La productividad es un eje central del debate laboral. Preguntas como "¿qué hace más productivos a los empleados: el trabajo remoto o en la oficina?" muestran hasta qué punto existe una búsqueda permanente de mayor eficiencia y efectividad. Toda la gestión del personal tiene como objetivo permanente aumentar las métricas de rendimientos. Esto es lógico porque, para que una compañía y sus miembros prosperen, deben aumentar las ganancias y bajar los costos. Pero, ¿qué pasa con el concepto de “falsa productividad”?
El rendimiento engañoso proviene de empleados de diferentes rangos que mienten u ocultan sus resultados. Esto suele ocurrir por agotamiento, por no saber cómo resolver problemas o, incluso, por miedo al feedback negativo de sus superiores. Durante mucho tiempo, la imagen del gerente ocupado fue sinónimo de éxito. Sin embargo, según el informe de Workhuman, una plataforma que promueve políticas de bienestar para el staff, el 37% de los gerentes admitió haber fingido ser productivo en el trabajo, un porcentaje más alto que el de los empleados no gerenciales, que se sitúa en el 32%.
Todavía más sorprendente es que los máximos ejecutivos o miembros de la alta dirección (CEOs) forman parte de esta tendencia: el 38% confesó que exageraba sus resultados, según el mismo informe publicado en inglés a finales del mes pasado. Esta brecha entre lo que se muestra y lo que realmente se hace parece ser una consecuencia directa de la presión que enfrentan los líderes para mantener la apariencia de estar siempre "al mando" y activos, lo que refleja una cultura laboral que valora más la cantidad de trabajo percibido que la calidad real.
¿Qué puede estar causando esto?
El problema no radica solo en los individuos, sino en las expectativas que las organizaciones imponen. En muchos entornos laborales, la cultura de estar "siempre activo" exige que los empleados y los gerentes estén disponibles todo el tiempo, lo que genera una ansiedad constante por parecer productivo, incluso cuando no se tiene una carga de trabajo significativa.
Esta dinámica puede verse alimentada por sistemas de monitoreo intenso de su actividad, que pueden hacer que los empleados y líderes sientan que deben simular trabajo para evitar ser vistos como poco comprometidos.
Según los expertos en recursos humanos que hicieron el reporte, la “falsa productividad” no es solo una cuestión de vagancia, sino un reflejo de problemas más profundos dentro del ambiente laboral. Quizás las personas estén sufriendo un burnout; no se sientan cómodas para pedir ayuda cuando lo necesitan o se estén enfrentando al desafío de cumplir expectativas poco realistas.
¿Cómo solucionarlo?
Workhuman recomienda combatir la falsa productividad con la promoción de una cultura de la verdad y de la seguridad psicológica. Según los expertos, una clave es permitir que los empleados y gerentes puedan admitir cuándo necesitan un descanso sin temer que esto vaya a impactar en su trabajo. Además, recomendaron crear canales efectivos de retroalimentación y reconocimiento, de modo que tanto empleados como líderes se sientan valorados por el trabajo real que realizan, en lugar de por parecer estresados.
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