Diana Taylor: “Usar la foto como activismo es estar en el mundo real”

Diana Taylor: “Usar la foto como activismo es estar en el mundo real”

“La fotografía es un certificado de ser, de presencia, pero estar presente con el cuerpo es distinto”, analiza. Hay numerosas imágenes que circulan con gran rapidez, pero se duda de la veracidad.

REFLEXIONES. Diana Taylor, autora de numerosas publicaciones, defiende la presencia real, poniendo el cuerpo, por las diferentes demandas. REFLEXIONES. Diana Taylor, autora de numerosas publicaciones, defiende la presencia real, poniendo el cuerpo, por las diferentes demandas.

Cuando se habla de performance en esta provincia las referencias comienzan en los años 80 del siglo pasado y en estudios que dan cuenta cuán fuerte es ese lenguaje híbrido, por cierto, en las artes visuales.

Sí, existe desde los 60 en adelante con el grupo Fluxus de la mano de la contracultura en Estados Unidos, con acciones que buscan rupturas en la vida cotidiana. La performance parecería buscar el “aura” (el aquí y ahora) que, según Walter Benjamín, el arte perdió en la era de su reproductibilidad técnica con la fotografía principalmente. El teatro (las artes escénicas) y la performance son los únicos artes en vivo, es verdad, a pesar de que la era digital convierta el streaming en un símil.

La introducción vale cuando se conoce que Diana Taylor participará en la inauguración de la nueva edición de la Bienal de Fotografía Documental que comenzará el miércoles 9 de octubre con la famosa “foto de familia” en la Casa Histórica y concluirá el sábado 12, con numerosas propuestas y actividades. Unos momentos después mantendrá en la Sala Orestes Caviglia una entrevista pública con Julio Pantoja.

Taylor fundó y dirige el Instituto Hemisférico de Performance y Política de la Universidad de Nueva York. Ha estudiado, principalmente, qué relaciones mantiene esta práctica artística con los sistemas de poder; y ha publicado numerosos libros al respecto. Editar su currículo llevaría páginas y páginas de este diario. Es la primera vez que viene a Tucumán y durante una extensa conversación con LA GACETA esde Nueva York, destacó la importancia del arte presencial.

“Es muy fuerte, me gusta la energía que está ahí, el cuidado de los otros. La fuerza de la presencia es una cosa muy importante, eso es cierto, es otra forma de ser y estar. Pero es otra relación. Siempre es con otro y en relación de otra presencia”, definió. Luego añadió que “el performance es muy importante en la fotografía, pero depende de cómo se use, porque se puede utilizar para negar o afirmar eso que ha existido, como en la Argentina”.

La estudiosa y académica reconoció que la selfie es una performance, pero desde una perspectiva neoliberal, y que su interés, su “lente epistemológico”, se sitúa en la performance activista. Hace algunos meses brindó una charla para Meta I.A y cuenta que cuando preguntó sobre el presente, le respondieron que era “estar en línea, involucrado”.

- ¿Es un lenguaje híbrido, en un tiempo en el que la división de géneros desaparece?

- Sí, claro. Para mí tiene que ver con el hecho que analizamos todo, todo como interrelacionado. Si veo un performer en la calle que es un tipo de performance art, nos enfocamos en el cuerpo, pero también en el espacio, y en el público, para quiénes está destinado, cuáles son las condiciones económicas de ese espacio; todo tiene que ver con todo. Utilizamos una metodología que no aísla los fenómenos, que los trae juntos, es mucho más complejo que la mirada de la antropología, la sociología o la psicología que son disciplinas que se ocupan del hombre, de su cuerpo y del uso de los espacios. En ese sentido, somos muy oportunistas, porque nos aprovechamos de diferentes metodologías para poder examinar lo que queremos, ponerlo dentro de un marco, que puede ser muy estrecho. Puede ser un performer art en una calle de Tucumán o que tome el proceso de reorganización de los militares que ocupa varios años, hay muchas formas de entender y que no tiene que ver con un acto específico. Eso nos distingue, no diría que somos una disciplina, sino una posdisciplina; en cierto modo somos indisciplinados.

POSTULADO. “La selfie es como un certificado de presencia, de ser, plantea la estudiosa que estará en Tucumán. POSTULADO. “La selfie es como un certificado de presencia, de ser, plantea la estudiosa que estará en Tucumán.

- Puede ser una intervención pública, o una acción… pueden ser sinónimos tal vez...

- Es una forma, un lente epistemológico, de ver y entender el mundo como si… como si el género fuese algo performático… lo venimos aprendiendo toda la vida, de ver el mundo, de entender; la actuación del género. Lo venimos viendo cómo ser hombre o mujer, cambia de sociedad a sociedad. No es innata, es aprender a través del cuerpo, por ejemplo, la forma en que uno muestra las cosas que va a vender, las frutas en el mercado, presentarse frente al mundo tiene algo de performático.

- En la película “The Square”, hay un desarrollo de la estética relacional de Bourriaud… el arte, poner el cuerpo allí. Entrar o salir del cuadrado que está en la calle frente al museo…

- Eso es lo que vemos, tratamos de pensar desde mi posición académica, a eso nos referimos. Ahora en Tucumán voy a la Bienal, ver cómo el performance tiene que ver con la fotografía. La fotografía tiene su sentido en el uso, siempre es relacional, quién la toma, cómo la enmarca, qué incluye y qué excluye, dónde está, cómo se transfiere, dónde la comparte. En el espacio de Madres Línea Fundadora en el ESMA voy a hablar del activista performatico y esta cuestión generacional tan fuerte que pasa de abuelas y madres luego hijos y después nietos. Julio Pantoja ha hecho un trabajo muy importante sobre esto. Mucho depende de lo fotográfico. Cómo la foto se usa para negar o para insistir que esta gente existió, cómo la foto participa en la transmisión de memoria. La foto funciona como el ciudadano frente al Estado que te toma una foto para identificación… Es tan dependiente de quién la usa y para qué la usa.

- Nunca es inocente, eso es claro…

- Nunca es inocente y nunca es la misma. La próxima generación que la vea ya cambió, ya es otra cosa. Pero todavía los que la ven en el mismo momento, hay otro lente epistemológico, la interpretación cambia. Es muy interesante estudiar todo esto.

- Creo que la mayoría de las personas no es conciente de todo eso. Hablemos de la selfie, que sé que a usted no le interesa mucho...

- La selfie es un acto performático que se ubica dentro del neoliberalismo: mostrar ser joven, feliz, activo, en donde sea que se esté es una visión, y todo lo demás es decorativo; es distinta a una foto familiar que podría ser muy tradicional, lo otro es como un ser sin historia.

- Pero hay museos que utilizan espacios para selfie, “sacate una selfie con tu obra preferida” es el marketing...

- Sí, muestra un ser que tiene acceso a todo, independiente, libre, móvil, estar aquí o allá, un ser globalizado. No tiene tanto que ver con lo racial, pero tenés que ser joven, viajar, de cierto grupo de clase social, que podés decir ahora estoy en Italia, luego en México o Grecia. Aunque la gente no viaje, pero dar esa idea, acceso a distintas experiencias, mucho de eso es fantasmagórico, pero esa imagen está.

- Si no hay foto, no fue, no ocurrió..

- Es como un certificado de presencia, de ser. La foto y la selfie ayudan mucho a esa identidad. La construcción a través de la fotografía, eso sí me interesa mucho, cómo se utiliza la fotografía para la resistencia, para el activísimo, como recurso. Siento que cada selfie me quita algo, me saca algo… pero usar la fotografía como resistencia y activismo es estar en el mundo real, es más interesante que sacar una foto de las Torres Gemelas y decir estuve aquí, donde pasó lo del 11 de septiembre, porque mucha gente iba y se tomaba selfies, esto no me interesa estudiar.

- Sin la fotografía no sabríamos que hay millones de personas que apoyan la lucha de los palestinos...

- Pero es que hay tantas fotografías circulando y tan velozmente, no se sabe cuáles son verídicas o no, están los fake news y el reto de la inteligencia artificial. Hace casi 100 años Virginia Woolf, dijo que si muestran una foto con unos jóvenes muertos y un militar con una pistola… hoy algunos pueden decir que fueron los palestinos, otros los israelíes. Los fake están desde siempre, pero la rapidez con que se saca ahora es muy preocupante, son indistinguibles.

- Como dice (Joan) Fontcuberta estamos en la posfotografía, o ahora no es como se entendía antes, en la posproducción, en la posdisciplina...

- Estamos muy pos, sí, este mundo de la posrealidad. Somos muy pos, pero eso de la posrealidad es muy difícil de navegar, y políticamente mira lo que pasó en la Argentina, en Brasil o en Chile, en Estados Unidos, mucha gente no sabe lo que está pasando, literalmente, así que eso es muy peligroso creo yo.

- Cuando más avanza la tecnología, más mediado estamos de lo que efectivamente sucedió...

- Sabemos menos en cierto sentido, aunque tenemos acceso a mucho más. No sabemos por qué, qué es lo que es verídico y ahora es más complicado con este tema de la inteligencia artificial. Todo lo que se ve ahí cita lo que está en la red, gran parte de lo que se reproduce es muy falso; escribí esto, cuando se cita y se cita mal, hice la experiencia, pero eso será otro tema de conversación.

- Dice Walter Benjamin que con la fotografía desapareció el aura. El arte quedó como una mercancía...

- Sí, a veces, está claro. Cuando comencé con el Instituto Hemisférico de Performance y Política para el archivo, en el año 2000, no había video en línea, no quisimos privilegiar la obra única. El performance no es único, no hay un original, cada noche será diferente, no hay una versión original… pedíamos la copia. Usamos la copia, era un archivo poscolonial, no queríamos esa cosa del objeto único, de élite, que tienes que ir al Louvre para ver la Mona Lisa. Hemos perdido, y Benjamín lo dice, lo masivo que nos ayuda a pelearnos contra el fascismo pero también puede favorecerlo. Tiene que ver con el uso de cualquier cosa, como hemos visto manipular la copia, pero lo original ha eliminado mucho tipo de actividad, es así; por ejemplo los pueblos originarios no tendrían arte, en tal caso; hay mucha política nociva respecto del original. Pero también están en las protestas. Si las madres no hubieran salido a las calles, se hubieran muerto en sus casas. Escribí “El meme traumático”, que comienza en la Plaza de Mayo. Uno sabe lo que pasó en Turquía, en la Argentina, en México o en Chile, pero también en Rusia, en diferentes partes de África. Se ve y se sabe lo que ha pasado, es como un meme que uno lo ve en línea, pero cambian ese trauma, digo “memético”, con esa fuerza que tiene la imagen. Con un meme uno sabe a lo que se refiere, pero sabe exactamente lo que sucedió.

- El cuerpo está presente en las performances, se dice que es un arte vivo, real, pero no es lo mismo una pintura o una instalación.

- No estoy de acuerdo con que es lo único que es real. En mi libro “¡Presente!” destaco la fuerza de la presencia y eso sí es cierto: la presencia te da otra forma de conocer, otra forma de estar, porque siempre estoy, aun ahora, con semipresencia en esta conversación contigo; ahora si estoy con otros en el mismo espacio y tiempo, con alguien, es mucho lo que se puede transmitir de cuerpo a cuerpo, hay una gran energía que está ahí, pero eso también lo tenemos en las protestas… Estar ahí en presencia y mantener esas relaciones, y otras que ahora mundialmente se sabe, mantienen lo real.

Diana Taylor: “Usar la foto como activismo es estar en el mundo real”

Perfil: académica y teórica

Es una académica y teórica del performance estadounidense y latinoamericano de la Universidad de Nueva York. Fundó en 1998 el Instituto Hemisférico de Performance y Política. Realizó el Doctorado en Literatura Comparada en la Universidad de Washington y tiene la Maestría en Letras Modernas en la Universidad Nacional Autónoma de México. También estudió en la Universidad de Ai-Marsella (Francia). Sus publicaciones y libros son numerosos. En 2020 publicó “¡Presente! La política de la presencia”, con una serie de ensayos producto de sus investigaciones en diferentes países. En ese libro, la autora afirma que “no hacer nada, no es una opción posible”.


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