva.
Torneos
En 1930, la Federación Cruzalteña hacía disputar el gran torneo de la zona. Contaba con la participación de equipos como San Juan y La Florida, entre otros. De este modo, marcaría un antecedente para la Asociación Cultural de Football, que comenzaría dos años después, con la inclusión de Eudoro Avellaneda.
La década de 1940 sólo trajo grandes noticias para el club raleño. Si bien no ganó ningún torneo en aquel periodo, Eudoro desarrolló a pleno la infraestructura. “En ese momento poseía un amplio estadio con cancha de fútbol, que tiene una capacidad para 2.000 personas, con baños y vestuarios para los jugadores. Hay canchas de básquet, de bochas, gimnasio, jardines, avenidas, cinematógrafo, salón de baile, canchas de palitroque y tenis”, describe Nieva. “En paralelo empezó a desarrollarse el boxeo. Por eso es que Los Ralos tuvo un montón de exponentes en este deporte”, añade.
El gran título
El primer título llegó en 1965, cuando venció en la final a Bella Vista y se consagró campeón de la Asociación Cultural. “Un año antes había perdido la final frente a Atlético Concepción en la cancha de Argentinos del Norte, pero un año después se tomó revancha. Incluso, en el 65’, se dio el lujo de vencer 2-1 a San Martín, que era el campeón de la Federación Tucumana. El otro título que consiguió fue en 1987, cuando ganó el viejo torneo de la C de la Liga Tucumana”, explica Nieva, que recalca que la institución realizaba varias actividades sociales. “El club organizaba el concurso de la Reina de la Zafra. También había fiestas de egresados, bailes y demás festividades”, agrega.
Según comentó Nieva, Eudoro Avellaneda dejó de participar a mediados de la década de 1990, y recién volvió a competir en la Primera B en 2009. En 2014, disputó la semifinal del ascenso frente a La Providencia que finalizó en un empate sin goles, pero cayó 4-3 en la definición de penales, por lo que se quedó a las puertas de la categoría más alta de la élite del fútbol provincial. Mientras que dos años después volvería a caer en instancias decisivas frente a Sportivo Trinidad. Más allá de ello, el “Celeste” mantiene las esperanzas de lograr la gran obsesión que arrastra hace años: disputar la Primera A de la Liga Tucumana.