Ayer murió María Branyas, la mujer más longeva del mundo. Tenía 117 años y a lo largo de su vida había superado dos fuertes enfermedades: la fiebre española y el coronavirus. Su historia se hizo famosa porque muchos se preguntan cómo logró vivir tantos años.
En una entrevista con el canal Olot Televisión de España, durante la celebración de su 113 cumpleaños, María había confesado que el secreto de su longevidad era “pensar, rezar y ya está”. Aunque, en otra entrevista también dio un “tip” adicional: tomar yogur todos los días.
Un equipo de la Universidad de Barcelona estudió su ADN para tratar de determinar las causas de su longevidad. “Tiene la cabeza completamente lúcida. No presenta ninguna enfermedad cardiovascular, habitual de las personas de edad avanzada. Lo único que tiene son problemas de movilidad y de oído. Es increíble”, explicó uno de los investigadores, Manel Esteller, se sorprendía por el buen estado de la mujer.
Más allá de las causas que llevaron a Branyas a convertirse en la persona más anciana del mundo y la octava más longeva de la historia, la ciencia explica algunas claves para llegar a esa edad con buena salud. ¿Cuáles son?
Cuatro hábitos clave para llegar a los 100 años
Las personas que alcanzan los 100 años son un ejemplo de envejecimiento exitoso. Si bien la genética es un factor importante en la longevidad, los factores modificables son responsables de más del 60% del envejecimiento exitoso, según revelaron dos investigadores que revisaron los hábitos de salud de los centenarios.
Zhaoli Dai-Keller, profesora y epidemióloga nutricional en la Facultad de Salud de la Población de la UNSW de Sídney, y Perminder Sachdev, profesor de Neuropsiquiatría en el Centro para el Envejecimiento Cerebral Saludable (CHeBA), analizaron los hábitos de vida y salud de personas centenarias y casi centenarias (entre 95 y 99 años) en todo el mundo. Su revisión incluyó 34 estudios publicados desde el año 2000, y llegaron a la siguiente conclusión:
Dieta con consumo de sal controlado
En los estudios, la dieta de los centenarios y casi centenarios se caracterizaba por ser equilibrada y variada. En promedio, obtenían entre el 57 y 65 por ciento de su energía a partir de carbohidratos, entre el 12 y 32 por ciento de proteínas y entre el 27 y 31 por ciento de grasas. Además, estaban presentes alimentos básicos como arroz, trigo, frutas, verduras y proteínas de aves, pescado, legumbres y un consumo moderado de carne.
Las personas también preferían una dieta baja en sal, con un consumo promedio de sodio de 1,6 gramos diarios, dentro del rango recomendado por la Organización Mundial de la Salud, equivalente a 2 gramos de sodio (5 gramos de sal).
Consumo bajo de medicamentos
Los centenarios desarrollan enfermedades crónicas mucho más tarde que los adultos promedio, lo que se refleja en el consumo de medicamentos. En los estudios analizados, más de la mitad de ellos experimentó problemas comunes como hipertensión, demencia o deterioro cognitivo.
Estas personas tomaban una media de 4,6 medicamentos, cifra similar a la hallada en un gran estudio en España, donde se registró un promedio de 4,9 medicamentos entre los centenarios. En contraste, los no centenarios del estudio tomaban una media de 6,7 medicamentos. Este menor consumo de medicamentos en los centenarios podría indicar una mejor salud general y menos afecciones médicas que requieran tratamiento.
Dormir bien
El análisis reveló que el 68 % de los centenarios estaban contentos con la calidad de su sueño. Un buen descanso se traduce en más años de bienestar y menos riesgo de enfermedades crónicas. La calidad y cantidad del sueño influyen en el sistema inmunológico, las hormonas del estrés y en problemas cardiometabólicos como obesidad, hipertensión y diabetes.
Para un sueño reparador, se aconseja dormir entre siete y ocho horas por noche. Establecer una rutina regular, crear un ambiente tranquilo, hacer ejercicio y manejar el estrés son estrategias clave para mejorar el descanso nocturno, destacaron los investigadores.
El entorno importa
Otro factor que descubrieron está relacionado con el fenómeno que se observa en las «zonas azules», regiones conocidas por sus altas concentraciones de personas centenarias, como Okinawa, Japón; Cerdeña, Italia; la península de Nicoya, en Costa Rica, e Ikaria en Grecia.
En los estudios, más del 75 por ciento de las personas vivían en zonas rurales. Esto puede estar vinculado a la relación entre la naturaleza, la salud y el bienestar. “La exposición a espacios verdes se ha asociado con un menor estrés, depresión, presión arterial, diabetes tipo 2 y enfermedades cardíacas, lo que podría aumentar la esperanza de vida”, menciona el artículo publicado en The Conversation.