Luis García Ghezzi
Economista del IAE Business School
Desde hace varios meses (como consecuencia de la aprobación de la Ley Bases), voceros del gobierno vienen anunciando que el próximo mes se bajaría la tasa del impuesto PAIS del actual 17,5% al 7,5%, que era la vigente al asumir el presidente Javier Milei.
Si bien no se han dado detalles de cómo se hará, se estima que la misma se daría en el marco de la política cambiaria actual, es decir, sin que implique un reacomodamiento del tipo de cambio oficial. Si esto fuera efectivamente así, a partir de la reducción del impuesto PAIS bajaría el “dólar importación” de $ 1.135,05 a $ 1.038,45 (tomando como referencia la cotización del viernes 23 de agosto pasado). Es decir, los costos se reducirían en un 9%, para la mayoría de los productos importados. Las consecuencias esperables de esta decisión serían las siguientes:
• Ante todo, habría una caída importante en la recaudación del impuesto PAIS.
• Teóricamente, debería haber una baja de precios de los productos importados, y también, aunque quizás en menor medida, de los productos nacionales que tienen un componente importante de insumos importados.
• Se generaría un incentivo para el aumento de las cantidades importadas, ya que la baja del tipo de cambio haría que los productos ganen en “competitividad” respecto de los nacionales.
• Como consecuencia de lo anterior, habría una mayor presión sobre las reservas del Banco Central, al aumentar las ventas de dólares oficiales para el pago de importaciones.
La mayor ventaja de este cambio, muy apreciada por el equipo económico, sería una reducción de precios, que debería impactar en el IPIM y el IPC de septiembre, si la reducción del impuesto se aplica a principios del mes, con algún rezago también en octubre. Cabe destacar que no se trataría de una reducción “de la inflación”, es decir del ritmo de aumento sostenido y generalizado de los precios, sino de ciertos precios específicos, por única vez.
En cambio, las desventajas de esta acción (caída en la recaudación, reducción de la “competitividad” de los productos nacionales y presión sobre las reservas) se mantendrían en el tiempo.
Una alternativa es que, al mismo tiempo que la reducción del impuesto PAIS, se aplique un ajuste del tipo de cambio oficial del 9,3%. Es decir, el dólar Banco Nación pasaría de $ 966 a $ 1.055,86, de tal manera que, agregando el impuesto PAIS del 7,5%, el “dólar importación” se mantendría en los actuales $ 1.135,05.
De esta manera, las consecuencias esperables variarían sustancialmente, excepto en lo relativo a la caída en la recaudación del impuesto PAIS:
• No se daría la reducción en los precios específicos de los bienes importados ni en los nacionales con componentes importados. Es decir, la medida no tendría un impacto en la inflación.
• No habría un incentivo para que aumenten las cantidades importadas, evitándose así una mayor presión sobre las reservas del BCRA y también la reducción de “competitividad” de los productos nacionales versus los importados.
• Se daría una mejora importante de los precios de los bienes y servicios exportados, generando así un incentivo al aumento de las cantidades exportadas y, como consecuencia, una mayor entrada de dólares que debería mejorar las reservas del BCRA.
En consecuencia, habría un aumento significativo de la recaudación por Derechos de Exportación, que compensaría parcialmente la menor recaudación del impuesto PAIS.
Brecha cambiaria
Sería esperable, en este contexto, una reducción de la brecha cambiaria, ya que estas medidas no deberían generar ningún impacto en los dólares financieros. Con la única excepción de que no se daría la baja de precios específicos puntual de septiembre-octubre, el impacto de estas medidas parece ser mucho más conveniente para la economía argentina que la variante que pareciera que va a implementarse. Por lo tanto, esta propuesta es superadora y merecería al menos ser analizada por el equipo económico.
Adicionalmente, este ajuste del tipo de cambio del 9% atenuaría o solucionaría el supuesto “atraso cambiario” que muchos agentes del mercado sostienen. Por lo tanto, podría ser una buena oportunidad para endurecer aún más el ancla cambiaria, reduciendo el ritmo del “crawling peg” del 2% mensual al 1%. Y esta medida sí tendría un impacto importante y sostenido en el proceso de reducir la inflación, a diferencia de la baja de precios por única vez por reducción del impuesto PAIS sin devaluación. Quizás este es el beneficio más importante de todos los mencionados, por lo que esperamos que esta propuesta pueda ser considerada y aplicada por el gobierno.