Nideport nació en una cena entre amigos emprendedores a fines de 2019. Lo que comenzó como una conversación casual sobre el futuro de unas tierras familiares en la selva misionera rápidamente se convirtió en un modelo de negocio innovador. El grupo decidió buscar una estrategia sustentable que permitiera restaurar y proteger áreas deforestadas por medio del mercado de créditos de carbono. Hoy el objetivo es salvar 45 millones de hectáreas.
En una entrevista virtual con LA GACETA, los cofundadores Juan José Nuñez y Tomás Gutiérrez explicaron de qué se trata Nideport. Inicialmente, el emprendimiento abarcaba 7.000 hectáreas que pertenecían a uno de los fundadores, pero hoy se extiende a 24.500 que anteriormente habían sido explotadas por más de 100 años. El primer paso fue detener la deforestación en estas tierras para luego dar lugar a su restauración, lo que no sólo tendría un impacto en la biodiversidad, sino también en las comunidades locales.
A pesar de su potencial, Nideport enfrentó dificultades financieras en 2020. Fue en ese momento cuando ingresó Tomás quien, con una experiencia amplia en finanzas y más de 50 consultorías a empresas, decidió que solo quería involucrarse en proyectos con impacto positivo en la sociedad. Su incorporación fue clave para superar este desafío y consolidar la misión de la organización de combinar rentabilidad con un fuerte compromiso ambiental y social.
¿Qué hace Nideport y cómo funciona el mercado de carbono?
El mercado de carbono es un sistema creado para combatir el cambio climático por medio de la compra y venta de créditos. Estos créditos son una herramienta financiera que representa la reducción de una tonelada de CO₂ (dióxido de carbono) en la atmósfera.
Pero, ¿qué significa esto en términos simples? Un auto promedio emite aproximadamente una tonelada de CO₂ al recorrer entre 4.000 y 5.000 kilómetros. Eso es lo que una empresa compensa al comprar un crédito: es como si anulara el impacto que causa el recorrido de un auto durante dos viajes de ida y vuelta entre Tucumán y Buenos Aires.
El modelo de negocio de Nideport se enfoca en restaurar tierras degradadas, promover la biodiversidad y beneficiar a las comunidades locales que generan créditos de carbono que se venden a nivel internacional.
"El mercado de carbono es una forma de hacer que las acciones sustentables sean un negocio", explicó Gutiérrez, máximo ejecutivo financiero de la empresa. Según su opinión, el único modo de que estas acciones crezcan en un sistema capitalista es haciendo que sean rentables. “Estamos en un mundo capitalista y, si algo no es negocio, no crece”, manifestó.
El sistema de créditos de carbono involucra a tres actores clave:
-Desarrolladores de proyectos: son las empresas o entidades, como Nideport, que llevan adelante acciones para reducir o capturar emisiones de carbono, como la reforestación o la adopción de tecnologías limpias.
-Certificadoras internacionales: estas organizaciones verifican que los proyectos realmente generen la reducción de emisiones prometidas. Una vez practicadas las constataciones, emiten los créditos de carbono. “Hay un movimiento global que intenta dar mucha credibilidad a los procesos de certificación, lo cual los suele hacer más lentos. Nuestro impacto está siendo evaluado por una de las entidades certificadoras más importantes del mundo”, comentó Nuñez.
-Compradores de créditos de carbono: pueden ser empresas o países que buscan compensar la huella de carbono creada por su producción. Algunas están obligadas por regulaciones, mientras que otras lo hacen de manera voluntaria para mejorar su reputación ambiental.
Los consumidores exigen cada vez más la protección del ambiente
Gutiérrez detalló cuáles pueden ser algunos de los incentivos para adquirir los créditos: “algunas instituciones públicas o privadas lo hacen por filantropía pura, otras porque están obligadas por regulaciones en regiones donde es necesario balancear su huella de carbono. Y otro gran incentivo es el de la marca. Ho, los consumidores son cada vez más exigentes con el impacto ambiental. Entre dos productos iguales o parecidos, probablemente elijan el que cause menos daño al medio ambiente".
Este mercado es crucial porque casi todos los países tienen como meta ser carbono neutrales para 2050. Por lo tanto, las empresas deberán responder por sus emisiones cada vez más, lo que incrementa la demanda de créditos de carbono.
El director financiero (CFO) de Nideport se mostró optimista sobre el futuro de esta industria y su potencial para transformar el mundo. "Las nuevas generaciones vienen con más conciencia sobre el planeta. Nosotros creemos que estamos encaminados a un capitalismo verde", afirmó. Gutiérrez agregó que el proyecto de la selva paranaense en el que están trabajando no sólo ayudará a mitigar el cambio climático, sino que también está en vías de convertirse en el que más carbono absorba por hectárea en el mundo. “Es un mercado que va en ascenso”, aseguró.
El proyecto Vida Nativa y su impacto
El proyecto Vida Nativa nació en Nideport como una respuesta innovadora para restaurar las tierras misioneras. “La degradación de las selvas es muy grande: es un problema que afecta a alrededor del 60% o incluso el 80% del territorio. Se perdió mucha biodiversidad y ya no habitan el lugar los pueblos originarios que años atrás sí estaban ahí”, dijo Nuñez.
Pero durante estos años de implementación de Vida Nativa se lograron hitos con un impacto que va más allá de sólo plantar árboles. Algunos de ellos son:
-Plantaron más de 16.000 árboles nativos en 60 hectáreas durante 2023 con la inclusión de 15 especies clave para recuperar la biodiversidad original del bosque atlántico.
-Fomentaron la repoblación orgánica con "árboles dispersores de semillas" mediante la identificación de especies con presencia limitada para producir semillas sanas.
-Redujeron los incendios, que se daban en un promedio de 5 a 20 por año, a un suceso desde que comenzaron. Según Nuñez, los incendios causados por el ser humano siguen siendo uno de los principales problemas para la conservación de este patrimonio natural. "Desde que empezamos a trabajar, hemos tenido un sólo foco de incendio detectado por un satélite”, apuntó.
-Confirmación de la presencia de especies en peligro de extinción que habían dejado de merodear por aquellos bosques. Es el caso de una hembra de jaguar y de su cría localizados en el área del proyecto durante diciembre de 2022.
-Desarrollaron iniciativas comunitarias como el Proyecto Oga, que ya construyó más de ocho casas para combatir el hacinamiento y tiene un plan de construir 30 viviendas en los próximos 5 años.
-Implementaron el Proyecto Ra'yi para mejorar la seguridad alimentaria de la comunidad mediante huertas sostenibles, y el otorgamiento de herramientas y de capacitación.
La decisión de dedicar el 2% de los ingresos por créditos de carbono a proyectos colaborativos con la comunidad asegura su participación e implicación en las actividades de Nideport. "Los proyectos nacen de las propias ideas de la comunidad, pero nosotros les brindamos los recursos y el conocimiento técnico para materializarlos", explicaron los cofundadores en la entrevista.
De aquí a 100 años
A diferencia de muchas empresas que venden créditos de carbono, Nideport propone una restauración nativa a perpetuidad. Juan Nuñez explicó: “vamos a administrar y trabajar la tierra entre 80 y 100 años para luego donarla a los pueblos originarios y a las comunidades locales, donde podrán desarrollar modelos de negocio en la selva sin dañarla. Planeamos financiarlos para impulsar ese traspaso cuando llegue el momento”.
Esta visión a largo plazo refleja el compromiso de Nideport no sólo con la restauración ambiental, sino también con el bienestar de las comunidades locales. “Queremos que el ser humano pueda convivir con la naturaleza sin dañarla”, concluyó el director ejecutivo de la compañía.
“Un mercado donde ganen todos”
“Lo más lindo de este modelo de negocios es que es el único que conozco donde todos ganamos”, manifestó Tomás Gutiérrez. Y subrayó que cuanto más se invierte en la preservación de la biodiversidad y en las comunidades locales, más valor tienen los créditos de carbono producidos.
Gutiérrez describió ese bien común con estas palabras: “ganamos nosotros porque trabajamos en esto que es lo más lindo del mundo y ganamos plata. También se benefician las comunidades porque mejoran su calidad de vida y su entorno. Ganan la biodiversidad y el planeta. Ganan las empresas porque pueden enfocarse en lo suyo sabiendo que tienen un socio que les ayuda a disminuir su huella de carbono. Y, por último, ganás vos porque podés respirar un aire más puro”.
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