El día que San Martín venció al poderoso Independiente de Arsenio Erico
En los cuartos de final de la Copa de la República de 1943, el “Santo” se cruzó con el “Rojo” y lo superó por 2-0 con goles de Ricardo Juárez y Albino Barzza; el equipo de Roberto Santillán clasificó a las semis donde enfrentó a General Paz Juniors.
¿Proeza? Sin ninguna duda. Hay partidos que deben ser recordados cada tanto por la gran gesta que se consolidó; por la gran notoriedad y repercusión para la época. La década de 1940 fue una de las más importantes de la historia de San Martín. La Copa de la República de 1944 fue el máximo esplendor del proceso de Roberto Santillán, el gran gestor de la máxima conquista de la historia “santa”. Pero, un año antes de tocar el cielo con las manos, el “Santo” bajó al infierno “rojo”, jugó un partido de ensueño y superó por 2-0 al poderoso Independiente de Arsenio Erico, el máximo goleador de la historia del fútbol argentino. Un hito que enorgulleció a todo el fútbol del interior.
La epopeya de los guerreros “rojiblancos” comenzó en noviembre frente a Independiente de Jujuy. El duelo correspondía a la segunda ronda de la zona Norte, y el “Santo” demostró todo el poderío de la máquina de Santillán. 5-0 al campeón jujeño, y la mente puesta en la siguiente ronda en la que se midió a un equipo comprovinciano: Sportivo Bella Vista, campeón de la Cultural. El resultado no fue distinto: 7-2 para quedarse con el mote de representante de la región.
Si bien era uno de los grandes equipos de la Primera división, Independiente llegaba de completar una campaña irregular. Había finalizado sexto en el torneo –posición que compartió con Platense y Racing; Boca fue el campeón del certamen de 1943- y no había logrado explotar todo el poderío de la delantera que poseía.
Erico era la principal figura del “Rojo”, quien a la postre se adjudicó el mote de máximo artillero del fútbol nacional –anotó 295 goles en 325 partidos-. El paraguayo, asimismo, había sido goleador tres veces consecutivas en Primera división: marcó 48 en 1937; 43 en 1938; y 41 en 1939. Vicente de la Mata, en tanto, era su ladero; mientras que Fernando Walter era otro nombre a tener en cuenta en la ofensiva del equipo de Avellaneda.
Pero, Independiente poseía un medio campo que todavía no se había asentado del todo. Oscar Sastre y Nuncio Coccimano estaban dando sus primeros pasos en el fútbol; Raúl Leguizamón, en tanto, se consolidó en la segunda mitad del año. “Pese a la potencialidad del “Rojo”, tenemos la confianza de que somos capaces de ganar”, había dicho Mariano Coman, half derecho del “Santo”, en la previa al duelo.
El “Santo” se hospedó en el Hotel Avenida Palace, ubicado en la calle Victoria 442 de Buenos Aires. En las imágenes recolectadas por Roberto Albornoz, historiador de San Martín, se puede ver a los jugadores distendidos y tranquilos en la previa del partido. Algunos habían optado por los juegos de cartas; otros para utilizar una maquinita similar a un flipper; mientras que el resto aprovechaba para leer las noticias de Buenos Aires. Incluso, las crónicas de LA GACETA detallan que el plantel fue acompañado por un puñado de hinchas que se encontraban radicados en Capital Federal o que accidentalmente habían coincidido.
La profesionalidad del fútbol era otro punto de debate. Tanto es así que el tópico del momento se centraba en la alimentación de los clubes del interior. Según los periodistas de la época, el plantel del “Santo” tenía instrucciones precisas sobre qué comer cada día de competencia. Muchos adujeron que este aspecto había marcado la diferencia en partidos anteriores de otros equipos tucumanos. “Los delegados cuidan celosamente el comportamiento de los jugadores”, indica la nota del 13 de diciembre de 1943.
Entre los presentes se encontraba Miguel de la Cruz Albornoz, o mejor conocido como Ramón Espilosín, quien merece un capítulo aparte. El futbolista, que acostumbraba a ser suplente, debió cambiarse el nombre para vestir la casaca rojiblanca. ¿Qué le impedía utilizar su nombre real? “Tuvo un problema con los datos personales, y los dirigentes de la vieja Federación Tucumana lo inscribieron como Espilosín. Pero, todos se enteraron de su verdadera identidad cuando empezó a trabajar en los ferrocarriles”, contó el historiador Albornoz, sobre su padre.
Otra de las curiosidades es una viñeta de Ceferino Sirgo para retratar el deseo del hincha de San Martín. “Si este partido fuera en Tucumán…este partido”, dice “El Malevo”, con un gorro con las siglas del club y de traje mientras ve la tapa del diario La Crítica. De fondo, aparece una ventana que da hacía los enormes edificios de Buenos Aires. Todo esto dejaba en claro que existía una enorme expectativa por el “Santo”.
El 14 de diciembre, a las 21.30, comenzó a rodar la pelota en la cancha de Chacarita ante la presencia de 4.000 hinchas, y San Martín no tardó en sorprender. Al minuto de juego, José Belio brindó un pase a Evilio Gramajo, quien encaró directamente hacia el área de Independiente. Pero, el defensor Juan Pío Barraza impidió que se concrete la primera ocasión de peligro. Albino Barzza habilitó a Gramajo, que lanzó un centro al medio del área. Manuel Sanguinetti realizó un flojo despeje, que quedó en los pies de Ricardo Juárez. El atacante sacó un tiro recto y marcó el 1-0 del partido.
La primera llegada de Independiente fue a los 6’. Sastre dio un pase a Juan José Maril, que lanzó un centro. Tras el despeje, la pelota quedó en poder de De la Mata que lanzó un remate cruzado, que fue controlado por Orlando Graneros. Si bien la llegada exigió al arquero del “Santo”, lo cierto es que el “Rojo” fue disminuido en todas sus líneas por lo que el segundo tanto no estaba lejos de concretarse. Y así fue. Figueroa lanzó un centro al área, Barzza ganó en las alturas y marcó el 2-0. “Una anécdota muy conocida de Barzza es que los chicos del barrio San Cayetano se acercaban a su casa para tomar agua. Muchos decían que de esa manera iban a conseguir su potencia, jaja”, comentó Albornoz.
El momento de mayor tensión para el “Santo” fue a los 33’. Reinaldo Mourin puso un centro peligroso, que no pudo ser capturado por Graneros. Ante esta situación, Walter cabeceó y la pelota parecía entrar sin impedimento alguno. Pero, casi como un salvador, Barbarrosa apareció en el sitio y envió la pelota al córner. También podría mencionarse que, ocho minutos después, el árbitro omitió un claro penal a Juárez, cuando fue derribado por Barraza.
A las 22.35, comenzó la segunda mitad, aunque no cambió la tónica. Es más, fue una mitad sin emociones, el “Santo” mantuvo el resultado a su favor. Pese a la distancia y la poca comunicación, la victoria fue festejada en Tucumán. Tanto dirigentes como hinchas se dirigieron al edificio de LA GACETA, donde se informaban los resultados por medio de una pizarra. “Teníamos grandes esperanzas en nuestros hombres hasta confiábamos en la posibilidad, más aún, en la probabilidad del triunfo contra los “Diablos Rojos”, pero no creíamos que la victoria pudiera llegarnos tan neta y con tantos honores, como lo ha sido, sin que nuestra valla cayera una sola vez”, había declarado León Luis Semrik, vicepresidente primero del “Santo”.
Luis Renta Mora, secretario del club, había decidido viajar de inmediato hacía la Capital Federal. “No deseo extralimitarme en entusiasmos. El triunfo de San Martín nos da nuevas esperanzas, pero tendrá rivales muy difíciles y difícil será quebrar su racha de brillantes triunfos”, había comentado antes de partir para presenciar el duelo frente a General Paz Juniors, de Córdoba, por las semifinales del torneo. En aquella instancia, el “Santo” caería 5-4 frente a los cordobeses y se despidió del certamen nacional.
Sin embargo, la victoria frente a Independiente fue todo un hito. “Por aquí se chimenta que los diablos rojos se volvieron amarillos…”, había escrito Sirgo junto a una viñeta en la que se ve a “El Malevo” en una de las tribunas de Chacarita. Todo esto deja en claro que el pasado del fútbol tucumano está repleto de grandes historias y conquistas llenaron de orgullo a la provincia.