Los resurgimientos siempre son emocionantes. No es fácil enderezar lo que se torció, aunque lograrlo es más que satisfactorio. La metáfora simplifica a la perfección la reaparición de Sportivo Abella en la Liga Tucumana, un club que después de 18 años volvió a competir en la Primera B. Es cierto, el andar no es perfecto: todavía no ganó –acumula dos empates y dos derrotas que lo dejan en el sexto lugar del grupo “A”-; pero los protagonistas del retorno se sienten más que conformes con lo realizado. “El debut fue muy emocionante. Sentimos que cumplimos nuestro objetivo”, dijo José Morhell, presidente del club de la Ramada.
Sportivo Abella no es una novedad en el fútbol tucumano. El club nació el 9 de marzo de 1936 y contiene varias particularidades. “En el campo es normal que los clubes tengan el nombre de quién dona las tierras para que se construya la institución. En nuestro caso, la familia Abella dio el terreno para que se haga la cancha”, comentó el presidente. También explicó que el uso de una camiseta similar a la de Vélez no es casualidad. “Si bien desconozco cuáles son los colores originales que se usó en el inicio, sé que usamos esos colores porque ellos nos donaron unos conjuntos cuando comenzó la Liga Tucumana. Por eso quedaron así y los seguimos usando hasta el día de hoy”, explicó.
Abella, asimismo, fue parte de los inicios de la Liga Tucumana en 1977. En los primeros años comenzó disputando la Primera D, y seis años después consiguió uno de los hitos más importantes de su historia: el ascenso a la C. “Lo logramos en 1983. Permanecimos allí hasta que se unificó todo y empezamos a jugar la B hasta 2006, que no volvimos a participar”, comentó el directivo.
¿Por qué Sportivo Abella dejó de participar de la Liga Tucumana? Según Morhell, los altos costos hicieron que el club se limite a disputar la liga departamental de Burruyacu. “Eso hizo que el nombre del club se perdiese y la gente no lo tenga en cuenta”, indicó el presidente. “El club no tiene socios ni ingresos fijos. Vive en una cantina que alquilan para los partidos y las boleterías. Está todo muy difícil porque todavía no tenemos sponsors ni nada. Todo lo estamos haciendo desde cero”, completó Juan Frías, directivo del club.
El cambio de mentalidad llegó en enero de este año, cuando se gestó el proyecto de la formación de jugadores en el club de la Ramada de Abajo. Así se abrió la escuelita de fútbol de Sportivo Abella que reunió a más de 150 chicos de todo el departamento. “Vienen chicos de Virginia, Rodeo, Tala Pozo, Garmendia…Es un punto estratégico porque no hay otra escuelita de fútbol. El club Garmendia y Unión del Norte no tienen una estructura de inferiores como la que venimos construyendo. Los chicos aportan un mínimo de $5.500. Eso es para el seguro y la cuota mensual. Pero no son todos los que pagan porque hay muchos chicos de bajos recursos”, explicó Frías, que dijo que el trabajo de inferiores está dando sus primeros frutos. “Cuatro chicos que se formaron en Abella se probaron en Atlético. Son dos arqueritos y dos delanteros de categoría 2007”, contó el directivo.
“Siempre hay muchos chicos interesantes en esa zona y vi un par de pibes de Abella. Muchas veces pasa que vos llamas a esos chicos para que vuelvan, pero no se puede por el tema económico y no pueden completar el proceso de adaptación. Pero hay mucho talento”, dijo Omar Vallcaneras, formador de Atlético.
La formación del plantel de Primera estuvo repleta de desafíos. Si bien Abella contaba con una base de jugadores, el club realizó un proceso de captación de futbolistas de la liga departamental. “Conocíamos muy bien a todos los chicos de la zona, pero el problema siempre fue lo económico. Muchos nos rechazaron porque no les podemos pagar un sueldo. Tenemos presupuesto cero. No tuvimos ayuda antes y tampoco ahora. Arrancamos los entrenamientos sin tener pelota. Es más, los jugadores y el cuerpo técnico no cobran nada por representar al club”, expresó Morhell.
Frente a esta situación, el presidente recalcó que la prioridad de los protagonistas es el trabajo. “Al no tener sueldo, los jugadores no tienen la obligación de ir y dejar su trabajo. Eso nos limita demasiado. Hay un grupo de chicos que entrenan aparte para ahorrarse los viáticos y no tener que venir hasta acá. Muchos otros trabajan en el limón, y esperamos a que terminen su jornada para venir a las prácticas. Solo entrenamos dos días a la semana. Sabemos que eso nos deja en desventaja física, pero la prioridad es el trabajo”, contó. “De los 40 chicos que jugamos entre Reserva y Primera, 25 trabajamos en la cosecha de Limón”, comentó Lucas Andrada, jugador de Abella.
Más allá de los resultados y las dificultades, Abella continúa de festejos por volver a los torneos provinciales, y esperan quedarse en la Liga Tucumana por muchos años más.