La mirada de Juan Ángel Pereyra sobre el vóley tucumano: "Hemos puesto las cosas en su lugar"

La mirada de Juan Ángel Pereyra sobre el vóley tucumano: "Hemos puesto las cosas en su lugar"

El presidente de la Federación Tucumana, que será incluido en el Salón de la Fama Internacional por su labor como árbitro, analizó la actualidad del deporte y repasó su carrera.

La mirada de Juan Ángel Pereyra sobre el vóley tucumano: Hemos puesto las cosas en su lugar

El sábado 19 de octubre se transformará en una fecha histórica para el deporte tucumano. Ese día, en Massachusetts, Estados Unidos, se realizará la ceremonia en la que nueve personalidades destacadas de la historia del vóley serán introducidas en el Salón de la Fama Internacional. Entre ellas estará Juan Ángel Pereyra, actual presidente de la Federación Tucumana de Vóleibol, y árbitro internacional con destacada trayectoria.

En diálogo con LA GACETA, Pereyra, que también es el presidente de la Comisión de Arbitraje de la Confederación Sudamericana, y que lleva más de 40 años en el mundo del vóley, repasó su trayectoria; desde sus comienzos hasta su posición actual. Además, analizó la actualidad del deporte en Tucumán y en nuestro país.

-¿Qué significa este reconocimiento?

- Realmente ha sido, sobre todo, una gran sorpresa. No sabía que existía el Salón de la Fama del Vóleibol. Me invitaron a enviar un currículum, fotos, videos, pero no sabía para qué. Luego me pidieron que conectara a un Zoom en el que me comunicaron que, gracias a mis antecedentes me habían incluido en esa nómina junto a otras personalidades del vóley mundial. Es motivo de un inmenso orgullo. Además, es algo muy interesante para Tucumán, para nuestro país y para nuestro continente. Recibí salutaciones de muchos lugares del mundo. Es algo muy bueno, lleno de alegría y de orgullo.

-¿Cómo empezaste en el mundo del arbitraje?

- Yo nací futbolero; jugaba al fútbol en All Boys. Cuando empecé en la Escuela Normal a los 13 años, un profesor nos enseñó a jugar al vóley y a los 16 años ya representábamos en la Federación a la escuela. En ese momento, los equipos tenían que poner un árbitro para poder jugar los viernes a la noche, así que también pitaba. No sé cómo lo hacía, porque nunca había leído el reglamento. Yo pitaba y jugábamos jaja. En 1971 se realizó un Campeonato Argentino juvenil en Mendoza, y salió una resolución según la cual las federaciones que iban a participar tenían que llevar un árbitro, para hacer un curso de juez nacional, de no más de 20 años. Y yo me fui a San Juan a hacer ese curso. Me gustó, me gustó el ambiente, la forma y, como también jugaba, entendía muy bien el juego. Así empecé a pitar.

- ¿Y cómo lograste llegar al plano internacional?

- En 1980 hice el curso de árbitro internacional. En 1983 fui a los Juegos Panamericanos, en Caracas y ahí conocí a Rubén Acosta que al que al año siguiente comenzaba a ser el presidente de la Federación Internacional. Él, en el año 1985, me invitó a ser parte del Campeonato Mundial juvenil de Italia, en donde supervisé las primeras finales. Fui dirigiendo otros torneos de la Federación Internacional, de la Confederación Sudamericana y en el año 1990 fui a China. En el Campeonato Mundial de mayores de damas dirigí la final entre Rusia y China. Ahí se produjo el despegue; y en el año 1992 fui a los Juegos Olímpicos en Barcelona. En esa competencia tuve la suerte de ser nominado para dirigir la medalla de bronce. En Sydney 2000, dirigí el partido por la medalla de oro entre Yugoslavia y Rusia, y en Atenas 2004, la final de mujeres entre Rusia y China. Mientras tanto, en 2008, ya ingresé como miembro del Comité de Control de la Federación de los Juegos Olímpicos de Beijing.

-¿Se disfrutan esas experiencias en los Juegos Olímpicos y en los Mundiales?

- Muchísimo; cada uno en lo suyo. Cuando el jugador hace algo espectacular, le gusta a todo el mundo. Cuando el árbitro determina bien la jugada es una enorme satisfacción. Forma parte de gozar en una cancha. Dirigir es un arte; el arte de dictar la justicia, de dictaminar lo más justo posible. Esa capacidad que tiene el árbitro de poder leer en los ojos de los jugadores su reacción psicológica ante una situación “x” es un arte. Y ponerlo en práctica es un arte especial que tiene el árbitro. Por eso no cualquiera es árbitro; como no cualquiera es armador, rematador o un entrenador exitoso. Los jueces tenemos que tener una filosofía de vida distinta.

-¿Cuál creés que fue la clave para llegar y mantenerte tantos años en la elite del arbitraje y de la dirigencia del vóley mundial?

- Mucha dedicación. En mi caso no sólo fue el arbitraje, sino toda la parte de la dirigencia y de la formación de los alumnos de la facultad, que fue mi vida. Siempre estuve metido profundamente en el desarrollo y en la modernización del deporte. Participé mucho en el dictado de las nuevas reglas del juego a efectos de que el vóley sea un espectáculo que se transforme en un show. Para eso es clave hacer que se juegue bien un deporte que no es fácil de aprender. Estudiar todo eso, tratando de ver cómo modificamos el deporte para que la gente que paga un ticket en un estadio, o lo ve por televisión, disfrute del show es estar investigando constantemente.

-¿Cómo se hace desde la dirigencia para desarrollar un deporte que es amateur, en un contexto tan complicado?

- Vivimos en un país con tantos sube y baja, con tantos problemas sociales, económicos y financieros, que realmente es muy difícil encarar todos esos proyectos faraónicos que a otros países les resulta tan fácil. Para nosotros es difícil y es necesario que trabaje toda la familia completa del vóley. Hay que trabajar desde el lugar más recóndito del país. Un chico que está en Tucumán de Gimnasia, en Social Monteros, en Las Talitas, está trabajando para ver si puede entrar a la selección nacional. Un chico que está en cualquier lugar podemos decir que es un potencial jugador de vóleibol en el futuro. Cada federación provincial es autónoma y desde esos lugares salen los jugadores, entrenadores y árbitros. La Federación organiza las diferentes competencias nacionales de clubes o de selecciones y ahí es donde se comienza a ver el fruto de eso. De ahí, los seleccionadores son los que empiezan a tomar los talentos y ahí comienza el entrenamiento y la etapa que es muy dura. Ese es el inicio de la competencia internacional.

-¿Por qué decís que es una etapa muy dura?

- Porque es muy cara. Entonces poder asistir a Brasil, ni siquiera digo Europa, es prácticamente imposible si no tenemos ayuda del Estado. Tenemos apoyo a través del Enard y de la Secretaría de Deportes de la Nación, pero no alcanza. Va entre el 50 y el 55%; el resto lo tiene que poner la Federación Argentina. En Tucumán, nos salió más de $ 25 millones asistir a los Campeonatos Argentinos este año. Si no tenemos ayudas, es imposible hacerlo y si no asistimos a estas competencias (Argentinos, Sudamericanos, Mundiales), el vóley se estanca.

-¿Cómo está el vóley en Tucumán? Cada vez es más común ver tucumanos en seleccionados nacionales…

- En estos momentos tenemos más de 40 clubes afiliados, y otra gran cantidad de instituciones porque dividimos en categorías Mini Vóley, Iniciados, y después toda la otra parte que es federada. Juntando las distintas categorías, tenemos más de 300 partidos cada fin de semana. Esta práctica del deporte nos dio la posibilidad de que salgan Nicole (Pérez), Julieta (Medina Sarmiento), (Federico) Arquez que está en Rumania, los chicos de Monteros Vóley que están en la selección. Lo importante es que en muy poco tiempo, desde junio del año pasado hasta ahora, hemos puesto las cosas en su lugar jurídicamente y financieramente en la Federación Tucumana. Además, la producción de árbitros provinciales fue tremenda. Trabaja muy bien el colegio de árbitros de la federación. También trabajamos en la formación de dirigentes, y en la parte de organización deportiva.

-Recibieron un terreno destinado al vóley hace poco, ¿cuáles son los planes?

- En el año 2017 iniciaron las tratativas para ver si el Estado nos podía dar un terreno y lo concretamos hace 45 días. Nos firmaron la cesión de un predio de 140 por 70 metros en Bolivia y Castelli, en Campo Norte. Es espectacular, un terreno extraordinario. Eso nos obliga a pensar de otra manera, ya no podemos pensar en la organización de una Federación en la que alquilábamos una casa, sino que tenemos que pensar cómo vamos a hacer para que podamos usar el terreno con toda la infraestructura que necesita no solamente el vóleibol, sino todo el deporte de Tucumán. Ahí vamos a tratar de realizarlo. Ya hicimos el plano de mensura, ya compramos todos los elementos y contratamos la empresa para hacer el cerramiento. Estamos trabajando con un arquitecto para ver el proyecto. De entrada estamos hablando de un salón de usos múltiples de 70 por 50 metros en donde se puede practicar todo tipo de deportes. Hay que pensar en habitaciones para cuatro personas con baño privado, cocina-comedor, canchas de beach volley, salón de usos múltiples cerrado de 40 por 40 y la sede de la Federación.  Además, queda espacio todavía para estacionamiento y otras cosas que tenemos pensado. Esto nos obliga a pensar en grande. Tengo ya una posible reunión en Estados Unidos para hablar con unas personas del Banco Interamericano de Desarrollo con la idea de ver qué posibilidades tiene Tucumán, la Federación en sí, de obtener un punto de ayuda para encarar la gran obra.

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