Quema de caña: efectos sobre el ambiente y el cultivo

Quema de caña: efectos sobre el ambiente y el cultivo

El asesor privado Franco Fogliata analizó las consecuencias nocivas de esta práctica, que contribuye al calentamiento global y hace caer la producción de azúcar.

Quema de caña: efectos sobre el ambiente y el cultivo
14 Septiembre 2024

Recientemente la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres (Eeaoc) detectó unas 32.000 hectáreas con cicatrices de quema en el área cañera: un 10,8% de la superficie total cosechable este año, de 294.700 hectáreas. Ese panorama se enmarca dentro de otro más complejo: las 98.135 hectáreas afectadas por las heladas leves, medianas y severas.

“Esos cañaverales, con su follaje seco, resultan “pasto fácil” para quemazones. Resulta importante abordar esta cuestión, por dos aspectos”, señaló el asesor privado Franco Fogliata.

Por un lado, indicó el efecto altamente negativo al ambiente, en abierta violación a la Ley Nacional 25.675. “En cuanto al efecto de las quemas sobre el ambiente, nuestra experiencia de varios años indica que todo ese material foliar quemado -sea caña en pie o el residuo de la cosecha (RAC)- emite 0,76 toneladas de dióxido de carbono (CO2) por cada tonelada de material. La quema también emite otros gases, como el dióxido de nitrógeno (NO2), el metano y monóxido de carbono (CO), entre otros; pero predominan los carbonados”, dijo.

Contó que, en promedio, un cañaveral no cosechado tiene un 25% de material foliar, entre hojas adheridas al tallo y despunte. Esto da una idea de la magnitud del problema. Si se toman esas 32.000 hectáreas quemadas, con un rendimiento medio de 55 toneladas de caña por hectárea se trataría de unas 1,76 millón de toneladas de caña quemada, que contenían 440.000 toneladas de hojarasca.

“De estos valores, en relación con la 0,76 toneladas de CO2 por tonelada de material, surge la muy significativa cifra de 334.400 toneladas de CO2, que afectarán al ambiente. Todo esto contribuye al calentamiento global y afecta la salud humana”, afirmó Fogliata.

Por otra parte habló de los efectos de la quema sobre la calidad de la caña de azúcar. “Nuestras experiencias indican la necesidad de cosechar lo antes posible, pues las demoras acentúan muy seriamente el deterioro de caña; sobre todo, en primavera”, dijo. Precisó que cuando la temperatura ambiente se eleva, el pol% caña en 10 días baja 0,82 unidad -un 12,1% frente a un 11,28%-. “Y si se mide como kilos de pol extraído en primera presión baja 0,79 unidad. Estas mermas tienen un fuerte impacto en los kilos de azúcar finales por cada tonelada de caña”, indicó.

Destacó que con las temperaturas de septiembre, el pol% caña bajó en 48 horas de un 12,6% a un 12%; y la pureza, del 86,5% al 83%. “También se observa disminución en la extracción del jugo y un fuerte aumento de los azúcares reductores, pues se duplicaron de un 0,658% a un 1,55%. La pérdida de peso de caña quemada a los 10 días era de un 20%”, dijo Fogliata.

Añadió que las enzimas que normalmente posee el tallo, también se afectan con la quema. “La Invertasa Ácida (IA) bajó en un promedio de tres días de 59,3 a 30,6; y la Invertasa Neutra (IN), de 34,9 a 27,2. Esta última es muy importante, debido a su relación con los azúcares totales y con la maduración. La IA tiene que ver con el crecimiento de la caña”, explicó.

Agregó que la quema también alcanza otros polisacáridos solubles del jugo, pero dijo que en especial favorece a la aparición de la dextrana, que es altamente nociva en cuanto a la calidad del jugo, pues afecta la cristalización de la sacarosa. “Trabajando en julio, con bajas temperaturas, a las 96 horas de la quema habían subido de 4,2 mg a 5,5 mg por cada 100 ml. En primavera subieron de 7 mg a 11 mg. Todo ello conspira contra el azúcar obtenible”, puntualizó. Y subrayó que otro elemento negativo que aparece muy fuerte es el aumento del ácido succínico: “De 80 ppm subió a 350 ppm en seis días posterior a la quema”.

Fogliata recordó que los ácidos afectan la cristalización. “También se comprobó que al ingresar a la fábrica el jugo de caña quemada, contiene etanol -aparece en la clarificación-, síntoma evidente del deterioro: de 52 mg pasó a 270 mg por litro”, dijo.

Finalmente, advirtió que en plena quema la temperatura del cañaveral alcanza entre 200° C a 400° C; y una hora después está en 64° C. “Pero es más llamativa la temperatura del suelo. Un minuto después de la quema, a 1,5 cm debajo de la superficie osciló de 80° C a 95° C, afectando la microflora útil”, resaltó.

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