El testimonio de un niño será clave para descifrar qué ocurrió en el interior de un domicilio, donde un pequeño de 10 años recibió un disparo en la cabeza que le provocó la muerte. Por el hecho, el fiscal Pedro Gallo ordenó la aprehensión de dos jóvenes.
Cerca de las 9, G.J.J. se encontraba jugando con un amigo de 9 y 11 años en la vereda del barrio 130 Viviendas, ubicado al noreste de la capital tucumana. De pronto, los vecinos escucharon el sonido de dos disparos. Cuando salieron a la calle para ver qué había ocurrido, descubrieron al pequeño tirado y con hilo de sangre recorriendo su cabeza.
“Ahí nos dimos cuenta que le había pasado algo. Vino la madre que vive a la vuelta y se llevó al chiquito para que lo atendieran”, explicó la vecina Luciana Juárez. El niño fue trasladado agonizando al hospital Avellaneda y de ahí fue llevado al de Niños, donde terminó falleciendo horas después. “La verdad es que quedamos todos helados. No entendíamos nada. No se puede creer que un chico que estaba jugando con sus amiguitos termine muriendo de un disparo en la cabeza. El que hace algo así no merece vivir en esta sociedad”, se lamentó con lágrimas en los ojos Jennifer García. “Estoy esperando a mi primer hijo y tengo miedo de lo que le pueda suceder en este mundo. Ya ni con los “Angelitos” tienen piedad”, agregó mientras se frotaba la panza.
Un revuelo
El vecindario era todo un revuelo. Miguel Cassasola (34), dijo que escuchó las detonaciones de un arma de fuego y que encontró al pequeño tendido en la vereda de su domicilio. Le habría dicho a los habitantes del barrio que dos jóvenes que circulaban en moto podrían ser los autores del hecho. “Muchos salieron a buscarlos, pero no los encontraron. Era todo muy extraño. Este lugar, es inseguro, pero porque los delincuentes iban a disparar contra el changuito”, dijo Fernando Herrera.
Con la llegada de la Policía todo comenzó a aclararse. Los uniformados acordonaron el área y esperaron la llegada de los peritos. Dirigidos por el fiscal Pedro Gallo, personal de Homicidios al mando de los comisarios Susana Monteros, Juana Estequiño, Diego Bernachi y Miguel Carabajal, encontraron un indicio que fue clave. Observaron un rastro de pequeñas manchas de sangre que llevaba al interior del domicilio de Cassasola. Al ingresar confirmaron que el menor había sido herido en la cocina-comedor de la vivienda.
Minutos después los pesquisas establecieron que en el lugar, en el momento de los disparos, habría estado Matías “El Ojoroso” Barrionuevo (19) y un niño. Gallo ordenó la aprehensión de los dos mayores y medidas de protección para el pequeño. Cuando esté en condiciones, mediante una entrevista en Cámara Gessell contará todo lo que pudo ver.
Las dudas
Ayer, al cierre de esta edición, los aprehendidos eran sometidos a una serie de pericias para determinar cuáles de los dos podría haber disparado. Los vecinos apuntaron contra “El Ojoroso” porque, según habrían declarado, lo habían visto con una pistola calibre 22. Justamente, esa podría haber sido el arma que le causó la muerte al pequeño.
Los investigadores habrían descartado que se haya tratado de un crimen registrado por un hecho de inseguridad. También perdió fuerza la hipótesis de que el disparo se hubiera producido de manera accidental, ya que en la escena se encontraron dos vainas. Gallo espera los resultados de las pericias para tratar de esclarecer el caso, pero sabe que el testimonio del niño es fundamental.
“Los dos detenidos son conocidos en el barrio. Tienen problemas de adicción y no hacen nada durante todo el día. Vivo hace como 10 años aquí y jamás los vi haciendo un trabajo”, explicó Mario Tolaba.Su mujer Laura, después de escucharlo agregó: “no se puede creer lo que está pasando. Para mí que ‘Ojoroso’ estaba ido y quiso hacerle un chiste. No podrá volver más por este barrio”, comentó la mujer en una entrevista con LA GACETA.
Al cierre de esta edición, las autoridades esperaban un informe sobre los antecedentes de los dos aprehendidos. “Vamos a pelear para que se sepa lo que sucedió. No pueden matar a un chiquito de esa manera”, concluyó Tolaba.