Hace 13 Hs
El mito del amo y el esclavo que Hegel presenta en su “Fenomenología del espíritu” es una metáfora poderosa que sigue siendo relevante en la actualidad, especialmente en un mundo tan marcado por las jerarquías y la obsesión por el éxito y el reconocimiento. Hegel explica que la historia comienza cuando dos conciencias deseantes se enfrentan, cada una buscando imponerse sobre la otra para obtener reconocimiento. En este enfrentamiento, uno cede ante el miedo a morir y se convierte en esclavo, mientras que el otro, cuyo deseo supera su miedo, se convierte en amo. En el mundo actual, los “amos” son aquellos que parecen haber alcanzado la cúspide del éxito: estrellas del deporte, del cine, de la música, de la política o los gigantes empresariales. Por otro lado, los “esclavos” serían aquellos que viven en el anonimato, sin el reconocimiento que la sociedad tanto valora. Sin embargo, la paradoja que Hegel plantea sigue vigente: los amos, aunque aparentan tener el control, dependen de los esclavos. Hoy en día, las celebridades, por ejemplo, son esclavas de su fama, prisioneras de la imagen que deben mantener para conservar su estatus. Mientras tanto, los “esclavos” modernos, aunque invisibles para la sociedad, poseen una libertad creativa y una conexión con la realidad que los amos, atrapados en su propio éxito, no pueden experimentar. Así, al igual que en el relato hegeliano, los esclavos, a través de su trabajo y creatividad, se van humanizando y descubren su propio poder y libertad, mientras los amos se degradan en su dependencia y ociosidad. Los roles de amo y esclavo, lejos de ser absolutos, están entrelazados en una relación de dependencia mutua, donde la verdadera libertad, irónicamente, puede ser más accesible para aquellos que están en las sombras, lejos de los reflectores del mundo.
Jorge Ballario [email protected]
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