La transición energética, el desafío alemán hasta 2030

La transición energética, el desafío alemán hasta 2030

Crece la instalación de centrales fotovoltaicas en las casas y la creación de parques eólicos. La experiencia conjunta con San Miguel de Tucumán.

PAISAJE HABITUAL. Los paneles de energía fotovoltaica son habituales en las viviendas de Erfurt.  PAISAJE HABITUAL. Los paneles de energía fotovoltaica son habituales en las viviendas de Erfurt. La Gaceta / foto de Fernando Stanich

El gran asunto que se debate en Alemania pasa por la reconversión de la matriz energética, ya que los plazos apremian: hasta 2030 al menos el 80% de la electricidad debería provenir de energías renovables.

El desafío es enorme porque las horas de sol en este país son escasas o al menos muy inestables: hay amplitud en verano pero en el resto de las estaciones la noche le gana al día. En cambio, sí hay una ventaja: el viento. Así, en las zonas rurales y al lado de las carreteras se multiplican los parques eólicos. El 30% de la electricidad alemana todavía se genera quemando carbón y gas. Mientras tanto, las turbinas eólicas generan casi la mitad de la energía del país, con 28.700 aerogeneradores terrestres. En paralelo, el gobierno pretende pasar a una producción de electricidad totalmente neutra, principalmente mediante el establecimiento de grandes parques eólicos en los mares del Norte y Báltico. Para alcanzar este objetivo, Alemania tendría que cuadriplicar la cantidad de energía generada por turbinas eólicas en sólo seis años.

“Es un cambio profundo y un desafío, porque no sólo hablamos de electricidad, sino también de cambiar la matriz energética del país, como gas y petróleo”, afirmó Jörg Lummitsch, director del departamento de Medio Ambiente y Conservación de Erfurt. De esa manera, precisó, muchas actividades que se realizan con la utilización de gas necesitan reconvertirse; por ejemplo, el abastecimiento de calor doméstico. Algo similar ocurre con la electromovilidad, que si bien se percibe bastante avanzada en las calles alemanas, aún no llega a equilibrar a los motores a combustión. Hoy, en Alemania y particularmente en Erfurt, una pequeña parte de la electricidad proviene de la incineración de basura. Hay experiencias interesantes y comunitarias. Por ejemplo, antes de ingresar a la localidad de Niederzimmern, uno se topa con molinos de viento y una enorme central fotovoltaica. Se trata de un poblado de unos 1.000 habitantes que se autoabastece de energía y que además logra volcar electricidad a la red, por lo que incluso recibe una compensación económica. Allí, las granjas y casas particulares también cuentan con paneles solares.

En este proceso de transición energética trabajan en paralelo, y en muchas ocasiones en conjunto, cooperativas de vecinos involucrados en la temática y autoridades públicas. Se trata de una forma de participación de la sociedad civil en la protección del clima local. Schöder, una activista que fundó la primera cooperativa energética de la ciudad hermana de San Miguel de Tucumán, contó que cada vez son más los vecinos que se suman a la organización comprando una parte de las acciones. Si bien trabajan en conjunto con los funcionarios municipales, tienen autonomía de acción. Por ejemplo, pueden acordar con dueños de edificios privados o instituciones la instalación de centrales fotovoltaicas en los techos o en los balcones.

En rigor, las “centrales balconeras” son una postal que se repite en esta ciudad. En cada cuadra, si uno mira hacia los techos, puede observar alguna vivienda con paneles solares de uso doméstico. Pese al interés de cada vez más ciudadanos, aún hay choques de intereses. “Las centrales de balcón para inquilinos crecen, pero el éxito es relativo porque las empresas constructoras e inmobiliarias plantean que son feas a la vista”, remarcó Schöder.

Entonces, ¿cuál es el beneficio para quien instala un panel de balcón? “Los vecinos reducen los costos de energía y adecuan sus usos domésticos a los horarios”, respondió. Aquí los paneles pueden encontrarse a valores que rondan los 500 euros..

Por supuesto, la instalación de una central fotovoltaica implica reorganizar la vida diaria. Por ejemplo, encender los artefactos que más consumen energía, como un lavarropas, es conveniente realizarlo en los horarios en los que hay más sol. Incluso, para fomentar esa estrategia, a partir del próximo año los proveedores de electricidad deberán presentar tarifas dinámicas en lugar de planas, con horas en las que la corriente sea más costosa y otras en las que tenga costo prácticamente cero. Además de ahorrar en el pago mensual de la boleta, de volcar la energía excedente a la red, muchos domicilios alemanes cuentan también con baterías para almacenar la electricidad que generan.

Claro, hay diferencias marcadas entre la realidad de Erfurt y la de San Miguel de Tucumán. En esta ciudad alemana en invierno hay poco sol, y ese es precisamente un valor que el “Jardín de la República” podría aprovechar. Para la generación de energía no es necesario que haya temperaturas elevadas, sino básicamente, sol y clima templado.

Lo que verdaderamente dificulta que la capital tucumana pueda avanzar en la transición energética son los costos y las cuestiones legislativas, que poco estimulan el recambio.

La transición energética, el desafío alemán hasta 2030

Centrales balconeras: lo que se hizo, pese a los inconvenientes para instalarlas en la capital tucumana

Por este acuerdo de cooperación entre Erfurt y San Miguel de Tucumán firmado por la gestión municipal anterior, ambas capitales debían avanzar en la instalación de centrales fotovoltaicas balconeras. En la ciudad emblema de Turingia sí hubo avances notorios, pero en la capital tucumana el proceso fue más lento y sufrió algunas trabas. A su arribo a la Secretaría de Ambiente, Julieta Migliavacca se topó con inconvenientes. Por ejemplo, la imposibilidad normativa de colocar paneles en los balcones. Así, en un estudio conjunto con especialistas de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT) se decidió instalar esas centrales en edificios municipales que tienen un consumo similar al de una vivienda: los Centros de Integración Comunitaria de Adolfo de la Vega y La Madrid y el del Barrio Oeste II. Ambos tienen 3285 kw/h de generación promedio anual y permiten un 15% de ahorro. Entre los objetivos municipales aparecen la creación de un aula de educación ambiental que funcione con energía fotovoltaica y recirculación del agua de lluvia, la instalación de paneles  en el Palacio Municipal y en la azotea de la Asistencia Pública.

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