Las bebidas gaseosas y azucaradas, los snacks dulces y salados, los caramelos, los panes industriales, las galletas, los cereales endulzados para el desayuno, las hamburguesas, y los platos previamente preparados, entre otros, forman parte de los llamados “productos ultraprocesados”. Desde hace mucho tiempo, están bajo la lupa de los nutricionistas. Se los relaciona con innumerables problemas de salud y también se los responsabiliza del aumento sin freno de la obesidad en el mundo. Lo que no se sabe bien es por qué nos gusta tanto comer este tipo de alimento.
Un reciente estudio indagó sobre las teorías que intentan explicar por qué comemos en exceso alimentos ultraprocesados. Descifrar esto podría ser la clave para hacerlos menos dañinos, según los investigadores. Una de las hipótesis postula que, a menudo, los ultraprocesados contienen ciertas combinaciones de nutrientes tentadores -como grasas, azúcares, sodio y carbohidratos- que podrían activar el sistema de recompensa del cerebro de manera que la gente quiera comer muchos de ellos.
Una segunda teoría es que estos alimentos suelen contener muchas calorías por bocado. Y, como pueden saciar menos que los productos no procesados, es posible que se consuman más de manera inconsciente para llegar a saciarse, según explicó Kevin Hall, investigador que dirige el ensayo, perteneciente a Institutos Nacionales de Salud (NIH, por su sigla en inglés).
Hall señaló que hay una “montaña de datos epidemiológicos” que relacionan los alimentos ultraprocesados con la mala salud, incluyendo 32 problemas de salud como enfermedades coronarias, diabetes tipo 2, obesidad, depresión y ciertas condiciones gastrointestinales y tipos de cáncer. Sin embargo, admitió que aún quedan muchos interrogantes, como si son los propios ultraprocesados los que causan esas afecciones o si se trata de algo relacionado con el estilo de vida de quien los consume.
En Estados Unidos, el consumo de estos alimentos ha alcanzado niveles alarmantes, constituyendo cerca del 60% de la dieta diaria, según datos de Associated Press. Aunque en Argentina y en Tucumán particularmente no hay cifras específicas, se calcula que al menos un tercio de las calorías consumidas por día provienen de los ultraprocesados. Los niños y los adolescentes consumen incluso más que el resto de la población, detallan los nutricionistas consultados.
El objetivo
Francisco D’Onofrio, médico nutricionista y referente del programa de atención integral de obesidad de la provincia, usa la definición de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) para definir los alimentos ultraprocesados: “son aquellos elaborados principalmente con ingredientes industriales, que contienen poco o ningún alimento natural”. “Son ricos en sal, azúcar, aceite, preservantes o aditivos. Son pobres en fibra dietética. El objetivo del ultraprocesamiento es elaborar productos durables, altamente apetecibles y lucrativos”, describe.
Y luego da algunos ejemplos: sopas deshidratadas, fideos empaquetados, cereales de desayuno, papas fritas, bebidas gaseosas, jugos, galletas, caramelos, mermeladas, salsas, helados, chocolates, fórmulas infantiles, barras de cereales, muchos tipos de panes ( en paquetes), postres y otros tipos de “snacks”.
“Son perjudiciales para la salud por varios motivos. Son nutricionalmente desequilibrados y tienen alta densidad energética”, remarca. El problema es que son fáciles de consumir por lo que suelen desplazar comidas y platos preparados a partir de alimentos que son nutritivos, detalla el especialista. “Crean una falsa impresión de ser salu dables. La industria utiliza la propaganda con el objetivo de tornar estos productos más atractivos, especialmente para los consumidores vulnerables, como los niños y los jóvenes”, apunta.
Efectos en el organismo
Entre otros perjuicios que ocasionan los alimentos ultraprocesaros, D’Onofrio enumera: favorecen una mayor prevalencia de aumento de peso, diabetes tipo 2, Hipertensión arterial, enfermedades cardiovasculares y ciertos tipos de cáncer.
Para el médico, lo más preocupante es lo que puede generar comer estos productos a diario, ya que pueden crear hábitos de consumo e incluso adicción. “Producen mecanismos en el sistema nervioso similares a la droga. Nosotros consumimos el alimento y nuestro cerebro se encarga de recompensarnos, de tal manera que nos resulta muy atractivo y cada vez queremos consumir más”, explica.
La licenciada en Nutrición, Lucía Vallejo Trejo, opina que es muy difícil resistirse a los alimentos ultraprocesados porque son atractivos visualmente y también en el sabor: “son muy completos desde lo sensorial. No es lo mismo tomar un jugo de naranjas exprimido, que puede ser un poco ácido, que tomar un jugo que tenga un packaging atractivo y el dulzor que a la gente le gusta”.
También son muy accesibles, resalta la profesional. “Uno abre el paquete y los come. No tienen que cocinarlos o necesitan una cocción que es mínima, como en el caso de las salchichas o de las hamburguesas”, describe.
Sostiene que lo ideal es elegir alimentos que tengan poco procesamiento, como por ejemplo avena en vez de cereal, que ya tiene añadido azúcares, colorantes, conservantes y muchos químicos que no son buenos para la salud. “Y este punto es muy importante porque la gente a veces prioriza el sabor que la calidad. Por ejemplo, dicen que no puede faltar la gaseosa en la mesa familiar, pero sí pueden faltar las verduras porque son caras. Eso es lo que debemos cambiar, pensar la salud de un modo diferente y preferir los alimentos nutritivos”, recomienda. Insiste en que los ultraprocesados tienen un montón de químicos que, a la larga, pueden ser muy perjudiciales. Ante esto, la revalorización de la comida casera se presenta como la mejor opción.
Encuesta nacional de nutrición
- 61% de los mayores de 18 años en el país tiene exceso de peso.
- 6% de la población adulta consume las cinco porciones recomendadas por día de frutas y verduras.
- 41% de los chicos tiene sobrepeso y obesidad.
- 70% de los niños en Argentina no consume suficientes frutas y verduras.