Sería importante analizar el tema, no sólo desde la perspectiva de un adulto, que quizás nunca asistió a un evento de esa naturaleza y sólo “toca de oído”, sino además considerar entre jóvenes y adultos, si prohibir es la respuesta. Al igual que el celular, estas fiestas son una realidad. Me parece que el temor a lo nuevo, a lo diferente, no debería congelarnos al punto de hacer de cuenta que no existen. Prohibir no es el camino. Sí la convivencia con elementos que son parte de una sociedad distinta, pero no menos importantes para su desarrollo. Promover economía y conocimiento, deben ir de la mano. Conocimiento no sólo de lo material, sino adentrarse en lo social, inmiscuirse, promover educación, nuevas formas de relacionarse ante situaciones diferentes, como lo son estas fiestas. Pregunto: las “after” que se realizan en domicilios particulares , están exentas de adicciones y/ o comportamientos que se aduce son comunes en las fiestas electrónicas? O sólo porque “no se ven” se las acepta? A los adultos y gobierno nos corresponde aconsejar, instruir, educar y tomar lo nuevo no como amenaza... sino como oportunidad.
Hilda Cristina Ponce