Carlos Duguech
Analista internacional
Cuando el análisis de un asunto tan impactante y grave como lo que derivó en la guerra entre un Estado soberano (Israel) y una organización terrorista (Hamas) en un territorio que forma parte, junto con Cisjordania, del plan de “Partición de Palestina de 1947 por la ONU, conviene traer sobre la mesa algunos documentos esclarecedores.
En anteriores publicaciones de esta columna se hizo mención a dos números coincidentes. Distanciadas entre sí las respectivas declaraciones de independencia de Israel (1948) y de Palestina (1988), sin embargo en ambos textos se repite siete veces la expresión “Naciones Unidas”. Faltaba, tal vez, aunque por esta coincidencia no hubiera sido sólo una cita bíblica, aquello de “setenta veces siete”.
Guerra “mixta”
Nace el Estado de Israel el 14 de mayo de 1948 cuando se declara en Tel Aviv su independencia, leída el acta con la emocionada voz de David Ben Gurión. Es de resaltar que una de las referencias a la ONU es la resolución de su Asamblea General del 27.09.1947) como legitimación del derecho del pueblo judío a un hogar nacional en la Palestina del “mandato” (británico). Entre otras referencias cabe ahora comprender sin fisuras la publicación de la fotografía de la columna del lunes último “La mentira: munición de guerra, mientras la guerra mata y destruye”. La foto del embajador de Israel en la ONU, Gilad Erdan, en la Asamblea General (AG) del 10 de mayo de este año en la que se trataba una resolución que otorgaba a Palestina como estado de pleno derecho de ONU, simbólicamente. ¡Argentina, votó negativamente, con EE.UU.! En realidad no era vinculante pero sí con una carga de simbolismo singular. Más aun en tiempos de tanta muerte y sangre y destrucción que arrancó con inusual dramatismo y perversidad el 7 de octubre del año pasado en el ataque que no supo prever Israel al sur de su territorio lindero con la franja de Gaza desde donde opera Hamas. Pero su embajador, desde el estrado de mármol verde veteado ya clásico del recinto magnífico de la AG, cometió una deliberada y humillante acción propia de un desquiciado: triturar un ejemplar de la Carta de la ONU con gesto de verdugo implacable, envalentonado de su oficio.
En ese mismo escenario de mármol verde la AG de la ONU, el entonces primer ministro de Israel Yair Lapid, antecesor y crítico de Netanyahu, el 22 de septiembre de 2022 pronunció un discurso emblemático. Afirmó la necesidad de resolver la cuestión nacida hace casi 80 años (desde el “1947, “Partición de Palestina) por la concreción de “los dos estados”: Israel y Palestina, ambos soberanos y con fronteras reconocidas internacionalmente. En la columna que analizaba ese discurso se insertó la foto, muy distinta esa vez, de un representante de Israel, primer ministro, nada menos que llegó a decir: “A pesar de todos los obstáculos, todavía hoy, una gran mayoría de israelíes apoya la visión de dos Estados. “Yo soy uno de ellos”, expresó. Claro, dijo lo que era necesario y conveniente decir: “Solo tenemos una condición: que el futuro Estado palestino sea pacífico”. Señaló que era lo correcto para la seguridad y la economía de Israel y las futuras generaciones. Biden apoyó entusiasta la propuesta. Pero, en Israel hervía el clima político y desde sectores de poder mostraron enojo con Lapid que, en rigor, fue el que insuflaba aires nuevos al asunto vital y necesario de “Los dos estados”.
El “Boomerang”
Josep Borrell, el alto representante de la Unión Europea (UE) para asuntos exteriores y Seguridad, desde 2019 en ocasión de otorgársele el título de Doctor Honoris Causa en la Universidad de Valladolid en enero último. “Lo que estamos presenciando hoy desde el 7 de octubre es el colapso del stato cuo y el carácter insostenible de una situación que habíamos querido olvidar”. Señalaba que el gobierno de Netanyahu se niega a la solución de los dos estados, lo que “lleva boicoteando él personalmente durante los últimos treinta años”. Señaló, además: “Aunque Israel se afirme en esa negativa que, para impedirla, han llegado a crear Hamas. Que fue financiado por el gobierno para intentar debilitar la autoridad Palestina de Fatah. Se pretendía con ello, debilitar a la OLP (Arafat) y sus gestiones orientadas desde 1988 cuando se proclamó el Acta de Independencia- en el exilio de Argel- de Palestina, laica. No imaginaron los estrategas israelíes este “boomerang” que les resultaron las maniobras con Hamas de entonces. Existen numerosas referencias de actores israelíes de aquellas maniobras mostrando su arrepentimiento.
La “ONU” de Alberdi
A sus sesenta años, Alberdi escribe en varias libretas con una letra “peor que la de los médicos” una serie de reflexiones sobre el militarismo, la guerra, y el derecho de romano que tituló “El crimen de la guerra”.
Cuando el prócer civil tucumano, encara desde el inicio su obra nos muestra un título: “Origen histórico del crimen de la guerra” y explica: “Esta palabra nos sorprende sólo en fuerza del grande hábito que tenemos de esta otra, que es realmente incomprensible y monstruosa: el derecho de la guerra, es decir el derecho del homicidio, del robo, del incendio, de la devastación en la más grande escala posible, porque esto es la guerra, y si no es esto, le guerra no es la guerra”. Y sigue., señalando a los responsables: “Estos actos son crímenes por las leyes de todas las naciones del mundo,. La guerra los sanciona y convierte en actos legítimos viniendo a ser , en realidad la guerra, el derecho del crimen, contra sentido espantoso y sacrílego, que es un sarcasmo contra la civilización”.
“Pueblo mundo”
“La idea de que puede haber dos justicias, una que regla las relaciones del romano con el romano, y otra que regla las relaciones jurídicas del romano con el griego u otro extranjero, ha dado lugar a la confusión que existe en la rama del derecho que ha venido a ser con los progresos de la humanidad la más importante de todas, por ser la que regla las relaciones jurídicas de las naciones entre sí dentro de esa sociedad universal que se llama el mundo civilizado”, suscrito por Alberdi.
Derecho internacional
“El derecho internacional será una palabra vana mientras no exista una autoridad internacional capaz de convertir ese derecho en ley y de hacer de esta ley un hecho vivo y palpitante. Serán lo que sería el código civil de un estado que careciese absolutamente de gobierno y de autoridades civiles: un catecismo moral o de religión; lo que es el código de civil dad o buenas maneras actualmente. La ley que uno sigue o desconoce a su albedrìo. Cada casa, cada familia, cada hombre tendrían que vivir armados para hacerse respetar ern sus derechos de propiedad, vida, libertad, etcétera”.
“El día que las naciones formen una especie de sociedad se verá producirse, por ese hecho mismo y en virtud de la misma ley que ha ceho nacer la autoridade de cada E, una autoridad más o menos universal, encargada de formular y aplicar la ley naturakl que preside el desarrollo de esa asociación de estados. Y aunque ese gobierno del gènero humano, o de su porción más civilizada, no llegue a constituirse jamás…”.
“No se verán tal vez los Estados Unidos de la Europa ni muchos menos los Estados Unidos del Mundo, constituidos a ejemplo de los Estados Unidos de América: porque las naciones de la Europa no son fragmentos de un mismo pueblo que habla un mismo idioma, practica un mismo Gobierno…”.
Todo lo demás que evidencia el universalismo de la mente alberdiana dan lugar a concluir que de haber vivido en el siglo XX sus dos guerras mundiales, la idea de Naciones Unidas habría ocupado la vastedad de su pensamiento como para proponerla. Y, seguramente, democrática, en toda su dimensión. No como es ahora.