Mantenerse en una rutina estable puede ser una de las estrategias más óptimas para aquellos que desean adoptar un estilo de vida saludable. Muchos libros han teorizado sobre las maneras en que los hábitos han revolucionado la calidad de vida de quienes los adoptan. Sin embargo, nuevos estudios han demostrado que los mismos caminos pueden dañar nuestra salud a nivel cerebral, deteriorando nuestra memoria y función cognitiva.
Mantenernos en la misma rutina una y otra vez puede parecer una estrategia óptima, sobre todo con lo costoso que a veces puede resultar adoptar un hábito considerado saludable, como hacer ejercicio regularmente o abandonar las comidas altas en azúcar. Pero nuevos estudios han evidenciado que las prácticas más estrictas pueden ser casi igual de dañinas para nuestro cerebro que beber alcohol o fumar cigarrillo.
¿De qué manera la rutina diaria impacta en nuestro cerebro?
Una de las estrategias más óptimas para mejorar nuestra memoria el desarmar nuestra rutina. Romper la necesidad constante de establecer hábitos puede suponer grandes beneficios para nuestro cerebro y eso lo destacó un nuevo estudio que resolvió que diversificar nuestras actividades diarias puede resultar en un mayor funcionamiento a nivel cognitivo.
El estudio evaluó datos de participantes provistos del National Survey of Daily Experiences en Estados Unidos y reveló que los participantes que presentaban una mayor diversidad en siete actividades populares diarias, incluyendo el trabajo, el tiempo que dedican a sus hijos, ocio, actividades físicas y voluntariados, mostraban a la vez un mayor puntaje en la evaluación de la función cognitiva y ejecutiva. Además su memoria episódica era mucho más ágil que aquellos que mantenían una actividad monótona.
¿Cómo el cambio de rutina puede mejorar nuestra actividad cognitiva?
Entre la monotonía de las actividades no solo se encuentran las obligaciones como el trabajo o el estudio, ya que en la investigación, algunas personas demostraron mantenerse atadas a las mismas preparaciones y comidas. El estudio destacó que una dieta balanceada y diversa deriva en una mejor salud mental y una función cognitiva superior. Inclusive se resaltó que cambiar las opciones de comida aumenta la actividad de la corteza cingulada posterior, una parte del cerebro a cargo de los procesos cognitivos y de comportamiento.
De acuerdo a las resoluciones científicas, cambiar la rutina tiene impactos en la memoria ya que puede mejorar la estimulación mental. Esto se debe a que el cambio de patrones requiere un cerebro activo, lo que ayuda a este órgano a ejercitarse. Probar nuevas actividades está asociado a mayores niveles de habilidad cognitiva en el desempeño diario. Así, desafiar nuestro cerebro con nuevas actividades en las etapas más tempranas de la vida puede proteger nuestro cerebro contra las pérdidas y deterioros cognitivos de la edad más adulta.
Cuando repetimos una y otra vez los mismos patrones, nuestro cerebro no tiene oportunidad de ser desafiado. Mientra que ejercitar nuestro cerebro implica la exposición de este a nuevos retos y por ende a la resolución de nuevos problemas lo que puede aumentar la neuroplasticidad, que es la habilidad del cerebro de crear nuevas conexiones a nivel celular, lo que a la vez mejora nuestra capacidad de memoria. Mientras que las nuevas actividades desafiantes a realizar no tienen por qué involucrar aventuras de riesgo, como un salto en paracaídas. Simplemente el preparar una nueva receta de comida o aprender una nueva habilidad es suficiente para salir de la monotonía.