Después de 15 años de casados, y de confiar ciegamente uno en el otro, hay un tema que todavía no pueden hablar a calzón quitado: de dinero. Gisella, de 44 años, y su esposo, Martín, de 47, se dividen los gastos de la casa y de sus dos hijas. No hacen un fondo común. “Nos gusta a cada uno disponer de nuestro propio dinero. Así nos acostumbramos desde el primer día. No suelo pedirle ni él me pide. Muy pocas veces hablamos de plata, porque peleamos. Algunas veces tuvimos crisis económica y no nos quedó más remedio que resolverla juntos”, cuenta la mujer, que es docente de una escuela del interior.
Gisella cree que en el fondo el problema es que se criaron con modelos económicos muy distintos. En su caso, ella es de ahorrar algo todos los meses, como lo hacían sus papás cuando era niña. “En cambio, Martín es más de gastar todo; a él le encanta comprarles cosas a las chicas, que hagamos viajes y que disfrutemos lo que ganamos”, explica. “El problema es que después, cuando llega la tarjeta de crédito, se lamenta. Yo me enojo y todo pasa hasta que llega el próximo resumen de cuenta”, explica.
Gisella y Martín no son los únicos a los que les cuesta hablar de dinero. Los desacuerdos relacionados con las finanzas están presentes en muchas parejas y pueden ser un factor de divorcio más importante que otro tipo de conflictos.
Un trabajo realizado en Escuela de Estudios Familiares y Servicios Humanos, Universidad Estatal de Kansas, Manhattan, reveló que los desacuerdos económicos y las percepciones de inequidad financiera fueron los tipos de conflictos más fuertes para predecir el divorcio.
Según advierten expertos en el tema, para lograr la estabilidad financiera “de a dos” es fundamental el diálogo fluido y sincero.
El economista Nicolás Litvinoff, director de estudinero.org, señala que ya de por sí las relaciones de pareja no son nada fáciles. Y cuando alguien encuentra el amor, suele no importarnos cómo nuestro enamorado se maneja con los números. Durante el noviazgo, los dilemas financieros parecen ser algo lejano. Pero tarde o temprano la cuestión avanza y, casi con seguridad, en algún momento de la relación empiezan los roces por cuestiones de dinero, sostiene.
Según Litvinoff, en general las parejas cometen varios errores relacionados a temas financieros. Entre otras cosas, enumera:
1- No decir la verdad sobre las deudas que uno tiene o sobre cuánto gana.
2- Pensar que dividir 50 y 50 es siempre la solución. “Aquí es donde el punto anterior se hace más importante: “blanquear” nuestro nivel de ingresos y deudas reales es fundamental”. “Cada pareja puede decidir si la división se hace proporcional o no a los ingresos de cada uno. Existen varias combinaciones y permutaciones, y sería un error jerarquizar las mismas o juzgarlas en buenas o malas. Lo importante aquí es tener esta conversación y llegar a un acuerdo que a ambos les parezca justo y elimine de esta manera resentimientos o roces que pueden surgir a la hora de planificar experiencias compartidas”.
3- Decidir que el control total del dinero quede en manos de uno de los dos. Las decisiones en cuanto al destino del dinero (ahorro, gasto, inversión) deben ser consensuadas por ambos y no debe asumir uno solo el control de la situación. De esta manera, la responsabilidad es compartida cuando las cosas salen bien y cuando salen mal, lo cuál lleva a que los “reproches” y el “pase de facturas” en la pareja por temas de dinero carezcan de sentido.
4- No hablar sobre las finanzas de la pareja. “La pareja debe hablar de manera regular sobre temas de dinero ¿cuáles son los ítems que deben abordarse? Deben plantearse los objetivos relacionados al dinero, cuáles son los gastos “importantes” y cuáles los “superfluos”? ¿Los gastos pueden ser financiados con tarjeta de crédito en cuotas? ¿Cómo se llevará la contabilidad de los mismos? ¿Qué estrategias se pueden llevar a cabo para disminuir los gastos y generar excedentes para el ahorro? También deben hablar sobre el ahorro ¿Cuál será el objetivo del ahorro? ¿Un fondo de retiro, vacaciones, cambiar la casa, el auto?
5- Las famosas “infidelidades financieras” (desde compra de ropa hasta préstamos a familiares o amigos sin el consentimiento de la pareja). “Este tipo de mentiras u omisiones se relacionan directamente con el miedo al conflicto. Como suponemos que nuestra pareja se va a enojar cuando se entere de nuestros gastos o deudas, preferimos esconderlos”, señala. Y aconseja: “siempre va a haber infidelidades financieras. La solución pasa por fijar un importe a partir del cuál tengamos que comunicarle al otro los gastos realizados”.
Diálogo
El dinero puede ser fuente de conflicto, de celos, de rivalidades y de otros problemas que podrían terminar con el amor y la convivencia. Eso lo saben bien los psicólogos. Arturo Gómez López, especialista en terapia de parejas, describe que generalmente los desacuerdos y conflictos a raíz del dinero surgen por muchas razones. Por eso, siempre recomienda el diálogo, dejar las cosas en claro: “hay que determinar cual es la cantidad de dinero que necesitamos, en qué proporción lo va a obtener cada uno, y cómo se va a administrar. Lo q a su vez esta relacionado con la cantidad de horas que trabaja cada uno, y si se trata de un trabajo calificado o no. Puede que uno de los integrantes de la pareja tiene un trabajo calificado de 6 horas y gana el doble o más que el otro que trabaja más horas”.
A su vez, según el psicólogo, también eso influye en la cantidad de horas que cada uno esta en la casa, y por ende en la división de tareas domésticas, otra cuestión que suele ser fuente de conflicto.
“En tiempos de crisis, el impacto vincular de las diferencias se profundiza, por el simple hecho de que disminuyen los consumos y los errores de administración o los malentendidos tienen muchas secuelas. Por eso mismo, en las crisis es necesario mejorar la alianza en la pareja y aprender a trabajar en equipo, tanto para acordar los criterios como los procedimientos. Estar de acuerdo en qué se hace y cómo se hace es muy importante para disminuir la confrontación y la turbulencia en la pareja. La calma siempre contribuye al mejor funcionamiento y los aprendizajes familiares siempre influyen, en muchísimos aspectos, y naturalmente en la economía y las finanzas familiares también”, explica.
Gómez López diferencia dos tipos de parejas: en las que el criterio de administración y consumo esta orientado a la inmediatez y al placer (son de preferir invertir en recreación y darse gustos) y están las orientadas a la planificación a largo plazo, priorizan otro tipo de bienes (invierten en formación, bienes muebles, ahorran, viajan).
“En la pareja actual es muy común que ambos trabajen. En general, se consideran pares para casi todo, incluso para la división de gastos. Pero aun queda el resabio machista de que el hombre “debe ganar mas”, sobre todo en aquellos vínculos en los que el dinero es usado como un recurso de poder; que sería el caso en el que pueda incomodar q sea la mujer quien tenga mejores ingresos”, analiza.
Luego, aclara que entre los mas jóvenes este tema no suele tener tanto impacto como entre los mayores de 50, en los que parece ser una cuestión de género: el hombre debe ganar mas y ser el proveedor principal. Finalmente, aconseja: “los conflictos deben enfrentarse sumando los recursos de todo tipo: sumar criterios, valores, tener presente las historias familiares, sumar los recursos económicos y financieros, no usar el dinero como recurso de poder, en definitiva, aprender a pensar y actuar en equipo, en función del bien superior que es el bien común”.
Consejos: nuevas relaciones, nuevos desafíos
Décadas atrás, los especialistas en brindar consejos financieros la tenían más fácil: debían aconsejar a un matrimonio de esos que duran toda la vida, y aún sabiendo de la complejidad vincular que siempre existe en lo amoroso, no debían lidiar con algunas de las multiplicidades existentes en la actualidad, como la creciente cantidad de parejas que tienen una relación sólida pero siguen viviendo en casas separadas, las familias ensambladas o las uniones tardías (parejas que se casan o comienzan a convivir pasados los 30 años). Por ejemplo, las parejas ensambladas deben tomar las decisiones financieras en tres dimensiones (los tuyos, los míos y los nuestros) y no en dos, como sucede con las parejas tradicionales. Esto atañe no solamente a los gastos sino también a los ingresos, que ahora pueden provenir de tres fuentes diferentes y no dos: el ingreso de cada uno más el aporte de la ex pareja de uno de los dos (en el caso más común de las parejas ensambladas los hijos que no son fruto de esa unión y que conviven en la familia son de la mujer). En el caso de las uniones tardías, Estamos hablando aquí de una unión que se establece entre dos cónyugues mayores de 30 años que no tienen hijos de matrimonios anteriores pero sí han podido acumular bienes o dinero gracias a ahorros o herencias recibidas. Cuando uno de los dos ha logrado acumular más riqueza que su nuevo/a cónyugue. En este último caso, la mejor opción es elaborar un contrato pre-nupcial teórico (sin aplicación legal por no haber casamiento, pero que sirva igual como marco de referencia y consulta ante conflictos) o un contrato prenupcial legal (en caso de haber casamiento).
A tener en cuenta: 10 malos hábitos que generan cortocircuitos a una pareja
1. La mala gestión del dinero. Cuando se gasta más de lo que se gana, y no hay capacidad de ahorro.
2. Cuando uno de los miembros de la pareja no trabaja o gana poco dinero, y el otro le reprocha que no aporte lo necesario para el hogar.
3. Gastos innecesarios realizados de forma arbitraria que desequilibran el presupuesto familiar.
4. Uso frecuente de las tarjetas de crédito para compras no planificadas.
5. Endeudamiento sistemático para eventos como viajes, celebraciones familiares, electrodomésticos o gustos personales que se van de presupuesto.
6. Ausencia de planificación económica en el hogar.
7. Inversiones en negocios hechos de forma impulsiva, sin conocer la posible viabilidad ni rentabilidad para ese dinero común.
8. Asumir que se tienen los mismos valores. Los conflictos surgen cuando las parejas asumen que su punto de vista sobre la economía es el único válido.
9. Dejar que las conversaciones difíciles se esfumen. Cuando hay problemas de dinero, se deben hablar.
10. Centrarse solo en la escasez. Muchas parejas solo hablan de dinero centrándose en lo que falta o en que no hay suficiente plata. Siempre que sea posible hay que inyectar humor en las conversaciones financieras. Por ejemplo, hablar de qué harían si ganaran la lotería.