Trabajaba en la cosecha y dejó Santiago del Estero para convertirse en uno de los delanteros más queridos de Atlético Tucumán
Guido Manuel Aballay es sinónimo de humildad, los memoriosos recuerdan sus goles como si hubieran sido ayer. En 1988 viajó a Tucumán para jugar en Atlético Concepción, luego pasó a Atlético Tucumán, donde es muy respetado y querido por los hinchas. El camino de su vida no fue sencillo, a los 12 años quedó huérfano y comenzó a trabajar con sus hermanos en la cosecha de maíz y soja en Fernández (Santiago del Estero), pero a los 18 años su vida cambió de rumbo.
-¿Está bien el apodo rompe redes?
- Y en mi época hice muchos goles, estoy agradecido por haber jugado en Atlético Tucumpan, porque gracias a eso me conocen y lancé mi carrera.
-¿Qué te acordas de tu infancia en Santiago del Estero?
- Siempre digo que no me gustaba entrenar de chico, recién cuando cumplí 12 años me di cuenta que me encantaba correr y eso me llevó a jugar al fútbol en Independiente Fernández.
- Y si no te gustaba, ¿quién te motivó?
- Los amigos de la infancia, por eso vivo agradecido de ellos, porque por ellos vine a Tucumán. Siempre que los visitaba les llevaba algún regalo, viví agradecido con todos, varios ya fallecieron, pero los llevo en el corazón.
- ¿Cómo se dio tu llegada a Atlético Concepción?
- Estaba jugando la Liga Santiagueña contra Atlético Guemes. Hice dos goles y una asistencia, andaba en pleno apogeo. Yo mismo me motivaba para enfrentar a los equipos grandes y ese día, yo no sabía, me estaban observando y me hicieron una propuesta que no esperaba. Nunca había salido de Santiago y tenía que mudarme a Tucumán.
- ¿Qué te dijeron?
- Después del partido me avisa un utilero que me estaban buscando, les pido que me esperen que me bañe, estaban sorprendidos porque eran personas desconocidas y de traje. Eran dos directivos que me ofrecieron jugar en Atlético Concepción, me dijeron que era un equipo grande, me intentaban convencer. A mi me costó un montón tomar esa determinación, no me sentía preparado para eso.
- ¿Por qué aceptaste?
- Vivía con mis hermano, mis papás habían fallecido cuando yo tenía 13 años. Yo era el más chico y uno de ellos me dijo que no tenga miedo, que me vaya a Tucumán. Ahora le agradezco porque elegí bien en venir a jugar a Tucumán, siento a la provincia como mi casa, tengo más amigos aquí. Tucumán es todo para mí.
- ¿Por que es todo?
- Porque aquí aprendí a ser futbolista profesional, porque no lo era. Me costó mucho, pero cuando asimilé eso, pude ir por la linea que ellos me indicaron. En Atlético Tucumán la exigencia después fue doble, tenes que ser profesional o de lo contrario quedas en el camino. Eso me dio esta provincia, me llevó a ser lo que soy.
- ¿Te buscaron desde otros clubes?
- En Concepción me fueron a buscar desde Colón, Gimnasia de Jujuy, Gimnasia y Tiro, y muchos clubes que me querían llevar. La decisión no era mía, yo pertenecía a Atlético Concepción, los corrían con el precio que me ponían. Vino un equipo de Chile a llevarme y el dirigente me decía que prácticamente estaba todo arreglado de palabra, pero no se dio.
- ¿Qué pasó?
- El club era La Serena de Chile, no pienso que haya habido mala intención, yo creo que me querían hacer valer como era debido y quizás se excedieron un poco y el pase no se hizo. Me enteré que los chilenos se enojaron mucho por el manejo.
- ¿Cómo se dio lo de Atlético?
- Después que pasó esto con los chilenos, vamos a jugar contra San Martín, yo rogaba que no me pasara nada porque presentía algo malo y terminé fracturándome el peroné y ahí desaparecieron todos los equipos, pero el único que siguió ahí, insistiendo, fue Atlético. Por eso digo que le debo un montón, uso su indumentaria con orgullo, nadie se la jugaba por mi y Atlético lo hizo y por eso terminé haciéndome conocido.
- ¿Devolviste en la cancha esa confianza?
- Sí, les tapé la boca a algunos directivos que no confiaban en mi y estaban en contra de mi contratación. Hice de las mías en el campo de juego.
- ¿Qué pensaste esos ocho meses sin jugar por la lesión?
- De todo. Yo tenía mis hijos, familia, estaba entristecido, pensaba que no iba a jugar más. Me ayudó mucha gente, muchos compañeros, Cativa, Ginel, Jemio, Anastacio, Geréz, Floreal García, entre otros fueron importantes. Me alentaron siempre a que salga de ese mal momento, que no debía sufrir, que tenía que seguir.
- ¿Cuál es el primer recuerdo que se te viene a tu cabeza cuando recordas tu carrera?
- Una vez en Atlético jugábamos contra Quilmes y no se cómo los hinchas se enteraron que cumplía año. Hice dos goles y dos asistencias y todo el público me cantó el cumpleaños en la cancha, me hicieron llorar mientras jugaba, de eso no me olvido más, vivo agradecido de la gente porque me brindó mucho cariño.
- ¿Le diste una mano a Agustín Lagos en Tucumán?
- Yo no tengo casa propia, pero en donde esté si veo que hay un chico de las inferiores que no tiene donde vivir lo recibiré en mi casa, desinteresadamente. Eso pasó con Lagos, él estaba empezando y no tenía dónde quedarse. Le extendí el brazo y gracias a Dios es un orgullo que hoy haya salido, lo vendieron y el club se benefició con su salida. Es un salto importante en lo económico y la vidriera que tendrá, no es por desmerecer pero todo lo demás ya corre por cuenta de él.
-¿De Luis Rodríguez qué podes decir?
- Que es un fuera de serie, se adapta rápidamente al compañero y eso no es normal. Es muy inteligente, juega con la cabeza.
- ¿Guido Aballay jugaba con la cabeza?
- Sí, metí varios goles de cabeza ja ja. Tenes que tener picardía para jugar, con eso se nace, yo creo que si lo aproveché, aprendí mucho de los demás.
- Tenes muchos ex compañeros trabajando en el club. ¿Por qué vos no?
- Me gusta que ellos tengan trabajo, el club está bien encaminado, muchos jugadores salieron de la cantera en los últimos años, eso significa que están trabajando muy bien. Están agrandando Atlético. Yo no tengo carisma para dirigir. Yo sería muy exigente, quizás soy callado y bueno y los jugadores te toman por lo que vos sos, no me gustaría que me falten el respeto.
-¿A qué te dedicas ahora?
- Trabajo en la comuna de Delfín Gallo, vivo agradecido de Darío Monteros que me dio una mano en La Banda del Río Salí. Gracias a haber jugado en Atlético Tucumán me hice conocido.
-¿Seguís jugando?
- Estoy jugando un campeonato de mayores de 50 en Banda de Río Salí, a veces me invitan a Campo Norte, sigo haciendo goles, eso es gracias al conocimiento, no se pierde.
- ¿Te volviste a acercar al fútbol después de pasarla mal?
- Me aferré mucho a esto, no tenía trabajo y había una familia que mantener, yo estoy agradecido de mucha gente que me ayudó en su momento. Cuando me retiré en Bolivia en 2003, quedé mal, sentía que se me caía todo, pero no me dejaron en banda, por eso vivo agradecido de Tucumán. Por eso digo que elegí bien venir a jugar al fútbol aquí.
-¿Qué le dirías a los hinchas de Atlético?
- Les agradezco por el apoyo que le brindan a los futbolistas actuales, no tenemos que dar brazo al torcer. Estamos yendo en buen camino, comenzamos ganando, ojalá que podamos seguir por este camino. El deseo es que el equipo clasifique a las copas, pero si no se puede hay que mantenerse en Primera. Vivo con orgullo el presente, Mario Leito lo tiene bien al club, hay que darle tiempo a Sava para que acomode el equipo, ojalá empecemos a ganar todos los partidos que quedan para mantenerse en primera división.