Si hay una actividad extendida entre una gran mayoría de personas esa es la de comerse las uñas. Así conocemos al menos una persona de nuestro círculo cercano que en muchas ocasiones podemos encontrarla masticando estas extremidades de sus dedos. Aunque nuestro cerebro entienda que debemos parar, nuestro cuerpo continúa repitiendo esta rutina. Según la psicología los motivos se encuentran en un placer inmediato.
“Cualquier persona muerde o se encuentra un contacto entre su boca y sus uñas en algún punto”, expresa Fred Penzel, psicólogo especializado en tratar con pacientes con onicofagia (hábito de comerse las uñas de los dedos). “Cuando llega al extremo donde una persona comienza a hacerse daño, allí es cuando tratamos el caso como uno más grave que un comportamiento rutinario”, destaca el especialista, aunque esta condición resulta más extraña.
Sin embargo, morderse las uñas es una conducta excesivamente extendida entre la mayoría de las personas, pero a la vez un comportamiento de los cuales la psicología aún no ha teorizado lo suficiente y los estudios no comenzaron hasta hace un par de décadas. Una de las inquietudes que llama la atención de los especialistas se relaciona con la pregunta de “si el cerebro racional quiere renunciar a ese hábito, ¿por qué lo seguimos haciendo?".
¿Por qué las personas se muerden las uñas?
Los especialistas han teorizado respecto a la problemática y muchas han llegado a una conclusión convincente sobre esta rutina. El morderse las uñas puede proveer de un escape temporal, distracción o un pequeño momento de placer o relajación para quien se come las uñas. Mientras que las causas de este comportamiento pueden encontrarse en las condiciones del contexto en el que nos encontramos
Penzel señala que las personas sienten la urgencia de morderse las uñas cuando estos experimentan una subestimulación, es decir, cuando están aburridos, o cuando están sobreestimulados, ya sea estresados o emocionados. Así es que morderse las uñas sirve como estrategia para contrarrestar esa disminución o exceso de información sensorial. “Cuando están poco estimulados, este comportamiento puede ayudar a estimularlos y cuando se encuentran sobre estimulados puede ayudar a calmarlos”, explica el especialista. Así, comerse las uñas tiene un efecto similar a la nicotina, activando partes de nuestro cerebro y relajando otras.
¿Por qué elegimos mordernos esta parte del cuerpo y no otra?
Mientras que la razón por la que elegimos morder esta parte del cuerpo y no otra no son claras. Los desórdenes repetitivos enfocados en el cuerpo no son solo un comportamiento propio de los humanos: los animales de distintas especies parecen también compartir estos patrones. Así algunos gatos se lamen excesivamente mientras que algunos caballos muerden sus propios flancos. Esta coincidencia lleva a pensar a los especialistas que este comportamiento tiene sus orígenes en nuestros ancestros mamíferos de los que hemos evolucionado y que a la vez nos vinculan con el resto de animales de este grupo.
La facilidad con la que accedemos a nuestras uñas puede ser otra de las razones. Para una momentánea e instantánea distracción, el morder y quitarnos las uñas puede ofrecer una particular recompensa, a la vez que estos tejidos vuelven a crecer, por lo que siempre se están renovando. Así cuando estamos aburridos, estresados o frustrados nuestro cerebro vuelve a este hábito constantemente.