Se habla mucho de los primeros 1.000 días de vida, que abarcan desde el embarazo hasta los dos años, ya que son cruciales para el desarrollo y crecimiento de los niños. Sin embargo, los niños no dejan de desarrollarse a los dos años. Los “segundos 1.000 días”, que van de los dos a los cinco años, también son muy importantes, especialmente para establecer buenos hábitos alimenticios que influirán en la salud a largo plazo.
Lamentablemente, las estadísticas muestran que en nuestro país la alimentación de los niños de esa edad no es la mejor: suelen comer pocas frutas, verduras y lácteos (especialmente yogur), y, en cambio, demasiados alimentos ricos en carbohidratos y ultrprocesados, por lo que se observan deficiencias en nutrientes esenciales como calcio, potasio, fibra, y vitaminas A, C y D. Al mismo tiempo, el consumo de sodio, azúcar y grasas saturadas es elevado. El tema fue abordado durante la presentación de Profeni (Profesionales Expertos en Nutrición Infantil), un equipo de profesionales de la salud con experiencia en temas relacionados con la nutrición infantil, que se unió para generar propuestas que ayuden a mejorar el perfil nutricional de productos alimenticios y llevar adelante investigación en este campo.
Al respecto, Omar Tabacco, pediatra gastroenterólogo y expresidente de la Sociedad Argentina de Pediatría, explica: “todas estas formas de malnutrición afectan al desarrollo humano, impactando en el progreso social y económico, así como en el ejercicio de los derechos humanos. Llevan a la inseguridad alimentaria, al hambre y a la malnutrición, lo que ocasiona un desarrollo físico y cognitivo deficientes, genera baja productividad y acentúa la pobreza”.
En este contexto, los especialistas destacan que los llamados “segundos 1.000 días” son clave para establecer patrones de alimentación saludables que prevengan enfermedades crónicas en el futuro, como obesidad, diabetes tipo 2 y enfermedades cardiovasculares.
También la microbiota intestinal, que son los microorganismos que viven en el intestino, sigue desarrollándose durante los “segundos 1.000 días”, y es esencial para la salud. Gabriel Vinderola, doctor en Química e investigador del Instituto de Lactología Industrial, explica que una microbiota saludable se logra con parto natural y lactancia materna, pero sigue desarrollándose con ejercicio, estando al aire libre, durmiendo bien, tomando antibióticos solo cuando es necesario, y comiendo una dieta equilibrada. “Incorporar diariamente yogures con probióticos demostró el beneficio de contribuir a que proliferen las ‘bacterias buenas’ en el intestino”, indicó Vinderola.
Hábitos sociales
En estos “segundos 1.000 días” los niños comienzan a integrarse a la mesa familiar, lo que es una oportunidad importante para su desarrollo. “La incorporación del niño y/o la niña a la mesa familiar ofrece numerosas oportunidades para su desarrollo integral. Sin embargo, es fundamental que las familias puedan ofrecer un ambiente positivo y saludable durante las comidas”, señala Alberto Arribas, especialista en Nutrición y presidente de la Asociación Civil Supersaludable y advierte que también es importante intervenir en las escuelas, ya que allí suelen predominar alimentos de baja calidad nutricional. Por eso destaca la importancia de que en las instituciones educativas se ofrezcan alimentos saludables, como frutas frescas, frutos secos, semillas, cereales sin azúcar y yogur con probióticos.