¿Cómo era la primigenia San Miguel de Tucumán? De ella se ocupan cientistas sociales, arqueólogos e historiadores; el resto poco sabe de esa ciudad a la que por costumbre -y por error-llamamos Ibatín. El emplazamiento original de la capital provincial y los hechos que derivaron en su traslado generan curiosidad, y para saciarla nada mejor que acercarse a la sala Lola Mora del Ente Cultural (San Martín 251, planta baja). Allí está montada una maqueta que recrea la San Miguel de Tucumán del período 1565-1685, rodeada por información y por elementos que la ponen en contexto.
La iniciativa fue del ex presidente del Ente, Martín Ruiz Torres, y del desafío se hizo cargo el taller que funciona en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo (UNT), conducido por el profesor Edgardo Muntaner. Palmo a palmo, su equipo fue construyendo en miniatura las 49 manzanas que conformaban la ciudad, en base a un plano confeccionado por la arqueóloga Florencia Borsella. El resultado es la maqueta de 36 metros cuadrados que ocupa el espacio central de la sala Lola Mora.
“Hay que destacar que se trata de una recreación, no quiere decir que la ciudad haya sido exactamente así -advierte Osvaldo Díaz, director de Patrimonio del Ente-. Por ejemplo, hay especies arbóreas que están incorporadas en base a lo que se sabe de la flora de la época. Lo qué sí es muy preciso es la ubicación de los edificios públicos y de las viviendas, porque hay documentación sobre eso”.
La elaboración de la maqueta contó con el asesoramiento de un grupo de especialistas; entre ellos Estela Noli, Margarita Arana, Jorgelina García Azcárate, Borsella y Carolina Rivet. Conviene mirarla desde un lugar elevado para ir detectando los detalles: el Camino Real que cruzaba la ciudad de este a oeste, la plaza principal, el Cabildo la Iglesia Matriz, San Francisco, La Merced y la estancia de los jesuitas.
Hacia el norte está trazado el curso del río, que fue vital en el devenir de la antigua capital, por los desbordes y por la función social que cumplía, desde la provisión de agua a la materia prima para la fabricación de tejas. Díaz indica que la recreación corresponde al período 1610-1630, cuando la ciudad alcanzó su apogeo. El traslado al actual emplazamiento se concretó en 1685, 120 años después de la fundación.
Se aprecian en el prolijo trazado casas, templos, árboles, corrales, animales. La cartelería ayuda a identificar los edificios sobresalientes, mientras el visitante cuenta con triple asistencia: códigos QR que conducen a encontrar más datos; un video explicativo proyectado sobre uno de los muros; y sonidos propios de la época -campanadas, pasos de carretas y de caballos, murmullos de voces- que proponen una experiencia inmersiva.
Alrededor de la maqueta se dispuso un breve e imprescindible guión museográfico. Por un lado se cuenta sobre la “chacra de maíz” (eso significa ibatín) que había en la zona antes de la llegada de los españoles. Por el otro, se dispuso una línea de tiempo explicativa. También hay un par de vitrinas; una con material arqueológico (un ladrillo, restos de cerámicas, la antigua llave de un cofre) y otra con una reproducción de la plaza Independencia en el siglo XIX, a modo de contraste con la plaza de la vieja capital. Además, se reprodujo -completa y en tipografía gigante- el acta fundacional firmada por Diego de Villarroel el 31 de mayo de 1565.
Turnos
El espacio quedará habilitado hoy y la próxima semana se realizará la inauguración oficial con el titular del Ente, Humberto Salazar. Mientras, los directivos de establecimientos educativos primarios y secundarios ya pueden gestionar los turnos para realizar visitas. Junto a la maqueta se exhiben las piezas del Museo Móvil de la Randa (Mumora), teniendo en cuenta que esa técnica de hilado presente en Ibatín sobrevive y goza de buena salud en El Cercado (Monteros).
Díaz advierte que esta historia seguirá en el Macai (Museo Arqueológico a Cielo Abierto Ibatín). Allí funciona un centro de interpretación y, justamente, está proyectada la construcción de un módulo que albergará la maqueta y enriquecerá las experiencias de los visitantes. Mientras, los tucumanos tienen la posibilidad de descubrir aspectos de un pasado poco explorado y que nunca deja de llamar la atención.