En un momento donde la formación académica se vuelve cada vez más crítica y escasean los recursos económicos para financiar su adquisición, un número creciente de estudiantes enfrenta la necesidad de compaginar sus estudios con un empleo. Sin embargo, la realidad a menudo dista de las expectativas que los jóvenes tienen al ingresar al mercado laboral. Esta fue una de las cuestiones que surgieron entre los universitarios que asistieron a la Feria de Empresas 2024 montada por la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT) este miércoles 25 de septiembre.
Trabajar y estudiar al mismo tiempo se presenta como una oportunidad para adquirir experiencia y una fuente de ingresos. “Combinar ambas obligaciones es algo muy complejo. A menudo la carga horaria del trabajo no se alinea con los horarios de clase y los profesores no tienen compasión”, opinó Agustín Cejas, de 28 años, estudiante de Agronomía y de Tecnología Azucarera, mientras paseaba por el jardín de la Facultad de Ciencias Económicas.
Durante sus años de estudio, Agustín conoció la dificultad de encontrar un empleo que se adaptara a su rutina de estudios y señaló: “las empresas rara vez ofrecen flexibilidad en los horarios”. Hasta este año, el universitario trabajó en el área de atención al cliente de una empresa, pero tuvo que dejar esa ocupación porque no quería retrasar su formación universitaria.
“Me acerqué a la feria para buscar algún empleo con el que pueda terminar la carrera”, agregó Cejas. Y añadió que se fue conforme con la experiencia ya que conoció algunas alternativas. “Me interesó una empresa que ofrece pasantías cortas y puestos de tres horas diarias”, apuntó.
Cristian Sánchez, de 25 años y futuro contador público, comentó una experiencia similar. Actualmente trabaja como repartidor en Uber, lo que le permite manejar sus tiempos. “Mis clases son por la tarde, así que busco trabajar por la noche. Aunque es complicado, se puede hacer”, aseguró. Su testimonio resalta un punto crucial del asunto: al no encontrar opciones diurnas apropiadas, muchos jóvenes toman trabajos nocturnos o que se desarrollan en las horas de descanso.
“Trato de desocuparme los fines de semana para aprovechar la alta demanda (de viajes)”, manifestó Cristian. Según este estudiante, hay que aprovechar todas las oportunidades que ofrece la vida. “Más allá de que es duro, se puede. Creo que eso le da un sabor más dulce al final del día. La recompensa es ser independiente y tener tu propia plata”, expresó.
Un puesto en el Estado parece tentador para quienes están buscando un título de grado, pero tampoco resulta sencillo. Betzabé Aragón, de 26 años y también estudiante de Contador Público, destacó que su experiencia en el sector público le brindó la oportunidad de aplicar lo aprendido en la Facultad. “Trabajar en la Municipalidad fue una experiencia valiosa. Aprendí mucho, pero la carga era pesada. A veces sentía que no podía con todo”, explicó. Esto evidencia cómo algunos estudiantes logran hacer un balance, aunque no sin sacrificios.
Los jóvenes valoran la posibilidad de adquirir experiencia práctica, pero también mencionan el estrés que conlleva manejar simultáneamente ambas responsabilidades. “El trabajo puede ser un aprendizaje más que una carga”, señaló Betzabe y enfatizó que este proceso puede enriquecer la formación. Pero la realidad es que las exigencias del mundo laboral a menudo superan la preparación teórica que ofrecen las aulas.
Entonces… ¿se puede trabajar y estudiar?
La respuesta parece ser un rotundo “sí”, aunque con matices. La clave está en encontrar empleos que ofrezcan la flexibilidad necesaria para que los estudiantes puedan cumplir con ambas obligaciones. Según los comentarios recopilados en la Feria de Empresas, lograr ese equilibrio es muy gratificante.
Pese a las complicaciones, muchos universitarios logran encontrar el balance que les permite avanzar en sus carreras profesionales, y aprender lecciones valiosas sobre la gestión del tiempo y la importancia de la experiencia laboral. Es fundamental que las empresas y las instituciones educativas trabajen de la mano para facilitar esta doble labor, y que las expectativas de los estudiantes estén más ajustadas a la realidad del mercado laboral. Como dijo Cristian Sánchez: “lo más importante es no rendirse. Al final, este esfuerzo vale la pena”.
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