Cuidado con dejar las brasas encendidas

Cuidado con dejar las brasas encendidas

Cuidado con dejar las brasas encendidas

Si en algún momento se pretende enseñar fácilmente lo que representa la vieja política, bastará con mostrar las fotos de esta semana. En la primera imagen aparecerá el presidente, Javier Milei. En el segundo retrato, el gobernador Osvaldo Jaldo. Las semejanzas entre ambos, aunque uno sea libertario y el otro peronista, asombran.

Hay pocas cosas que se asocien más con la palabra casta que un asado político. Y tanto el jefe de Estado como el mandatario tucumano quedaron impregnados por la humareda de las parrillas. Hasta el simbolismo de ambos eventos fue el mismo: la necesidad de exhibir fortaleza. En el caso de Milei, para mostrar una armada de 87 soldados. Y, en el de Jaldo, para enviar una señal de conducción férrea rodeado de unos 500 dirigentes.

Claro, lo que más llama la atención es que el protagonista de una de esas comilonas haya sido el mismísimo Presidente, tan crítico de las costumbres politiqueras a las que dijo venir a desterrar. Milei no encontró mejor opción para agradecer a los diputados que lo acompañaron con el veto a la nueva ley de movilidad jubilatoria que ofrendarles el típico plato criollo. Allí estuvieron los seis legisladores tucumanos que avalaron su postura. Además del histriónico Mariano Campero, degustaron el plato en la Quinta de Olivos Paula Omodeo (CREO), Gerardo Huesen (Fuerza Republicana) y Agustín Fernández, Elia Fernández de Mansilla y Gladys Medina (bloque Independencia). Los tres primeros no tuvieron pruritos en mostrarse en medio de la polémica, pero los jaldistas hicieron lo posible por evitar que las cámaras los captaran.

En Tucumán, un par de días después, Jaldo reunió a medio millar de referentes peronistas para obtener una foto de respaldo y colgarse un documento de respaldo a su gestión. Eso sí, el gobernador fue más astuto y no permitió que se filtraran imágenes del asado con ensaladas que degustaron. En Aguilares, el mandatario buscó blindarse desde adentro debido a las dudas que todavía genera en el justicialismo su cercanía con el Gobierno libertario. A tal punto exageró unidad que en medio de su discurso pidió un aplauso para el senador Juan Manzur, el todavía presidente del PJ tucumano.

El documento “consensuado” por los congresales partidarios es un canto a su gestión: en esas líneas se destacaron algunas de las medidas adoptadas y hasta se elogió su diálogo institucional con la Nación para el bien de la provincia. La pregunta inevitable es cuántos de los presentes adhiere honestamente a ese texto. A muchos legisladores, de hecho, el vicegobernador Miguel Acevedo tuvo que insistirles para que fueran a la cita en Monte Bello. A otros debieron llamarlos más de una vez para que se levantaran de sus sillas y posaran para las cámaras. Desde luego, nada de eso importa a estas alturas. Tanto Milei como Jaldo necesitan en este momento la potencia de la imagen que transmitieron. Aún a sabiendas de que ni los 87 diputados son votos propios y fieles ni los 500 dirigentes peronistas comulgan con el jaldismo.

Sí hubo algunos detalles curiosos; por ejemplo, los que no fueron invitados y los que recibieron el convite y lo desecharon. En la primera lista aparece el diputado Carlos Cisneros, firme opositor a la gestión de Milei y en consecuencia distante de las decisiones libertarias de Jaldo. En la segunda columna hay que ubicar a la intendenta de San Miguel de Tucumán, Rossana Chahla. A la jefa municipal le avisaron del mitin en la noche del miércoles; es decir, casi sobre el filo de la realización del evento. Claro, la capitalina no integra el grupo de Whatsapp de los intendentes oficialistas y quizás por eso se demoraron desde la Casa de Gobierno en invitarla. El otro jefe municipal que no está en ese grupo, en el que también está Darío Monteros, ministro del Interior, es Jorge Leal (Burruyacu), pero en el caso del presidente del Congreso del PJ se debe a que no utiliza esa red de mensajería. El jueves al mediodía, cuando la llamaron desde Monte Bello, Chahla adujo para excusarse que seguía de cerca la votación en el Concejo Deliberante referida al aumento del boleto.

Otro dato de color fue la presencia de los díscolos hermanos Pablo y Gabriel Yedlin, a quienes el jaldismo acusa de sacar los pies del plato del PJ para coquetear con el massismo. Menos de 24 horas después, el diputado y el legislador se mostraron con Ricardo Quintela en Tucumán. Es curioso, en particular, porque al gobernador de La Rioja y lanzado candidato a la presidencia del peronismo nacional la gran mayoría de los justicialistas tucumanos le dieron la espalda. En el caso de Gabriel, es hasta insólito: es uno de los congresales que participó de la reunión en la que se emitió ese documento de respaldo a la gestión del tranqueño.

Fue de tal magnitud el vacío a Quintela que en su agenda figuraba una reunión con el vicegobernador. No obstante, Acevedo finalmente no lo recibió, a pesar de que algunos legisladores le preguntaron si lo haría. Tampoco es usual que un gobernador no sea recibido por el mandatario de la provincia que visita, mucho menos si forma parte del mismo partido político. Pero en Tucumán, hasta el cuadro con la pintura del caudillo riojano Chacho Peñaloza que trajo como obsequio el mandatario vecino parece haber generado incomodidad.

Manzur

Hay que reconocer que Jaldo cumplió con lo que pidió hace un par de meses a legisladores e intendentes: que la interna peronista del país no se instalara en la provincia y que se minimizara el impacto de cualquier desembarco de figuras nacionales. El primero en padecerlo fue Quintela. Y aquí nuevamente asoma el nombre de Juan Manzur. El ex gobernador tiene intenciones de terciar en la interna del PJ, por lo que puede inferirse que Jaldo, pero en particular Acevedo, priorizaron la relación con el senador nacional. Seguramente, a “Látigo” le preocupaba más que se filtrara una imagen suya con uno de los gobernadores “enemigos” de Milei.

Pero volviendo al ex jefe de Gabinete de Alberto Fernández, es admirable su capacidad para permanecer ajeno a la demoledora verborragia del Presidente, pese a votar siempre en consonancia con el kirchnerismo y a ser uno de los armadores del PJ. No es casual, transcurridos ya 10 meses de gestión libertaria, que Milei no lo haya incluido en público entre los “degenerados fiscales” que habitualmente masacra ni que Manzur haya emitido opinión alguna sobre las políticas del Gobierno nacional. En política, las omisiones y los silencios dicen todo. Y cuando hay brasas que quedaron encendidas, cualquier chispa puede reactivar el fuego.

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