Se escuchan voces reclamando, a este gobierno, mayor interés en defender la cultura; dejar en suspenso los recortes que afectan instituciones con un trabajo de años en pos de la educación de las artes y otras que son señeras por su actividad cultural. Respecto de la escuela en cuestión, lamentable la situación, por contrapartida de lo expuesto: goza del presupuesto para su funcionamiento, pero éste no es el adecuado para quienes asistimos aspirando a conocimientos que eleven nuestro espíritu. Una institución que tuvo el mejor de los inicios, se ganó un prestigio merecido años atrás, con profesores admirados por su dedicación, convirtiéndola en un “semillero” de talentos. Hoy está muy lejos de esa historia. Es imperioso que los entes a quienes les compete el control, palabra vilipendiada en décadas, sin el cual, con todo lo que conlleva (reconocimiento de fallas, ajustes, mejora), nada es perfectible, vuelquen su mirada evaluadora y definan lo mejor para que esa escuela recupere su prestigio. Monteros se lo merece, por haber apostado a ella hace años y por haber posibilitado su edificio propio. Frenar la deserción de alumnos provocada por la desilusión y la impotencia de reconocer desidia y desinterés por parte de autoridades educativas, es una asignatura pendiente de los monterizos. La cultura en Monteros fue un sello histórico; que ese legado continúe a través de una institución comprometida, debiera ser tarea de todos.
Hilda Cristina Ponce [email protected]