AVIÑÓN, Francia.- Gisèle Pelicot volvió a subir al estrado para declarar en el proceso judicial contra su ex marido, Dominique Pelicot y los 50 hombres acusados de violarla cuando estaba inconsciente. También cargó contra los abogados defensores de los acusados, que intentan culpabilizarla por lo que le pasó mientras yacía drogada por su marido.
La mujer, que se convirtió en un símbolo de la lucha contra el abuso sexual bajo la influencia de sustancias, pidió que el juicio fuera público y asistió todos los días para ver a la cara a sus victimarios, incluido su ahora ex marido. Con ellos, fue contundente: “Son unos degenerados. No hay perdón para ellos”.
Sí pidió que no se exhiban en público los videos que su marido grababa. “Son pruebas de las violaciones que he sufrido. Pero no se debe proyectar al público. No voy a exhibir estos videos, son insoportables”, dijo Pelicot, quien había solicitado que sus hijos no estuvieran presentes en la sala principal durante la difusión del material. La acompañó su hija Caroline, que salió de la sala cuando mostraron las filmaciones.
Los asistentes escucharon ayer el día los testimonios de Jean-Pierre Maréchal, alias “Rasmus”, que reconoció que violó a su propia mujer junto con Pelicot. El ex marido ha declarado también ayer y aprovechó para dirigirse a ella, por primera vez en casi cuatro años. “La quise mal, no la respeté y la traicioné”, expresó el principal acusado del caso.
Giséle, a quien su marido drogó durante 10 años para que la violaran decenas de hombres contactados por internet en Francia, expresó además su sentimiento de humillación ante las insinuaciones de algunos abogados, que señalan su posible complicidad en las agresiones.
“Desde que llegué a esta sala de audiencia, me siento humillada. Me tacharon de alcohólica, afirmaron que estaba en tal estado de ebriedad que soy cómplice”, afirmó ante el tribunal de Vaucluse, en Aviñón.
“Es tan humillante y degradante oír eso”, declaró Gisèle Pelicot. “Estaba en un estado de coma y los videos darán fe de ello. Los peritos se escandalizaron con estos vídeos, y son hombres”, agregó.
¿Los demás hombres “no se plantearon la cuestión (del consentimiento)? ¿Qué son estos hombres, son degenerados o qué?”, tronó la mujer de 72 años, víctima de unas 200 violaciones, 92 de ellas cometidas por 50 coacusados juzgados desde el 2 de septiembre.
“Ni por un segundo di mi consentimiento al señor Pelicot ni a estos hombres”, reiteró la mujer que estuvo casada durante 50 años con el principal acusado y que hace poco logró el divorcio.
“No existe tal cosa como ‘violación consentida’. Una violación es una violación”, afirmó Pelicot, refiriéndose a las palabras de un abogado que pareció restar importancia a la verdadera intención de algunos de los acusados, muchos de los cuales afirman que creían participar en un juego sexual practicado por una pareja promiscua.
Reglas estrictas
Más temprano, el propio Dominique Pelicot había dicho que todos los hombres a los que contactó para que violaran a su esposa sabían exactamente lo que estaba pasando, y que por eso había reglas estrictas para cometer los abusos, como no hacer ruido ni usar perfume, dejar el auto lejos de la casa, calentarse las manos antes de tocarla y desvestirse fuera de la habitación donde todo ocurría.
“Expliqué que había violación en su sentido mediático y jurídico. Lamento si lo que dije les hirió o les escandalizó. Esa no era mi intención. Mi intención era recordar las reglas del derecho”, respondió el abogado Guillaume De Palma, quien fue el que insinuó que ella se había prestado a “un juego”.
“Soy un violador”
En la audiencia de ayer, y por primera vez, se mostraron fotos de los actos cometidos contra Gisèle Pelicot entre 2011 y 2020 a petición de los abogados defensores. Por la mañana, al igual que hizo Dominique Pelicot la víspera, el primero de los otros 50 coacusados, Maréchal, de 63 años, admitió ser un “violador”. Es el único que no está procesado por agredir sexualmente a Gisèle Pelicot, sino a su propia esposa, sobre la que emuló el método criminal ideado por Dominique Pelicot.
“Amo a mi mujer. Estoy en la cárcel y me lo merezco. Hice cosas repugnantes. Soy un criminal y un violador”, admitió este ex empleado de una cooperativa. “Lo que hice es espantoso, quiero un castigo severo”, dijo.
Está acusado de haber drogado a su mujer, entre 2015 y 2018, con ansiolíticos proporcionados por Pelicot, de violarla y de haber impulsado que este último también abusara de ella.
A la pregunta de si el principal acusado le había dicho que Gisèle estaría “drogada y que buscaba un hombre para su esposa dormida y medicada”, respondió afirmativamente, socavando un argumento esgrimido habitualmente por los abogados defensores de que sus clientes no habían sido informados de este procedimiento.
Maréchal apeló a una clásica defensa de los violadores, que es justificar sus acciones por haber sido víctimas cuando eran niños. Detalló que su padre abusaba de él y de su hermana, y que tuvo que presenciar cómo su padre sometía sexualmente a su madre.
El juicio se ha convertido en un símbolo del uso de drogas para cometer agresiones sexuales, práctica conocida como sumisión química, y relanzó en Francia el debate sobre la cuestión del consentimiento.
Desde el inicio del proceso, activistas y asociaciones feministas reclaman a los hombres que “asuman su responsabilidad” en la lucha contra la violencia hacia las mujeres y que “dejen de permanecer en silencio”.