No es la primera vez que Escalandrum toca en la provincia ni que presente un álbum nuevo. Pero sí que, renovando sonido, pueda presentar el tango-jazz- electrónico de “Escalectric”.
El concierto de esta noche a las 20 en el Teatro Manuel Belgrano del Colegio de Graduados en Ciencias Económicas (Crisóstomo Álvarez 765) en una función gratuita que debió ser reprogramada de la semana pasada como parte de la edición 64 del Septiembre Musical.
También será una celebración de los 25 años de la banda y está planteado en dos partes: la primera, dedicada a sus composiciones originales emblemáticas, y la segunda, un tributo a los clásicos de Ástor Piazzolla y se titula “Entre Piazzolla y el Jazz”.
Integrado por Nicolás Guerschberg (piano, teclados), Damián Fogiel (saxo tenor), Gustavo Musso (saxo alto, soprano, EWI), Martín Pantyrer (saxo barítono y clarón), Mariano Sívori (bajo eléctrico) y Pipi Piazzolla (batería), el sexteto recorrió otros países y ha mantenido su música “como una mezcla”, le dijo Piazzolla a LA GACETA, cuando regresó a su casa luego de brindar tres clases. “Nos focalizamos más que nunca en el groove y en melodías bien claras”, añadió.
A lo largo de su carrera, la banda ha recibido numerosos galardones, incluyendo el Premio Gardel de Oro en 2012 y el Konex de Platino en 2015. En la entrevista, el consagrado músico aclara que la improvisación no es hacer cualquier cosa, y reflexiona que muchas veces uno forma un grupo de jazz para tocar standards, pero Escalandrum nació directamente con música propia.
- Leí que dijiste que hay que conocer el idioma del jazz. ¿Cuál sería ese idioma?
- El idioma del jazz es conocer el estilo, conocer el ritmo, los valores y la teoría musical, tener la data que hace falta para tocar cualquier tipo de estilo. Pero como el jazz está abocado al tema de la improvisación, es muy importante poder manejarse con un vocabulario; por ejemplo los rudimentos de la batería, cómo se tocan, arrancar secuencias de acentos, acentos orquestados por toda la batería. Improvisar no quiere decir hacer cualquier cosa, la improvisación debe estar organizada de alguna manera, porque hay melodías y armonías. El saxofonista tiene que respetar la armonía sobre la que está tocando él solo, si hay 12 compases el solo tiene que durar eso, no 13. Hay formas que se deben respetar, como tocar a tempo escuchando a los demás, cosas que se estudian varios años pero más allá de eso hay completa libertad. El jazz es un género muy libre, donde nadie te dice qué tenés que hacer. Nadie te dice cuánto tiene que durar un tema, qué tiene que decir la letra. Yo creo que es un verdadero arte.
- Desde una perspectiva histórica, Gardel, Piazzolla, jazz-tango, electro tango... ¿Cómo ves el desarrollo de este tango?
- Lo veo muy bien, sobre todo en lo que respecta a Ástor Piazzolla que es donde más lejos llegó; y después una linda evolución es el jazz tango; por lo general se toca tango moderno con jazz que se improvisa dentro de este vocabulario o rítmica tangueras, todo eso me atrae mucho. El grupo de los hermanos Greco, y lo que hace Bernardo Monk, Minino Garay o Paquito D’ Rivera que jazzifica el tango o lo latiniza. El tango sigue en constante evolución, no se puede pensar en que este proceso, o desarrollo se detenga.
- No se puede evadir la fusión o es un mandato inevitable de este tiempo...
- Como vos decís es un mandato inevitable de esta época para los que tienen la mente abierta y la curiosidad. Creo que la fusión tiene más que ver con lo eléctrico, con lo que era el jazz y rock de los años 90. Hoy hablaría de una mezcla estilística, todo está globalizado y se va mezclando, cuando Stan Geel toca bossa nova no se le dice fusión, se le dice jazz brasileño por ejemplo; o lo que hace D’ Rivera que es latin jazz, no le dicen fusión… el jazz tango sería aquí. Hoy tenemos acceso a escuchar música de todos lados y uno va escuchando y mezclando.